Sistema nervioso humano, diseccionado
por el Dr. Rufus B. Weaver en 1988
La Teoría de “Los Tres Cerebros” de Mc Lean
“Durante la tercera semana del desarrollo embriológico humano puede observarse que el encéfalo está constituido por tres vesículas: prosencéfalo (cerebro anterior), mesencéfalo (cerebro medio) y el rombencéfalo (cerebro posterior). A partir de la quinta semana pueden distinguirse dos partes de la primera vesícula: el telencéfalo y el diencéfalo”. (Mc Lean P.D., 1949, y Mc Lean P.D. and Delgado J.M.R.1953).
El Dr. Mc Lean investigó y publicó sus trabajos de psicosomatología durante décadas. Según su teoría, las manifestaciones de las respectivas conductas de los tres cerebros tienen mucho que ver con los rasgos de nuestra personalidad como de nuestra conducta humana, influyendo en nuestros procesos de salud/enfermedad.
El cerebro paleoncéfalo, antiguo o reptil, ubicado bajo el cerebro medio y sobre la espina dorsal, es el responsable de tres aspectos claves de nuestra existencia: en primer lugar, rige una serie de necesidades relacionadas con el instinto, especialmente el sexual. En segundo término, mediante su accionar establecemos y defendemos nuestro/s territorio/s. Por último, es por su efecto que establecemos las jerarquías.
El cerebro medio, mesocorteza o mesencéfalo se ubica por sobre el reptil y bajo el neocortex o corteza. Formado por dos lóbulos, se relaciona con ambos hemisferios integrantes del neocortex. El tálamo, hipotálamo, la pineal, los bulbos olfatorios, la región septal y el hipocampo se agrupan en él. Es este el cerebro que rige las funciones relacionadas con la autoconservación (alimentación, lucha, etc.) y la conservación de la especie (procreación) como así también el comportamiento emocional. Es comúnmente considerado como el asiento de las emociones y se lo responsabiliza de conductas tan dispares como la agresión o el cooperativismo, por citar un ejemplo.
“Joseph E. Ledoux un científico del Centro neurológico de la Universidad de Nueva York, fue el primero en descubrir el importante papel desempeñado por la amígdala en el cerebro. La investigación llevada a cabo por Ledoux explica la forma en que la amígdala asume el control cuando el cerebro pensante (Neocórtex) todavía no ha llegado a tomar ninguna decisión.
Ledoux (autor de “El Cerebro Emocional”, 1998) a través de múltiples experimentos, descubre que las relaciones emocionales no son necesariamente producto del pensamiento que ocurre en la “neocorteza”. Confirman sus investigaciones que la información sensorial es procesada, en primer lugar, por el sistema límbico y de allí pasa a la neocorteza para su procesamiento a nivel de pensamiento. Finalmente se traduce en cambios externos conductuales.
El sistema emocional siempre tiene una reacción inmediata, lo que parece imponerse a nuestra voluntad consciente, se ubica en las capas más recónditas del cerebro. Su proceso se encuentra en lo que la neurociencia conoce como sistema límbico o asiento de la afectividad. Éste sistema está asociado a la capacidad de sentir y desear, su función principal es controlar la vida emotiva. A su vez se ha determinado que energiza la conducta para el logro de metas. (Henry Sánchez Rondón, “Inteligencia emocional y el mapa emocional del cerebro”, Taller en Bogotá, Colombia, 2011).
Sin embargo, y en honor a la verdad, la evolución del conocimiento ha llevado a que en nuestros días “el asiento de las emociones” le sea atribuido al cerebro en su totalidad (cortical y subcortical) y no específicamente al mesencéfalo.
Un párrafo aparte merece el hipotálamo, región del encéfalo situada en la base cerebral (antiguo segmento del cerebro anterior) unida por un tallo nervioso a la hipófisis, en la que residen centros importantes de la vida vegetativa. Éste influye directa o indirectamente en todas las funciones del organismo y del sistema límbico. Mc Lean lo denominó como “cerebro visceral” por su clara influencia en las vísceras controladas por el sistema nervioso autónomo.
El superior, neocortex o corteza, es el cerebro propiamente dicho. Está compuesto por dos hemisferios (en realidad “cuartos” de esfera), el izquierdo y el derecho que, de acuerdo con los estudios científicos de las dos últimas décadas, funcionan como dos cerebros separados: “es la unidad que programa, regula y verifica el comportamiento”. Sin él, por ejemplo, no tendríamos la capacidad de pensar por anticipado. A grandes rasgos, el hemisferio izquierdo es el racional, analítico, lógico, verbal, numérico, razonador, realista. Por su parte el derecho es el intuitivo, sintético, difuso, imaginativo, holístico.
De la integración armoniosa de estos “dos cerebros” (los dos hemisferios cerebrales) nos habla el comportamiento de cada ser humano.
Según Mc Lean “el hombre se forja hombre, luchando contra el animal que es”, y esto se explica por cuanto “los comportamientos inferiores y arcaicos – sexual, gregario, agresivo, predominantes de los cerebros inferiores – están en lucha frente al cerebro nuevo que intenta darles un sentido superior y su correcta canalización”.
Los tres cerebros, según la teoría de McLean(Fuente:
“Energía Radiante”, Padre Ricardo Gerula)
Cuándo a un niño de 2, 3 o 4 años, día tras día sus padres una y otra vez le gritan: “¡Sos un tonto!”, “¡Sos un estúpido!”, “¡Nunca vas a servir para nada!”, “¡Nunca vas a llegar a nada!”, él siente amenazada su seguridad tanto física como mental. Se le dispara el cerebro medio, desconecta el superior, y termina comportándose como un tonto o estúpido. Pasan los años, llega a la adolescencia o adultez y si por ejemplo, ante un examen en la secundaria o la universidad, el docente a cargo del mismo logra alterar por algún medio su seguridad disminuyendo su autoestima, automáticamente caerá bajo el influjo del cerebro medio y volverá comportarse como un tonto o un estúpido. Y ya sabemos cómo le irá en su examen ¡aunque tenga 180 de cociente intelectual o su equivalente emocional!
En forma análoga acontecerá lo propio con su salud.
De ahí la capital importancia de mantener una integración armoniosa entre los tres cerebros, para que su finalidad ya citada: establecer un puente entre el medio interno y el externo del ser humano, se dé acabadamente.
Por el ejemplo apuntado, queda en claro cuanta responsabilidad tenemos en ello los padres, especialmente en la relación con nuestros hijos en sus primeros años de vida.
Me encontraba realizando la revisión final de este tema, cuando un querido amigo, Víctor Peluffo, publicó el siguiente texto en Facebook, accediendo a que lo incluyera aquí. Dice así:
“Al nacer nuestro cerebro REPTILIANO viene marcado con una impronta ancestral, difícil de modificar. Estará presente en momentos extremos o de resolución de nuestra vida, y al instante de reconocer el sello primitivo, yo lo llamo “hacerse cargo de quiénes somos”.
Al momento de interactuar con el medio, nuestro cerebro LÍMBICO se va impregnando de información proveniente de las emociones. Desde la vida intrauterina y por el resto de ella, siempre va mutando. Algunos aseguran que luego de cierta edad, el cerebro no aprende y esto no es cierto. Millones de células nerviosas se activan y crean nuevas conexiones gracias a nuevas experiencias y nuevas emociones. Claro está que ello es posible en virtud de las emociones a las que nos permitamos exponernos a lo largo de nuestra vida. Quienes nos atrevemos a vivir la magia de la vida, generamos una bioquímica especial y nuestro cerebro permanece joven por mas cantidad de años. Asumiendo riesgos y exponiéndonos a la incertidumbre del “voy a intentarlo” sin importar el resultado aceptando que la magia de la vida se encuentra en el viaje y no en el destino final.
Los que comprendemos la magia de la vida, tenemos hábitos de comportamientos y desarrollamos una especial conducta de quitarnos permanentemente de la zona de confort. Así transformamos nuestro paso por la tierra en una aventura exquisita que vale la pena saborear en todas sus formas.
En