Lentamente, él se volvió hacia ella.
Finalmente, estaba lista para decirle lo que pensaba.
Pero al intertarlo, las palabras se atascaron en su garganta.
Al mismo tiempo, él la miró con un destello de preocupación y abrió la boca para hablar.
"Caitlin, hay algo que tengo que decirte-", comenzó.
Pero nunca tuvo la oportunidad de terminar la frase.
De repente, se escuchó el sonido de una puerta abrirse y Caitlin inmediatamente sintió que los dos ya no estaban solos.
Ambos se giraron hacia el ruido para ver quién era.
Era una persona. Un vampiro. Una hermosa criatura, increíble, más alta, más delgada, de mejor porte que Caitlin. Con cabello rojo, largo y suelto, y brillantes ojos verdes.
Cuando Caitlin se dio cuenta quién era, su corazón se desplomó.
No. No puede ser.
Era ella. Sera. La ex esposa de Caleb.
Caitlin la había visto brevemente sólo una vez en los claustros. Pero nunca la había olvidado.
Sera caminó hacia ellos con la elegancia de una criatura que había estado en este planeta por miles de años. Segura. Sin detenerse, sin quitar sus ojos en Caitlin, caminó a un lado de Caleb.
Levantó su mano pálida y hermosa y lentamente la puso alrededor del hombro de Caleb. Miró hacia abajo a Caitlin con absoluto desprecio.
"¿Caleb?" dijo en voz baja, con una sonrisa siniestra en su cara. "¿No le has dicho acerca de nosotros?"
Y con esas solas palabras, Caitlin sintió como si hubieran hundido un cuchillo en su corazón.
CINCO
Con horror, Samantha vio como el caldero se inclinaba hacia la cara de Sam. Luchó con toda su fuerza, pero no había nada que pudiera hacer para liberarse de sus captores. No había nada que pudiera hacer. Sólo podía permanecer allí y observar cómo destruían a la persona que amaba.
Mientras el líquido caía sobre Sam, Samantha se preparó para escuchar los gritos horribles que tan a menudo acompañaban de una bendición con ácido Iorico.
Pero a medida que Sam se perdía completamente en la cascada del ácido, curiosamente no se escuchaba ni un solo sonido.
¿El líquido lo había matado tan rápidamente, tan completamente que ni siquiera tuvo tiempo de gritar? Cuando el líquido se detuvo, Sam apareció a la vista.
Y Samantha estaba verdaderamente sorprendida. Como lo estaba cada uno de los vampiros en la habitación.
Él estaba bien. Parpadeó y miró a su alrededor, claramente nada le dolía. Inclusive se mostraba un poco desafiante.
Era increíble. Samantha nunca había visto algo así- nunca había visto a nadie, ya fuera humano o vampiro, que fuera inmune al líquido. Es decir, nadie, excepto una persona. Ahora lo recordaba. Caitlin. Su hermana. Ella había sido inmune también. ¿Qué significaba eso? ¿Estaban relacionados genéticamente? Recordó de nuevo su reloj, su inscripción. La Rosa y la Espina. ¿La dinastía se dividió entre ellos? ¿Pudiera ser que ella no fuera la Elegida?
¿Pero que él lo fuera?
Caitlin era unos años mayor que Sam y tal vez ella había mostrado los signos de la mayoría de edad antes que él. Tal vez si hubieran esperado algunos años, Sam también habría mostrado signos de metamorfosearse en un mestizo.
Cualquiera que fuera la razón, era claro que él era inmune. Lo que lo convertía en alguien muy, muy poderoso. Y muy peligroso para su cofradía.
Samantha miró a su alrededor y en la sala, con varios cientos de vampiros, no se escuchaba ni un sonido. Todos se quedaron mirando en estado de shock.
Sam se veía enojado. Alzó la mano, arrastrando sus cadenas, y se secó el agua de la cara. Tiró de las cadenas pero no pudo liberarse.
"¿¡Alguien me puede quitar esta maldita cosa!? " gritó.
Y entonces, sucedió.
De repente, se escuchó un estruendo en la puerta.
Samantha se dio vuelta y vio el enorme conjunto de puertas dobles desplomarse.
No podía creerlo. Allí estaba Kyle con la mitad de su rostro desfigurado, a su lado Sergei y cientos de vampiros mercenarios detrás de él.
Y eso no fue todo. Kyle la tenía. La sostenía en alto. La Espada.
Kyle dejó escapar un grito horrible y lleno de locura, se lanzó de cabeza en la habitación. Sus partidarios lo seguían de cerca, gritando creando gran alboroto. La habitación se transformó en un caos.
Era vampiro contra vampiro, Kyle y sus hombres atacaban con saña a todo ser que tenían a la vista. Pero la cofradía de la Marea Negra había estado en guerra desde hacía miles de años y no estaba dispuesta a ceder fácilmente. Los vampiros de Rexius se defendían con similar determinación.
Fue una batalla de cuerpo a cuerpo, mano contra mano, vampiro contra vampiro. Ninguno cedía una pulgada.
El propio Kyle avanzaba increíblemente. Con las dos manos, sostenía en lo alto la Espada y la balanceaba ampliamente en ambas direcciones. Dondequiera que fuera, los vampiros se desplomaban. Brazos, piernas, cabezas... Kyle era un ejército de un solo hombre. Cortó un camino a través de la multitud de miles de vampiros, asesinando uno por uno.
Samantha estaba en shock. En sus miles de años, nunca había visto a un vampiro asesinado, en realidad, definitivamente, asesinado. Nunca había imaginado que un vampiro pudiera ser frágil. Esta espada era impresionante. Y muy, muy mortal.
Samantha no esperó más. Cuando un vampiro la enfrentó gritando y apuntó con sus sangrientos dientes afilados a su cara, rápidamente ella se agachó, dejó que volara sobre ella y luego salió corriendo.
Cruzó corriendo el cuarto hacia donde estaba Sam Sam.
Justo a tiempo. Un vampiro truhán tuvo la misma idea y se dirigió directamente hacia donde el muchacho muerto de miedo estaba encadenado. Con los dientes extendidos apuntando a su garganta, el vampiro saltó directamente hacia Sam. Él era como un cordero encadenado en una habitación llena de leones.
Samantha llegó hasta él justo a tiempo. Saltó, chocando con el vampiro en el aire y lo derribó al suelo. Antes de que pudiera levantarse, Samantha lo abofeteó con fuerza, dejándolo fuera de combate.
Ella se puso en pie y arrancó las cadenas de Sam. No bien lo liberó, él miró a su alrededor con total incredulidad, como si una pesadilla fantástica se hubiera hecho realidad.
"Samantha", dijo, " ¿qué diablos está pasando?"
" No es el momento, " dijo Samantha , mientras arrancaba la última de sus cadenas, lo agarraba del brazo y tiraba de él conduciéndolo a través del caos. Ella se dirigió a la salida.
Mientras corrían, otro vampiro malicioso saltó hacia ellos con los dientes extendidos.
Samantha agarró a Sam y lo tiró al suelo, ella se agachó y el vampiro saltó justo sobre sus cabezas.
Rápidamente, ella recuperó su posición, lo jaló hacia arriba, y los dos echaron a correr a través de la habitación. Se las arreglaron para agacharse y dar rodeos mientras ella lo guiaba. Ella sabía que si podía alcanzar esa puerta, había un pasillo detrás y una escalera trasera que podría conducirlos a la calle. Una vez afuera, podía llevarlos lejos, muy lejos de aquí.
En medio del caos, nadie se dio cuenta que ellos estaban esapando. Ella estaba casi fuera, a sólo unos metros de distancia.
Y entonces, justo cuando estaba a punto de lograrlo, sintió la presión en su espalda, sintió