Los problemas de los padres de hoy. Ana Hilda Cruz. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Ana Hilda Cruz
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789584460028
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también, tienen el deber de aprender autoridad de parte de nosotros, de vivenciar el respeto hacia nosotros, y de demostrar obediencia. No solo debemos ser modelos y ejemplos permanentes, debemos ser coherentes, firmes y constantes en nuestras órdenes, y mantenernos en nuestro lugar, más que defender nuestra posición, debemos mantenerla con orgullo y dignidad, -no perderla-, somos nosotros quien la pierde, nadie nos quita nuestra posición, nosotros la descuidamos, por eso es que algunos padres terminan siendo tratados como hermanos menores. Piense por un momento en una empresa, allí, los subalternos admiten su posición, reconocen a su líder, y obedecen a sus jefes, de la misma manera, en nuestro hogar, debemos educar para que nuestros hijos, nos respeten como seres humanos y como padres, aprendan de nuestro liderazgo y vivencien experiencias edificantes, en un ambiente diseñado perfectamente para crecer y desarrollarse. No es por nada, que la familia fue la primera institución formal creada por Dios, para el desarrollo y la realización del ser humano. ¡Valórela siempre!

       El rey y la reina no gobiernan juntos

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      Cuando la pareja decide formalizar su unión, la mayoría de las veces tiene muy clara la naturaleza de esa unión, ambos quieren complementarse, definitivamente el uno se siente realizado con el otro, el uno tiene lo que el otro necesita y viceversa. Lamentablemente para algunos casos, con el paso del tiempo, ese complemento va tomando otra forma, y en algún momento, se convierte implícitamente en una competencia en lugar de un complemento, entonces surgen roces que van siendo entre cubiertos con los afanes de la rutina, pero cuando llegan los hijos las diferencias en la pareja se hacen un tanto evidentes en cuanto a los estilos de crianza, definitivamente la paternidad origina sentimientos maravillosos, pero también saca a la luz, elementos precipitantes de problemas y conflictos a nivel paternal.

      Los casos son muy parecidos en la mayoría de las parejas, el uno debido a su temperamento toma una actitud dominante, reguladora y normativa, el otro, debido a su experiencia personal de infancia, adopta una actitud permisiva, pasiva y hasta débil frente a los hijos. La dificultad se acrecienta cuando surgen situaciones donde se debe imponer autoridad, ó, donde se debe impartir disciplina, ó, simplemente donde se deben tomar decisiones en pareja, relacionados con criterios sobre regalos, viajes, fiestas, compras, etc. pero por cuestiones de tiempo, de trabajo, y de aparente funcionalidad, a veces se termina tomando decisiones individuales sin tener en cuenta al otro, o en el peor de los casos, dejándose excluir por el otro.

      Y así, como los padres son los que más conocen a sus hijos -después de Dios-, también son los hijos los que más conocen a sus padres -después de Dios-, sólo que ellos en algunas ocasiones expresan más viveza para aprovechar las oportunidades que se les presentan. La mayoría de los hijos saben que decirle a su padre y que no, por ejemplo, saben a cual de los dos acudir primero ante una queja del colegio, sopesan a quien le pedirán permiso para ir a jugar a la casa del vecino, saben como llegar al corazón de su mamá y de su papá, si la madre es permisiva, simplemente le dicen que ya hicieron la tarea, o que ya organizaron su cuarto, si el padre es permisivo, solo basta decirle de cierta manera, con cierto tono de voz y obviamente regalarle un abrazo, al padre autoritario, le hablan con cierto tono de humildad, con mucha sumisión, etc. Alrededor de estas dinámicas, se puede pasar mucho tiempo, inclusive años. Pero no muchos, pues tarde o temprano, se evidencia una situación común en los niños que viven con padres que no comparten las mismas políticas de educación.

      Generalmente estos niños comienzan a manifestar cambios en su carácter, algunos se vuelven de mal genio, otros son irascibles, otros expresan confusión y al hacerlo, manifiestan conductas que nunca antes habían expresado, quizás se vuelven violentos, agraden a compañeros de clase o a hermanos, otros comienzan a responder de manera atrevida y/o desafiante a los padres y maestros, y en otros casos, se retraen o se inhiben, y se convierten en niños tímidos, que se amedrentan fácilmente.

      Entonces se evidencia una dinámica subyacente, de manera abierta, los padres no pueden ocultar su inconformismo con el otro por su falta de apoyo, por su falta de dominio y prudencia, por su falta de firmeza, por su falta de comprensión, por su pasividad, por su impulsividad, por su falta de organización, etc. Los niños se dan cuenta de esto, interpretan señales corporales, faciales, movimientos de manos y por supuesto perciben el tono, la velocidad y la intensidad de las palabras de sus padres entre sí. La mayoría de los niños comienza a conocer verdaderamente el carácter de sus padres, y la sabiduría o ignorancia que expresan según su rol. Algunos niños comienzan a sentir angustia, inicialmente es una angustia de que no querer que sus padres discutan o peleen, lo curioso, es que cuando la discusión cesa en los padres, la angustia sigue en los niños, y es precisamente esa angustia la que origina algo llamado “confusión”, que a su vez, desencadena en desánimo, inestabilidad emocional, aburrimiento, y sentimientos de soledad.

      Pensemos por un momento lo que sucedería si trabajáramos en una empresa con dos jefes de igual status, que definitivamente se llevan la contraria, cuando uno imparte una orden, el otro la anula o imparte una orden contradictoria, como empleados quizás tratemos por un tiempo de lidiar con dichas políticas, pero en determinado momento se hará insufrible trabajar así. Seguramente pasaremos por varias etapas, desde hablar con cada uno para exponerles la cuestión, hasta debatir en reuniones o comités, arguyendo la necesidad de poner límite a semejante disparidad de liderazgo. Supongamos que hemos hablado, tratado de confrontar, enfrentado, supongamos que nos han prometido unificar sus acuerdos, y lo cumplen solo por una semana, supongamos que insistimos y la situación se repite. Seguramente llegará un momento en que estamos tan aburridos, pues la división o falta de acuerdo entre los jefes, no solo ha afectado la comunicación, sino también el trabajo en equipo, el clima laboral, la motivación y los estándares de calidad del trabajo. En algún momento querremos salir de allí, renunciar, cantarles las verdades a los jefes, o en el peor de los casos, callarnos, conformarnos y dejar pasar los días, y si hacemos esto de todas maneras, no dejaremos de sentirnos frustrados, en algunos momentos confundidos y por supuesto desanimados. Afortunadamente no existen muchas empresas corporativas así, pero desafortunadamente, si existen muchos hogares así.

      Las empresas más importantes que puedan existir, son las familias, y desafortunadamente sus jefes, o sea los padres, de muchas familias, están actuando de manera individual, la pareja no se ve así misma como un equipo, sino como dos individuos viviendo en un mismo techo y cuya mayor tarea ha sido batallar y tratar de cubrir las falencias del otro. Entonces vienen las excusas en forma de recriminación: “pero si ya les pego a los niños, para que quiere que les diga algo”, “Porqué tiene que regañarlos de esa manera, deje de ser cantaletuda”, “porque le dio permiso de salir, si yo ya le había dicho que estaba castigado”, “pero dígale algo al niño, al fin y al cabo es también su hijo”, “porque siempre tenemos que ir de vacaciones a donde usted se le antoja” Etc. En la mayoría de los casos, los padres aunque intentan ser prudentes en sus reclamos, sus hijos se dan cuenta de todo, no importa que tengan solo 4 o 5 años, de hecho, a menor edad, los niños son más perceptibles, pues su mundo son sus padres, y dependen la mayor parte del tiempo de ellos, por lo cual, están más pendientes de ellos.

      Cuando en el noviazgo, una pareja sueña con su matrimonio y programa los objetivos educativos de sus futuros hijos, debería discutir con antelación la forma de crianza que utilizaran con ellos. A veces piensan en cosas como el colegio al que irán, los viajes que harán, pero no piensan en la forma como los criarán día a día. Es por eso que padre y madre, deben inicialmente establecer canales de comunicación permanentes y amigables, y asegurarse de mantenerlos abiertos, además, deben reconocer las fortalezas del otro no solo como pareja sino como padres, también deben admitir las debilidades del otro para apoyarlo y complementarlo, no para enjuiciarlo y condenarlo. Por ejemplo, Si los padres se ponen de acuerdo, no