Match Love 2.0. T. J. Chairman. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: T. J. Chairman
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9788418411045
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extinta para el año ٢٣٠٠. [Artículo en prensa] Alerta Digital. Recuperado de: http://www.alertadigital.com/٢٠١٩/٠٨/٠٦/el-genocidio-invisible-la-poblacion-blanca-mundial-estara-virtualmente-extinta-para-el-ano-٢٣٠٠/

      1. DATOS DE INTERÉS Y PERFILES FEMENINOS MÁS HABITUALES

      «Aquel que es prudente y

      espera a un enemigo que no lo es

      saldrá victorioso».

      He constado, a través de las distintas fuentes de información que he utilizado para escribir este libro, que la mayoría de mujeres al inscribirse en las páginas de citas obtiene dos grandes beneficios de manera inmediata.

      El primero es una increíble subida de autoestima debido a la gran cantidad de hombres que desean «conocerlas» (tiempo habrá para saber si esta inyección de moral es real o un regalo envenenado). Avalanchas de mensajes en forma de gigantescas bolas de nieve colapsan sus bandejas de correo con propuestas de lo más variadas, las que van desde el hombre sofisticado que les sugiere un encuentro casual en una bonita vinoteca, hasta el cachas de gimnasio que las invita a cenar en su loft a los treinta segundos. Correos de amor, insinuaciones sexuales, piropos sobre lo profundos que son sus ojos o lo bonita que es su sonrisa, adornado todo ello con poemas de algún escritor noruego al que nadie conoce, pueden completar el extenso abanico de posibilidades.

      El segundo beneficio es la posibilidad real de tener una cita, y de manera rápida, con una gran cantidad de hombres que cumplen sus cambiantes requisitos en función de la edad, momento personal que atraviesen o estado anímico de ese día, y todo ello por supuesto con muy poco esfuerzo. Es decir, ¡un auténtico chollo!

      A nivel emocional y psicológico descubren en estas páginas un mundo de alabanzas, peticiones originales para cenar en un restaurante de moda o caminar el domingo por una ruta preciosa en la montaña de tal o cual localidad; y lo que debería ser un duelo emocional se convierte automáticamente en una transfusión en vena de ilusión y fantasía, producto de la amplia y variada oferta de personas de todas las edades que dicen querer conocerlas (es decir, y resumido por si alguien no lo había pillado, tener sexo, aunque este aspecto el varón suele omitirlo deliberadamente).

      La típica chica que ha estado toda su vida con alguien (da igual la edad que tengas, ahora somos todos chicos y chicas) y que se introduce por primera vez en este mundo (lo más habitual es escuchar que ella «no quería» pero que su mejor amiga la «ha empujado» a hacerlo) tiene, en muy pocas horas, propuestas de gente de diferentes edades y nacionalidades de lo más exóticas, que exaltan sus cinco sentidos hasta rallar lo absurdo y paranormal.

      Estos «profesionales» que ya llevan tiempo en el mundillo y que saben cómo funciona todo esto le venden un presente apasionante y un futuro esperanzador, ya que han visto lo maravillosa y especial que es desde la coartada que otorga el anonimato, pues ella tiene unas fotos muy sensuales o una descripción en su perfil que automáticamente la convierte en única (aunque, en realidad, ella tenga como foto principal la imagen de una playa paradisíaca y en su descripción personal solo haya incluido dos líneas de texto que no aportan ningún dato relevante).

      Ellos no dudan en insistir y dar su número de WhatsApp a la primera de cambio, y esto provoca que fácilmente ella pueda entrar en un estado de embriaguez emocional. Son tantos y tan variados en sus países de origen, razas, condiciones económicas, laborales y sociales, así como en edades y niveles de estudios, que resulta difícil no caer en un estado de borrachera afectiva y sexual.

      Pronto se imagina que puede degustar una cerveza en compañía de un niñato de 23 años («fibrado» y simpático) o quedar con un madurito de 52 (interesante y montado en el dólar), que le ofrece un paraíso de sensaciones nuevas contemplando juntos el atardecer desde su imponente velero. Un conocido que acudió a un speed dating entabló conversación con los presentes después del evento y cinco varones de un total de doce decían disponer de velero propio. ¡Menuda estadística!

      Entonces ella piensa —y sobre todo siente— que el estúpido de su ex no valoraba lo suficiente sus cualidades como mujer, pero que toda esta gente que le escribe sí sabe hacerlo (sobre todo aquellos que más insisten). «¿Por qué otro motivo, si no, van a querer conocerme?», se pregunta mientras se pinta las uñas de un nuevo color...

      De las personas con las que he podido documentarme, extraigo que lo que acabo de narrar sucede independientemente del atractivo físico o la edad. Es decir, es suficiente el simple hecho de ser mujer para acceder a este mundo de propuestas irrenunciables y sin ningún tipo de limitaciones. Evidentemente, si las fotos del perfil sugieren una mujer atractiva y de fácil acceso, las ofertas tentadoras se multiplicarán por mucho.

      A algunos nos llama poderosamente la atención el modo en el que los demás se expresan y se comunican (personalmente me fijo bastante en este aspecto de manera casi innata, pues suele revelar datos interesantes sobre cómo actuamos inducidos por nuestro subconsciente). Por ejemplo, cuando escucho cosas como «me escriben muchos hombres», me pregunto si habrá una interpretación de rebaño detrás de la afirmación o si es un eximente de responsabilidad el hecho de que alguien se haya apuntado a una app solo porque otra persona la ha empujado a hacerlo.

      Algunas frases que suelen escuchar sistemáticamente los hombres, como si de un mantra con el que ellas pueden alcanzar la inmortalidad (en el reino de los cielos color rosa chicle) se tratara, son:

      «¡No busco sexo!».

      «¡Le pego una patada a una piedra y me salen veinte!».

      «Busco alguien que me haga reír, ji, ji, ji».

      «Haz espacio en tu vida para alguien que te quiera, porque en su cama te lo hace cualquiera».

      «¡Pero si podría ser su madre!». (Entre cierta sonrisilla y cara de porque yo lo valgo, cuando alguien veinte años más joven le «entra»). Me parece que el fanfarroneo ha cambiado de sexo; como apuntaba aquella canción de Scorpions, Winds of change...

      «¡Los hombres mienten!» o, lo que es lo mismo, «se quieren acostar contigo tras una gran inversión en forma de mensajes de amor —y cenas— y, una vez tienen lo «que querían», cambian su actitud y desaparecen sin decir adiós».

      «No me gustan los cachas de gimnasio, no tienen conversación, ji, ji, ji».

      «No soy de irme a la cama el primer día, ni con el primero que pasa». Esto lo dicen con cierta rotundidad antes de quedar por primera vez para, horas después (y tras varios mojitos), mostrarse sorprendidas al despertarse por la mañana desnudas en la cama de su nuevo «amigo»; situación que corrigen con un: