—A mí me la trae al pairo, pero quiero entrar como pretendiente en Mujeres, Hombres y Viceversa y ya sabes que esa música es la BSO de todo Tele 5 y que…
—¿Qué estás diciendo?
—Sí, he de familiarizarme con esa música porque la ponen en...
—No, Leo, en serio, ¿de verdad vas a ir a pretender a un pavo de esos del programa?
—Bueno, sí, no sé, a mí todo lo que sea ligotear, ya sabes… A ver, es que tengo un amigo íntimo de los directivos del programa y ya me están preparando el guión y todo…
—Me has dejado flipado… Pero tú ahí vas a parecer académico de la lengua…
—Hombre, no se me da mal, ja, ja, ja… Es que me dejas los chistes a huevo, tío.
—Ja, ja… No, joder, me refiero a que a poco que te sepas el abecedario ya eres el puto amo ahí, ¿no?
—Qué va, es un programa donde se aprende más que en Saber y ganar, es la escuela de la calle y de hecho, le dan no sé qué becas del Ministerio de Educación…
—Ja, ja, ja... Claro, claro, Leo, tienes toda la razón, serán becas para mandarlos al extranjero, ¿no? Lo que se dice una fuga de cereb...
—Bueno, es pasta gansa y pienso dar la campanada…
—¿Darás las campanadas en Tele 5?
—No, aunque tiempo al tiempo… Y sí, tranquilo, que voy a interpretar bien, en el montaje que me están escribiendo tengo que hacer de exnovio tonto de uno de los que más avanzado está con el tronista de ahora.
—¿Pero de verdad te mola esa peña ciclada que está más tatuada que el protagonista de Prision Break?
—Bueno, yo voy a divertirme y ya está, es una atracción de feria más a la que montarse y así quizá acaben fichándome en Tele 5…
—Desde luego das el perfil…
—¿Y eso por qué?
—Pues porque eres unas de las personas con más agilidad mental para discutir que conozco, serías perfecto para enfrentarte a toda una jauría y vencer a todos tus enemigos sin despeinarte.
—La verdad es que nunca se está del todo preparado para eso.
—Venga, Leo, hace años estuviste cubriendo la guerra de Afganistán, después de aquello seguro que puedes con todo.
—Bueno, era más joven, no tenía nada que perder. Pero los tiempos de reportero de guerra ya pasaron, por eso me fui especializando en cultura.
—Y yo encantado, en principio ahora llevas una vida menos peligrosa, pero cuidado, en esos programas atacan a la yugular.
—Vaya, agradezco que te preocupes tanto por mí, ¿seguro que no me amas en secreto?
—Solo cuando me llevas al cine, ja, ja… Y ya no me sacas nada, has cambiado, ja, ja; además, no quisiera interponerme entre tú y mi novia porque a Lidia sí la tienes enamorada.
—Adoro a Lidia. No puedo creerme que la conocieras en una de las aburridas fiestas que monta el diario.
—Ya ves, en ese tiempo era un joven atractivo, irresistible… Ahora estoy asomándome al abismo de los 40.
—Bueno, me voy a cubrir el preestreno de la nueva de Leonardo Sbaraglia… Y, oye, que si se dejase cubrir él, tampoco me importaría.
—Ja, ja... Joder, ¿es que esa mente no descansa? Y, por cierto, a tu propuesta de ayer, no, no nos dejarán hacer media página sobre el ranking de culos de actores españoles que propusiste en la reunión.
—¿Pero de qué van? Es que nos cortan todos los temas interesantes. Coño, un reportaje de culos en la contraportada de un suplemento es lo suyo, es su lugar… Para poner grandes delanteras en las revistas siempre hay sitio, ¿verdad?
—Pero es que no somos Interviú, somos un diario que…
—Sí, ¿pero a ti te apetecería ver a los políticos en portada mintiéndonos o una noticia con cierta gracia?
—Mi voto ya sabes que lo tienes, Leo, acepto sugerencias…
—Encuestas demoscópicas sobre intenciones para el fin de semana, hombres con bañadores turbo o no, la nueva política es de Tinder o de Grindr...
—Estás muy colgado, en serio, sueles tener grandes ideas pero algo raro te pasa hoy, te veo desatadísimo.
—Es verdad, hoy se me va la chola, ya te contaré. He quedado para cenar con un amigo después del cine. Un tío muy interesante.
—Qué cabrón, no paras, tío, qué envidia, ya me cuentas, ya, disfruta.
—Por cierto, mañana es la cena con el director, no te olvides.
—Joder, no me acordaba, hablaré con Lidia a ver cómo está la cosa…
Tras la dura semana, lo que menos me apetece es una cena con el resto de colegas del diario, así que la aguanto como puedo intentando superar las barreras del cansancio y el sueño, riendo los mismos chistes de siempre y poco más. Finalmente, la cena acaba y pasamos al pub que está a unos metros de allí. Me temo lo peor y me han pillado dos veces quedándome rezagado del grupo para escaquearme. Le dije a Lidia que intentaría escabullirme en cuanto pudiera, pero no hay manera. Aprovecho el jaleo del pub—karaoke en el que estamos mientras van pidiendo cubatas y me colocan uno de tubo cutre en la mano, como si yo fuera un click de Playmobil.
Ahora están distraídos, así que doy un par de tragos y decido que es el momento justo de irme hacia casa. Me dispongo a hacerlo cuando, de pronto, me atropella una serpenteante conga de compañeros de trabajo, conducida por mi jefe, que no deja de reír como un pirata que se baña en doblones tras encontrar un tesoro... Y la conga fluye hasta desembocar a los pies del karaoke. «Tengo que salir de aquí», me escucho balbucear... pero mi jefe clava su etílica mirada en mí y, muy orgulloso, me rodea con su brazo por los hombros:
—¿He oído bien? ¿Ha dicho «Tengo que salir ahí»? Celebro su entusiasmo, a todos nos cuesta un poco arrancarnos con el karaoke, pero alabo su valentía, será usted el primero en cantar...
Tras la frase del jefe me rompe una ola de aplausos en plena cara, vítores de los empleados más pelotas y una mirada sonriente de alguien que me graba con su móvil para colgarlo en Facebook. Me deshago en disculpas e intentos de driblar al personal, pero mis fintas sirven de poco, porque de pronto estoy sobre la cutre tarima que hace de escenario intentando que mi voz sea del mismo número que la que aparece en pantalla... Pero creo que hay un desfase de tallas entre el bailable éxito de Enrique Iglesias y mi estatismo de ahí arriba, bajo el foco, moviendo torpemente la boca al repetir esa letra que parece escrita por preescolares... Tengo mucho sueño y la cabeza me da vueltas... no quiero pasar contigo una noche loca y besar tu boca... solo quiero dormir... así que dejo el micrófono apoyado sobre el taburete y salgo de allí tan rápido como puedo, intentando despedirme entre aspavientos...
Allá afuera, en la calle, tomo aire y dejo de sudar. Me pongo a caminar como un autómata. No es que haya bebido gran cosa, pero he hecho bien en no venir en mi coche. Con lo que viajo últimamente la verdad es que no me conviene nada que me descosan punto a punto el carnet. Así que tomo un taxi y me esfumo de allí... Le digo al conductor la dirección de mi casa y evito darle conversación. En la radio hablan de no sé qué fichajes estrella del Real Madrid y del Barcelona. No me puede interesar menos, así que bostezo y mis párpados se cierran. Estoy pensando en la vida que he llevado desde la adolescencia, en ese ser feliz de otra manera que me invadió al enamorarme de Lidia e iniciar una vida juntos. Ahora sonrío y pienso en Marc. Ellos son mi nueva felicidad, los hilos que me sostienen, solamente que a veces me encuentro tan, tan cansado… De repente, unas interferencias en la emisora hacen que el taxista cambie de dial y me subo de un salto al lomo del estribillo de Copenhage, una de mis canciones