Biblioteca Studio Ghibli: La princesa Mononoke. Laura Montero Plata. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Laura Montero Plata
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788417649524
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entrevistas exclusivas, ilustraciones y fotografías originales, todo ello en una edición de lujo ideal para coleccionistas.

      Una colección necesaria para abordar con profundidad y madurez la obra de uno de los estudios de animación más importantes y aclamados de todos los tiempos.

      El editor

       PRÓLOGO 序文

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      La princesa Mononoke se estrenó justo cuando estaba terminando mis estudios en la Irish School of Animation de Ballyfermot, en Dublín, y ha continuado siendo parte de mi vida desde entonces.

      En mi adolescencia, a principios de la década de los noventa, era fan de la animación japonesa y del cómic –en la limitada medida en la que era consciente de ellos a través de las reediciones de manga y de VHS que se lanzaban de películas como Akira–. Por supuesto, como muchos niños que crecieron en Europa en los ochenta, vi mucha animación japonesa en televisión sin saber dónde se habían producido esos dibujos o la cultura de la que emanaban. Pero en algún momento de 1997, empecé a oír en las radios irlandesas y británicas a críticos de cine y periodistas hablar sobre una nueva obra maestra de Japón que era como ninguna otra que hubiésemos visto.

      Siento decir que perdí la oportunidad de disfrutar de los deleites de los primeros trabajos de Miyazaki, por lo que el lanzamiento de Miramax de La princesa Mononoke iba a ser mi primer encuentro con su visión única y sus sensibilidades. El rumor era que ésta era una forma más adulta de animación que aquellas a las que los estudios occidentales nos tenían acostumbrados. Los noventa supusieron un renacimiento del cine de animación americano y condujeron a un gran paso adelante en el avance de las técnicas de animación, aunque la actitud predominante continuó considerando que la animación era un simple entretenimiento para niños. Así que, como un idealista estudiante de animación y aspirante a director, escuchar que esta película estaba dirigida a un público más adulto y que lidiaría con temas más maduros fue muy emocionante. El hecho de que el escritor encargado de adaptar el guion fuera uno de mis autores de cómic británicos favoritos, Neil Gaiman, incrementó aún más la expectación.

      Había soñado con formar un estudio con mis amigos de la universidad: queríamos crear filmes animados que ofrecieran algo distinto a lo que las convencionales películas comerciales nos tienen acostumbrados. Para nuestra ópera prima, El secreto del libro de Kells (The Secret of Kells, 2009), quería crear una película animada que se inspirase en el arte, el folclore y la historia irlandesa, y que procediera realmente de la cultura en la que habíamos crecido. Y aun así deseábamos también crear algo que fuera universalmente atractivo e imperecedero. Cuando vimos que La princesa Mononoke había hecho eso justamente con la cultura, la mitología y las tradiciones japonesas, se convirtió inmediatamente en una gran fuente de inspiración para nosotros.

      No obstante, en mis primeros visionados de La princesa Mononoke, no estoy seguro de que apreciara por completo la importancia que este filme y los trabajos que Studio Ghibli tendrían en mi vida. Quizá todavía estaba demasiado enamorado de los estilos de animación más caricaturescos que habíamos intentado dominar en la universidad, o tal vez habíamos estado esperando algo más acorde con las comparativas que críticas previas habían establecido con Star Wars u otras más estandarizadas formas de fantasía. Mi primer visionado se centró principalmente en la increíble técnica, en la fluida integración del CG y de los elementos dibujados a mano, y en las muy gráficas representaciones de acción y de violencia que no habíamos visto antes en una película de animación. Estaba asombrado en gran medida por el espectáculo, las exóticas localizaciones, los personajes, los trajes y las criaturas, y, por supuesto, por la impecable técnica de dibujo. Sin embargo, cuando compramos el VHS, rápidamente se convirtió en la película favorita de mis hijos y, como Miyazaki ha dicho, quizá solo los niños son lo suficientemente inocentes como para apreciar sus complejas temáticas. Irónicamente, nosotros los adultos proclamamos querer historias más «maduras» pero a menudo nos vemos sorprendidos por su complejidad y su ambigüedad.

      Me costó visionarla repetidas veces con mi hijo para apreciar las sutilezas de la narración, y absorber y valorar realmente cuán especial y diferente era con respecto a cualquier otra cosa procedente tanto de Estados Unidos como de Japón. Situándose en algún lugar entre el arte y el entretenimiento, y lidiando con temas míticos y, aun así, llena de emociones humanas mundanas y honestas, y de estudios de personalidad, la película se ha convertido para mí en un tesoro al que aún sigo volviendo una y otra vez.

      Siento que todavía estoy empezando a entender y apreciar hasta qué punto ha sido un regalo para el medio animado este filme. Desafía toda convención y comparación. Los tempranos intentos de darle un contexto a Miyazaki como «el Walt Disney o el George Lucas japonés» no alcanzan de ninguna manera a describir sus talentos y la profundidad de su trabajo. Es por este motivo por el que un libro como éste es tan valioso. El trabajo de investigadores como Laura Montero Plata ofrece un servicio a aquellos de nosotros que deseamos estudiar la película, nos permite ahondar en nuestro entendimiento y valoración de esta obra, y ayuda a situarla en contexto con otras obras importantes de nuestra forma de arte.

      Hoy por hoy la película es mencionada con regularidad en nuestro estudio; sin ir más lejos la semana pasada una animadora italiana que trabaja en nuestra nueva producción me contó que se pregunta para qué nos molestamos en hacer películas de animación ¡teniendo en cuenta que existe La princesa Mononoke! Sin embargo creo que más que venerar ciegamente este gran éxito es mejor contemplarlo como un referente, como un ejemplo de lo que es posible hacer en este medio más allá de los tropos y los clichés en los que la animación se empantana con frecuencia. Una llamada a la acción y un punto de referencia al que mirar cuando creamos nuestras historias.

      Los temas de La princesa Mononoke siguen siendo hoy más relevantes que nunca; la incómoda relación del hombre con el medio ambiente nunca ha sido más precaria y recuerda al público que respetar nuestro lugar dentro de la Naturaleza se ha vuelto todavía más importante. En un mundo cada vez más globalizado y homogéneo, una película que habla de manera universal, y aun así logra incorporar la cultura y la mitología autóctona de sus creadores, es muy valiosa.

      Los emotivos matices que Hayao Miyazaki pinta en sus personajes, con no solamente héroes nobles o malvados villanos sino con seres humanos en conflicto, con lealtades cambiantes y visiones del mundo morales, ofrecen una panorámica de la humanidad emocionalmente inteligente y matizada, tan importante hoy en un mundo cada vez más polarizado. Y en una industria que parece solo interesada en las más novedosas y brillantes técnicas de CG, La princesa Mononoke se erige como un testamento atemporal del poder de la pintura y de los pinceles.

      Fui lo bastante afortunado como para estar en Los Ángeles en la entrega de los Óscar honoríficos de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de 2014, cuando John Lasseter entregó a Hayao Miyazaki un premio por su trayectoria profesional. Después de la ceremonia, vi a Hayao Miyazaki fuera, en la zona de fumadores, y pedí un cigarrillo a un amigo. No fumo normalmente pero necesitaba una excusa para ponerme al lado de mi héroe y, quizás, intercambiar algunas palabras. Cuando le expliqué mis intenciones a su intérprete, ella se lo tradujo y él se rió y me ofreció un encendedor y su cenicero. Mientras tosía y carraspeaba con la extraña sensación de fumar un cigarrillo, me las arreglé para decir:

      «Gracias».

      Creó que él lo entendió.

      Tomm Moore,

      director de animación dos veces nominado a los Óscar por El secreto del libro de Kells y La canción del mar.

      CAPÍTULO 1 スタッフ

      EL EQUIPO QUE CREÓ LA PRINCESA MONONOKE

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