Tus creencias no solo evitan que puedas ver otros puntos de vista, sino que también afectan, por ejemplo, a las acciones que tomarás en la vida así como a las emociones que sentirás.
Según las creencias de tu mapa mental, pensarás de una manera u otra. Según pienses, actuarás de un modo u otro. Según actúes, obtendrás unos resultados u otros. Todo se inicia en tus creencias. Lo que tienes en tu vida es, en gran parte, consecuencia de tu mapa mental y a pesar de que la suerte tiene su parte de impacto, esta es mucho menos importante de lo que imaginas.
Creencias favorables — Pensamientos favorables — Emociones favorables — Acciones favorables — Resultados favorables.
Las creencias puedes ser facilitadoras o limitantes, las facilitadoras te acercarán a lo que quieras conseguir, y las limitantes te cerrarán puertas, alejándote de ello.
En mi caso, creer que el videojuego estaba mal, aferrándome a esa idea sin abrirme a otras posibilidades, y por lo tanto pensar que era imposible encontrar aquel lugar, causó que no probase más opciones y me rindiese. Esa fue mi creencia limitante.
Y esa es la consecuencia más potente y peligrosa de las creencias. Si tú crees que no hay puerta, no buscarás. Si en cambio crees que sí hay puerta y estás convencido de ello, buscarás hasta quedarte sin aliento, aprovechando al máximo tus recursos, tu creatividad y expandiendo tus límites más allá de lo esperado.
A través de tu mapa mental estableces cómo crees que va a ser algo y, por lo tanto, tus acciones se centrarán en confirmar la veracidad de esa creencia, sean cuales sean las consecuencias.
Según lo que creas, actuarás de un modo u otro.
Desconocer tu mapa mental es toda una insensatez. Una insensatez demasiado común.
Podrás detectar las creencias que conforman parte de tu mapa mental a través de frases y pensamientos del estilo:
— «Creo que...».
— «En mi opinión...».
— «A mí me parece qué...».
— «Es mejor si... ».
— «Esto es así».
— Tus afirmaciones sobre el mundo.
— Refranes típicos que te guste decir.
— Las generalizaciones o frases que contengan: todo, nada, nunca o siempre.
Acostúmbrate a escuchar tus pensamientos y las palabras que verbalizas, puedes incluso llevar una libreta a mano y escribirlas, así irás conociendo con mayor precisión, poco a poco, tu mapa mental.
Está genial que tengas un sistema que simplifique la complejidad y el exceso de información de la vida, pero es imprescindible que lo conozcas. Ten en cuenta que cuanto más conozcas ese mapa mental y las creencias que lo constituyen, más útil y eficiente serás a la hora de navegar a través de la vida. Si no sabes con qué mapa viajas, ¿acaso sabrás hacia dónde te diriges?
Conoce las creencias de tu mapa mental, ¡es la herramienta más potente y más limitante de que dispones como ser humano!
Así que recuerda una vez más: ni tu mapa mental, ni tus creencias son el territorio, no representan la totalidad de la realidad sino una simplificación de la misma, y recuerda que en muchas ocasiones, ¡ni siquiera lo elegiste tú! Lo habrás heredado de tu padre o de tu madre, de tu grupo de amigos y amigas, de un atleta al que admiras, de alguna película de la infancia, de un libro que te marcó, de aquel videojuego que tanto te impactó, de los refranes populares que escuchabas... la lista es interminable, más incluso que la historia de Michael Ende.
Por lo tanto, te invito a que reconsideres una última cosa: si al vivir centrado únicamente en el mapa estás perdiendo mucha información que no está en él, ¿te das cuenta de que lo que ves no es la realidad, sino solo la parte de ella que te interesa?
Tus creencias no son la realidad absoluta, cada vez que te empeñas en creer que sí lo son hay una pared con una puerta oculta que no detectarás y de la que pasarás de largo una y otra vez, perdiéndote todos los tesoros que se esconden tras ella.
¿Nunca has ido golpeando muros en un videojuego porque te «olías» que había una puerta secreta?
Te invito a que hagas lo mismo con tu vida. Es hora de «derribar» tus creencias obsoletas así como aquellas que hacen que vivas con limitaciones. Ambas te afectan limitando tus acciones y alejándote de llegar allá donde quieras llegar.
Disfruta de tu mapa, úsalo y actualízalo de manera constante con todo aquello que necesites, es decir, con creencias favorables
CONCLUSIÓN DEL APRENDIZAJE TERCERO - LEY III: EL MAPA NO ES EL TERRITORIO
Gracias a los videojuegos has aprendido las funciones principales de un mapa, así como que un mapa no es más que una simplificación de la realidad, no una representación total de la misma.
Recuerda:
— El mapa sirve para navegar, simplificar y filtrar la realidad. Solo muestra lo importante.
— Si no ves más allá del mapa te perderás muchos detalles.
— Una creencia es una idea o pensamiento que usas para valorar, interpretar o juzgar la realidad.
— Las creencias son las piezas que forman tu mapa mental.
— Tu mapa mental y tus creencias no son la realidad absoluta.
— Tu mapa mental lo usas para navegar por la vida, para filtrar y quedarte con lo que importa y para destacar aquello de relevancia para ti.
— Cada persona tiene su propio mapa mental, su propio sistema de creencias que le permite interpretar el mundo y sus experiencias.
— Conocer tu mapa mental, en profundidad, es fundamental para tu vida.
— Tus creencias determinan tus acciones, y tus acciones determinan tus resultados.
— Hay creencias que te ayudan a lograr lo que quieres y otras que te alejan de lo que quieres. Derriba aquellas que te limiten.
Recuerda que tu mapa no es la realidad. Busca maneras de sanear, mejorar y transformar tu mapa mental para favorecer alcanzar aquello que te propongas.
Cuestiónate y conoce tu mapa mental preguntándote:
¿Esta creencia, facilita o limita conseguir lo que quiero?
Esto que pienso, ¿soy yo el que cree que es así o se trata de una verdad absoluta?
¿Cómo actuaría si no creyera esto?
4. PARA LLEGAR A MAESTRO PRIMERO HAS DE SER APRENDIZ
Lleva tiempo dominar las nuevas habilidades. Poniéndolas en práctica, pulirás tu técnica, pero utilízalas sabiamente.
Deckard Cain , Diablo II
Ver a mi hijo por primera vez ha sido, sin duda alguna, el mejor día de mi vida, al menos eso es lo que siempre respondo como versión oficial. Pero como aquí estamos en privado, tú y yo, voy a contarte un pequeño secreto: hay otro día en mi vida que rivaliza directamente con ese momento.
Imagínate. 1990, diez de la noche, apenas dos meses después de que mi padre trajese a casa un ordenador. Sí, sí, un ¡ordenador! Exactamente un modelo 286. Como te decía, mi