Te quiero pero voy a matarte. Ingrid V. Herrera. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Ingrid V. Herrera
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Книги для детей: прочее
Год издания: 0
isbn: 9788418013287
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      Publicado por:

      Nova Casa Editorial

      www.novacasaeditorial.com

      [email protected]

      © 2020, Ingrid V. Herrera

      © 2020, de esta edición: Nova Casa Editorial

      Editor

      Joan Adell i Lavé

      Coordinación

      Silvia Vallespín

      Noelia Navarro

      Portada

      Vasco Lopes

      H. Kramer

      Maquetación

      Daniela Alcalá

      H. Kramer

      Corrección

      Naiara Philpotts

      ISBN: 978-84-18013-28-7

      Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

      (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)

       Introducción

       Capítulo1 Héroe

       Capítulo 2 Eres una de ellos

       Capítulo 3 El dios del rock

       Capítulo 4 La princesa vagabunda

       Capítulo 5 Un monstruo

       Capítulo 6 Genial, más parientes

       Capítulo 7 No se muerde la mano que te da de comer

       Capítulo 8 Sin hogar

       Capítulo 9 Perseguida

       Capítulo 10 Cautiverio

       Capítulo 11 Cuando ahogarse es la solución

       Capítulo 12 La damisela en peligro

       Capítulo 13 Ojo por ojo

       Capítulo 14 El refugio

       Capítulo 15 Sebastian

       Capítulo 16 Secretos de familia

       Capítulo 17 Hogar, dulce hogar

       Capítulo 18 Incertidumbre

       Epílogo

       Extra Especial de Halloween

       Agradecimientos

      Tenía hambre de oso, hambre que hacía que sus tripas rugieran con salvajismo.

      Allan Lambert se levantó de la cama, abrió la puerta de su habitación y, tras él, dejó el desorden adolescente en su máxima expresión. Con la mínima elegancia posible, arrastró sus pies descalzos por el pasillo, mientras, bostezaba de forma ruidosa y se rascaba el vello arremolinado en la periferia de su ombligo.

      —Eh, Jamie, baja de ahí —le dijo a su hermano pequeño que estaba saltando sobre el sofá de la sala. Tenía una sábana amarrada alrededor de su cuello como si fuera una capa de superhéroe, empuñaba una espada de cartón y lucía una corona de las que regalaban en Burger King, que le quedaba grande y estaba chueca sobre su cabeza.

      El niño lo ignoró de manera deliberada y siguió dando gritos de guerra: luchaba a espadazos contra un dragón invisible.

      Allan abrió casi desesperado el refrigerador y escrutó el interior, esperanzado.

      Vaya, la verdad es que hasta los vagabundos podrían encontrar más comida en un basurero que ahí dentro. Todo lo que sus ojos veían era una solitaria caja de leche a medio acabar y una envoltura, arrugada y vacía, de queso.

      —Diablos —masculló cuando su estómago notó el precario estado de la despensa—. Jamie, ¿dónde está mamá? —gritó por encima del ruido del televisor y sacó la cabeza del refrigerador.

      —Salió —le contestó el niño sin dejar de brincar como una cabra loca—, pero dijo que me dieras diez libras y me llevaras al zoológico.

      —Buen intento.

      Jamie estalló en carcajadas y Allan se resignó a tomarse la leche desde el envase, de todas formas, su madre no estaba ahí para reprenderlo por actuar como un cerdo.

      —Noticia de último minuto —anunció la voz neutra del conductor del noticiero. Allan nunca veía las noticias, así que se limitó a rascarse la pantorrilla izquierda con la uña del pie derecho. Maldición, ¿por qué todo le picaba en la mañana?—. Se ha reportado una pantera. Está vagando por los alrededores de West Harrow —informó con tono formal y en el inferior de la pantalla apareció un pequeño recuadro de Google Maps que señalaba la zona—. Vecinos del lugar avisaron a las autoridades para...

      Allan expulsó la leche por la nariz sin poder evitar la sorpresa y estiró el cuello para visualizar el televisor. Repentinamente en alerta, fue hasta la sala y se limpió la cara con la manga de su pijama. Se dejó caer el sofá con la vista fija en el televisor. A su lado, Jamie no dejaba de saltar y Allan hizo un gesto vago con la mano para que se calmara.

      —Nos enlazamos con nuestro corresponsal, Peter Belmont, para el reporte completo.

      De pronto, la imagen cambió del estudio a un hombre que vestía un impermeable amarillo y tenía un micrófono en la mano. A su espalda se podía ver parte de la calle principal de West Harrow bloqueada por camionetas y oficiales de la Sociedad Protectora de Animales que rondaban y tomaban fotografías como si fuera la escena de un crimen.

      —Muy buenos días. Así es, Erick, como podemos observar, el personal de la Sociedad Protectora de Animales se encuentra ya resguardando a este ejemplar de pantera para examinarlo y posteriormente ponerlo a disposición del zoológico de Londres ya que... —El hombre siguió gesticulando, pero no decía nada. La barra de volumen se encogía en la parte inferior de la pantalla.

      —¡Jamie, pisaste el control remoto! —Trató de rescatar el aparato que había caído entre los cojines arrugados y presionó el botón del volumen tan rápido que, sin