En casa de Raquel: ¡hola amiga como estas! Raquel ¡hola Carmen que alegría verte! ¡adelante vamos a tomar unos mates y charlamos algo, pienso que esta vez no andarás tan apurada no! No amiga, mi padre se fue por una semana. Raquel ¿esa es tu respuesta? Si claro. Bueno amiga, ¿qué te parece el tejido de las prendas que hago? añade Raquel, ¡maravilloso Raquel! Exclamo Carmen mientras sostiene el mate, yo estoy aprendiendo y veo que es una gran ayuda, mi madre siempre me dice. Pero veo ese abrigo azul de hombre ¿tu padre? Raquel: ¡no mi novio! Carmen muy asombrada: haceme reír un poco amiga… ¿y de dónde novio? Raquel: lo encargo su madre, ella sabe de lo nuestro, por otra parte, es todo muy reciente. Carmen algo inquieta pregunta: ¿Cómo se llama? Raquel: Luis, pero yo voy por los 17 y tu no llegas a los 15 amiga todavía. Carmen: ¿eso que? Raquel: al menos para los padres la edad ayuda, es una zoncera refuto Carmen, quizás sí, respondió Raquel, pero nuestros padres nos quieren grandes y maduras para tener un novio, yo todavía estoy luchando para que me dejen al menos ir a la plaza con él. Carmen gruñendo sus cejas: ¡uff que mufa!. La casa de Raquel simulaba un empedrado rodeada de olmos y algúnos eucaliptos, había un matadero casi pegado a la casa ya que su padre era encargado del mismo, después se extendía un gran patio sin cerco quedando librada la entrada desde cualquier sector. Los perros ladran amigablemente, llega Hilda otra amiga, ¡hola chicas! ¿cómo están? Carmen y Raquel al unísono: ¡hola amiga adelante! Hilda: ¡qué alegría verlas juntas! Carmen: si, yo llegue hace media hora y ya me enteré de una novedad sorprendente. Hilda expectante: ¿y cual es? Raquel en apuros intercepta: bueno, vamos a comer unas tortas fritas y hablar de manualidades. Hilda: ¡que hermosas prendas Raquel eres muy aplicada! Yo también estoy aprendiendo, pero me olvido de algún punto y después a desarmar. Raquel: tienes que estar atenta e ir despacio para que salga bien la prenda. Carmen relajada en un sillón: a mí también suele pasarme, pero ahora estoy mejorando bastante. Hilda: mi problema es el huésped de casa, el gato me tironea la lana, desorganizándose el ovillo. Carmen: las manualidades son lindas y en invierno yo se estar con mi madre hasta altas horas de la madrugada, porque a veces hay mucho trabajo. Raquel mientras ceba un mate: acá en casa pasa lo mismo amiga. Hilda: ¡que ricos mates! Carmen: espumosos y bien dulces, las tortas fritas exquisitas ¿las hiciste vos Raquel? Con orgullosa mirada: no, las hizo mi madre, mientras yo trabajaba en esto. Carmen: les prometo que algún día las voy a invitar a comer tortas fritas hechas por mi jajaja…Hilda: ¡¡bueno amiga con mucho gusto!! Carmen sonriente: habrá que probarlas!…nosotras llevamos la harina así la cosa es compartida. Raquel: como no amigas así serán. Bueno debo irme amigas quizás mañana nos encontremos como hoy o las espero en casa. Raquel: bueno Carmen, mañana vemos ¡suerte amiga! Hilda: ¡hasta mañana Carmen!
Mientras tanto en el campo: el padre de Carmen culmina su jornada diaria junto a Ceferino, el molinero compañero de años, el crepúsculo se arrima al rancho, mientras Francisco prepara el mate observa unas paletas de cordero que deberá compartirlas con su compañero. El silencio del monte enmudece la noche, se oyen chistidos de lechuzas y el rezongo de alguna vizcacha. Francisco y Ceferino llevan trabajando 20 días en una perforación donde debe colocarse un molino y todavía no hallan agua. Ceferino, mientras enciende el fogón: bueno amigazo espero que mañana tengamos suerte así nos vamos a terminar el pozo del otro campo que quieren armar un aljibe. Francisco, salando las paletas: espero que si Ceferino, lo único que hemos hecho allá es llenar el carro de huesos, y de cristiano diga, han andado muchos indios por esta zona. Ceferino: si, es cierto espero que mañana lleguemos al agua. ¡Muy ricos los mates Francisco! ya puse las paletas al fuego. Francisco: estoy agotado mucho sueño y mañana a madrugar. Recién dos días después y de perforar mas de 50 metros, llegan al agua y arman el molino, que para esto pasan tres días más, entonces deciden hacer un descanso de dos días para después continuar con los compromisos del campo. Francisco se despide de Ceferino y parte con su carro al pueblo, cargado de leña y ropa de trabajo para lavar. Francisco llega a su casa. ¡HOLA MUJER! ¿cómo andan las cosas por acá? Mientras el “ovejero” flamea su cola y Francisco lo acaricia tras varios días sin verlo. Martina ¡hola Francisco! Acá andamos luchando con esta máquina de coser, Francisco: ¿Qué problema tiene? Martina: cose desparejo y hace perder tiempo. Francisco: en estos días llamo al técnico así la arregla. ¿Carmen donde esta? Cada vez que vengo no la encuentro. Martina ofuscada: ¡Francisco cuando llegaste la vez pasada estaba en el patio y la saludaste! ..Francisco hace silencio y se dispone a higienizarse para después cenar. Quince minutos mas tarde llega Carmen a la casa…¡Hola madre!. Martina: ahí vino tu padre ya vamos a cenar. Carmen ¡uff..si! Francisco: hola hija ya estábamos por cenar ¿Dónde andabas? Mientras se arrima Carmen contiene la inquietud de su padre: estaba en casa de Raquel mi amiga. ¿Padre puedo decirle algo? ¡adelante pues!. Ha dejado el caballo atado al carro ¿va a algún lado? Francisco: uuuyy hija!!..gracias por avisarme. Francisco sale rápidamente y ya en la oscuridad desata el caballo y lo entra al corral, guarda las riendas, freno y pechera en el galpón y regresa a la cocina con una nueva inquietud: hija, mañana tendrás que ayudarme a bajar la leña que traje. Carmen: si, claro- Carmen tenia esperanza que en esta cena podría tocarse el tema de su cumpleaños, pero su padre estaba muy cansado y no era el momento de tratar algo semejante que para colmo de males se podría extender con algúna discusión.
Al dia siguiente Francisco sale temprano a caballo al otro poblado “colonia San Jorge” a buscar a un señor que suele reparar maquinas de coser. Mientras Carmen inicia su desayuno, tiene la ocurrencia de hacer merito para ganarse el autoestima de su padre, toma la rápida decisión de bajar toda la leña del carro, antes que su padre regrese a la casa.
Y así fue, llega Francisco con otro señor que trae un maletín para reparar la máquina, se baja del caballo y exclama: ¡pero niña no sabia que era tan guapa! Parte de esa leña será para su cumpleaños, ósea para el 15 de octubre, por eso la traje. Carmen con sus ojos iluminados: ¡qué alegría padre! ¿puedo ir anotando a mis invitados? Francisco: si hija, sabes bien quienes son nuestras amistades, yo tengo al comisario don Miranda, al padre Juan y a mi compañero Ceferino. Carmen: ¡LINDO PADRE!.. Nunca había imaginado la niña que su idea iba a ser satisfactoria y de ahora en mas todo era felicidad para ella. Una hora después el técnico se marcha y la maquina queda lista para funcionar. Francisco sale al pueblo a cumplimentar tramites y también comprar alimentos para el almuerzo. Carmen y su madre limpian la casa como toda costumbre mañanera, para después hacer la comida. Al rato golpean la puerta- abre Carmen: ¿don Miranda que lo trae por acá? ¡madre el comisario don Miranda! ¡cómo anda niña! ¿su padre? pregunta el comisario. salió para unas compras seguramente, responde Carmen. Martina: ¡cómo anda don Miranda! ¡Usted dirá! ..no quería molestarla, ando siguiendo el rastro a un tal Lautaro un chico muy travieso, pero no va a salir con la suya. Martina: ¿Qué hizo? …..asusta a los caballos, resulta que un anciano estaba en un sulqui y de pronto este niño sorpresivamente golpea un tacho y el caballo salta y comienza a correr enfurecido con el pobre anciano arriba, el sulqui se balanceaba para todos lados y el hombre fue a parar al suelo lastimándose mucho. Martina: ¡¡¡uuuuyy que bárbaro!! pero de verdad no lo hemos visto por aca, si, lo conocemos por sus travesuras, aunque hace mucho que no frecuenta por estos lados. Comisario: bueno era eso nomas, adiós señora y saludos a Francisco. Martina: gracias serán dados.
Lautaro era un niño huérfano con una conducta hostil que disfrutaba de sus travesuras urbanas, cuando nació, su madre falleció a los dos días y su padre lo dejo a los 8 años cuando sufrió un accidente laboral. Se educaba con su tía, pero solía escaparse recorriendo casa por casa donde lo ayudaban con algún plato de comida. Tenia 14 años y en una oportunidad estuvo internado en un patronato de menores, donde se escapaba con frecuencia. Carmen: ¡pobre Lautaro qué pena! Martina: ¿antes era tu amigo no? Carmen: si, pero nunca mas vino, temo que el comisario lo castigue. Martina: no, a lo sumo hablara con su tía. Al rato regresa Francisco: ¡traje para hacer bifes a la plancha! Martina: bueno Francisco recién vino don Miranda, preguntando por ese niño Lautaro. Francisco: si ya me enteré en el bar, eso fue hoy temprano, pobre anciano. De pronto Francisco impulsa su voz: ¡CARMEN! Y Carmen se acerca rápidamente ¿Qué padre? Francisco con ojos de lobo: ¡no quiero verte más con ese chico de Lautaro entendiste! Carmen: pero padre no es tan amigo, vino una vez nada más.