Match Love 2.0. T. J. Chairman. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: T. J. Chairman
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9788418411045
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ejercicio de reflexión. La maquinaria de la ingeniería social provoca por definición que, si hay una persona damnificada, entonces hay que buscar un culpable y, claro, ya se sabe quién lo es en el 99,99 % de los casos...

      Para la sabiduría popular, el amor significa compartir. Se comparte la salud y la enfermedad, las alegrías y las penas. Si partimos de este principio, la responsabilidad de lo que ocurre en una relación, sea cual sea, también es repartida (aplicable tanto a historias de amor, como para idilios de una noche). Cuando he participado en algún foro, la mujer que escapa del hecho de asumir su parte de responsabilidad suele dar respuestas del tipo: «Al principio él no era así, cambió con los años» o «Me acosté el segundo día porque dijo que me quería...». (Y aquí acaban sus competencias, pues como ella estaba muy enamorada y el que cambió —evidentemente a mucho peor— fue él, la culpa total y absoluta es de él también).

      Llegados a este punto, siente su postura reforzada por los «amigos» de siempre (y también por los recién conocidos que han aparecido milagrosamente en su vida), que le van a decir lo mucho que vale, que ese hombre con el que ha estado no la merecía y que evidentemente puede aspirar a alguien mejor. Ellos están ahí para consolarla cuando le haga falta, reforzando de este modo —todavía más— su exención de responsabilidad (es obvio que existen carroñeros masculinos que no desaprovechan un momento de tristeza profunda, para si la ocasión se presenta beneficiarse de la coyuntura).

      La casada. No tiene foto en su perfil o, si la tiene, es una foto de Betty Boo —o bien unas piernas de infarto en blanco y negro—, con unas medias de rejilla imponentes y tacones de un palmo. Suele tener las ideas claras y lo que busca es diversión y buen sexo, pues con los años ha perdido esa pasión y se considera lo suficientemente joven para vivir a tope. Suele ser ella la que inicia el contacto y, si le gustas, quedar es muy rápido y fácil. Existe la ventaja de saber de antemano la reglas del juego, que evidentemente pone ella. Para un hombre tener una relación sencilla, sin compromiso, divertida y con buen sexo es más que suficiente durante muchas etapas de su vida, aunque también se debería valorar el hecho de estar metiéndose en camisa de once varas. Podría decirse que hay circunstancias y necesidades diferentes, según el momento existencial de la persona.

      Siempre me han preguntado amigos y conocidos lo difícil que es tener una aventura de este tipo con una mujer soltera, es decir una relación duradera, sin ataduras y buen sexo, pero por lo que se ve, esto es más difícil que aterrizar con éxito en Venus teniendo solo cien euros para invertir en tecnología espacial.

      Las casadas en las redes sociales —no así las de las páginas de citas— suelen ser de un perfil diferente. Buscan más el hecho de sentirse deseadas y tener conversaciones prohibidas que no un encuentro físico en sí. Es una manera de demostrarse a sí mismas que, aunque están comprometidas en el presente, tendrían muchos pretendientes disponibles si decidieran regresar al mercado en el futuro.

      La novata. Una amiga la ha empujado a darse de alta en la app y aún no está contaminada por citas y decepciones anteriores. Conocer a una chica de este grupo es tener mucha suerte, pues es lo más parecido a empezar de cero. Según mis entrevistados se nota muchísimo cuando una mujer no está envenenada por los desengaños de todo tipo que se esconden tras las páginas de citas. Conservan cierta frescura y un encanto diferente, las conversaciones son más abiertas y el modo de relacionarse con ellas es más espontáneo y distendido también.

      Pese a que suelen ser un poco recelosas de entrada, tienen un gran mundo para enseñar pasada esta fase inicial. Puede valer la pena tener paciencia y ser generoso en el esfuerzo, pues la recompensa también puede ser grande en forma de amor, aventura o amistad. Todo les parece nuevo, divertido y apasionante, desde tomar algo en un sitio bonito a su primera experiencia practicando sexo telefónico. Es como volver a tener veinte años y sentir la posibilidad de que enamorarse de nuevo es posible.

      Muchas de las novatas, tras haber puesto punto y final a la relación con su antigua pareja, experimentan la necesidad de vivir e ilusionarse con nuevas historias (cual niño pequeño que sueña con sus regalos la víspera de Reyes). Piensan que sus ya exmaridos viven todavía en el paleolítico sexual y afectivo y que ellas lo que anhelan son novedades —al más puro estilo modernista de Andy Warhol—, para lo cual no dudan en apuntarse a clases de salsa y, por supuesto, renovar toda la colección de ropa interior de sus armarios. Se preguntan a sí mismas si serán capaces de comerse a un yogurín o hacer un trío, pues para ellas constituye un gran reto el hecho de desafiar algunos dogmas sociales referentes al amor, los cuales, a su juicio, son retrógrados y denigrantes, producto del modelo educativo con el que otros han moldeado sus vidas desde bien pequeñas.

      La diva. O, lo que es lo mismo: «Estoy aquí para que me digan lo buena que estoy, aunque yo ya lo sé. Le gusta agrandar aún más su vanidad a base de ver ciento cincuenta nuevos mensajes diarios en su buzón de correo cuando llega a casa por la noche del trabajo.

      Para conseguirlo, no duda en tener varias fotos de lo más sexis en su perfil, en el que, por supuesto, afirma no buscar solo sexo y que no responderá a aquellos que no tengan foto, que escriban con faltas de ortografía o tengan una estatura por debajo de lo que considere suficiente. Para rematarlo, termina con una frase del estilo: «Sé que no existes pero por si acaso». (Seguro que compite con sus amigas por ver cuál de ellas tiene más mensajes, la propuesta más obscena o la invitación más glamourosa).

      Respecto a este punto, Johny PT me comenta que mujeres muy atractivas suelen darse aires de grandeza diciendo entre otras cosas que han compartido momentos íntimos con tal o cual jugador famoso de fútbol, como si esto les otorgase un estatus o categoría especial. Así mismo, le resulta de lo más gracioso el hecho de que, cuando ha quedado con una de ellas, esta emplea la mitad del tiempo en quejarse de lo «salidos que están todos» y la otra mitad pregonando que no puede vivir sin su dosis diaria de cortejo y seducción.

      Una dama le explicaba que «el día que pasase por una obra repleta de albañiles y no le dijesen guarradas, entraría en crisis existencial». Le reconoció que en días de bajón se ponía una minifalda y unos tacones solo para que los «currantes» de algún edificio en construcción, y desde el andamio le subieran la moral, pues decía estar pasándolo fatal debido a que, de entre sus novecientos noventa y nueve pretendientes no estaba el que a ella le gustaba. Podría haber acabado aquí la cosa, pero no: ella siguió diciendo que a ver si esos «garrulos» aprendían a decir piropos bonitos y que era lamentable el nivel de educación en este país tan machista.

      La resabiáá. Lleva tanto tiempo en las páginas de contactos y ha tenido tantas experiencias que se las sabe todas. Le es suficiente con echar un vistazo a la ficha del interesado para saber hasta la marca de los calzoncillos que usa. Por lo general, ha sufrido muchos desengaños con anterioridad, lo cual la hace estar en posición de defensa y, para llegar a su parte más humana y profunda, tienes que pasar múltiples pruebas, como si de una carrera de tres mil metros de obstáculos se tratase.

      Hay muchos más perfiles, pero para incluirlos a todos tendría que hacer una enciclopedia y no un libro.

      5. Las citas al inicio de cada capítulo han sido extraídas de la web frasesdelavida.com, ciento diez frases de El arte de la guerra, obra maestra de Sun Tzu.

      6 (١١ de septiembre de ٢٠١٩). Hombres intentan tener cita con una pintura del siglo XIX. [Artículo en prensa]. Canal Teleamazonas. Recuperado de: http://www.teleamazonas.com/٢٠١٩/٠٩/hombres-intentan-tener-cita-con-una-pintura-del-siglo-xix/