Las prácticas de enseñanza . Jorge Steiman. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jorge Steiman
Издательство: Bookwire
Серия: Educación, crítica y debate
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788418095313
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      antes de haber llegado.

      Por eso es muy posible que no asista a mi entierro,

      y que mientras me rieguen de lugares comunes,

      ya me encuentre en la tumba,

      vestido de esqueleto,

      bostezando los tópicos y los llantos fingidos.

      Oliverio Girondo

      No recuerdo cuando fue la primera vez que me encontré con Oliverio Girondo. Pero sí recuerdo, aún hoy, las sensaciones que me provocó la lectura de sus poemas: primero la incredulidad de sentir que fue un poeta de otro tiempo, no de la década de 1920 sino de un futuro mucho más cercano a este presente; después, la familiaridad de poder conversar con quien habla desde las veredas, las locuras cotidianas (propias y ajenas), la pasión.

      La mejor biografía (¿biografía?) que leí de Oliverio fue la de Juan Sasturain. Él dice que es el mejor poeta argentino del siglo XX y que leerlo es una experiencia que te cambia la vida, que te deja diferente de cómo te encontró, que te reconcilia con la poesía aun a quienes los textos poéticos les provocaron desconcierto, rechazo, alergia o fastidio: Girondo se entiende y se disfruta.

      Cuando me topé con “Dicotomía incruenta” ya había leído a Bourdieu. Y lo primero que pensé es que ese era un poema bourdieuano: un cuerpo que no es solo el propio sino todos los cuerpos, todas las hexis; una casa a la que se llega ya habiendo llegado, una muerte que se muere no habiéndose muerto. Desde mi propio mundo en rima, leo en Oliverio la noción de habitus.

      ¿Quién sabe si Pierre Bourdieu leyó alguna vez la poesía de Oliverio Girondo? O más aun, ¿quién sabe si a Pierre Bourdieu le gustara la poesía?

      En Autoanálisis de un sociólogo (2006), tal vez la única biografía (¿biografía?) autorizada del francés, no aparece al respecto indicio alguno. Claro que, un Bourdieu que descree de las autobiografías, “género convencional y engañoso” afirma, prefiere enfatizar lo que el texto es en esencia: un socioanálisis de sí mismo, una interpretación del propio yo en el contexto de las fuerzas sociales que han hecho de ese yo, un yo social. Este autosocioanálisis, continuación sobre el sí mismo de El oficio de científico (2003), es una reflexión sobre su práctica como investigador. Pero nada dice de la poesía de Oliverio.

      Es bien cierto. Tanto como que Oliverio hubiera sido un buen par para escribir juntos el “Autosocioanálisis de un poeta”.

      En Antología de la Poesía Argentina Moderna (1931) Oliverio se presenta a sí mismo recordando con ironía su propia historia: un niño hermoso y rubicundo experto años más tarde en las artes de las carambolas. Y con la nostalgia de haber perdido parte de su vida, nos cuenta que rompió papeles hasta que publica en 1922 algunos de los que se salvaron en Veinte poemas para ser leídos en el tranvía (1968). Al momento de esa primera edición, aún faltaban ocho años para que naciera Pierre Bourdieu.

      Es bien cierto. Tanto como que Bourdieu hubiera sido un buen par para escribir juntos “Veinte poemas para ser leídos desde el campo social”.

      Pero vamos a lo nuestro. Este capítulo no trata sobre Bourdieu ni sobre Oliverio… Pero necesitamos a ambos para abrir esta primera puerta que nos lleve hasta la reflexión sobre nuestras prácticas de enseñar en la educación superior. Porque el arte, cualquiera fuere, siempre abre puertas.

      Fantasmas

      Vinieron solos, pero vinieron,

      son los fantasmas frecuentes.

      Esta vez no susurran al oído,

      están a los gritos y peleando.

      Están queriendo anudar sus soles

      a mi endeble estructura ósea.

      Están queriendo incrustar sus gemas

      en mi incruenta musculatura sana.

      Vinieron solos, sobrevivientes

      de las historias no contadas.

      Están burlones como bufones

      y están sedientos de relatos.

      Se asoman, se muestran,

      son los fantasmas en ciernes.

      Se mofan, se afrentan,

      son los fantasmas que vienen.

      Pretenden quedarse aquí

      y nadie los ha invitado.

      Jorge Steiman

      Quiero presentar, en primer lugar, un marco conceptual de referencias en un desarrollo que va de lo general a lo particular, con inicio en el concepto de práctica social de Bourdieu para circunscribir luego, dentro de ellas, a las prácticas de enseñanza. Este marco permitirá en los capítulos subsiguientes, centrarnos en las prácticas reflexivas y plantear la relación entre práctica, reflexión y enseñanza que es el eje central de este libro.

      Si asumimos la práctica docente como una práctica social, inevitablemente debemos referenciarnos en la perspectiva sociológica de Bourdieu. Las prácticas sociales son el producto de un interjuego entre las condiciones sociales objetivas en que se desarrollan las prácticas y el agente social que las produce. Desde esta postura, el agente no es rescatado en tanto individuo sino como agente socializado, al portar una historia social hecha cuerpo (Bourdieu, 2007). En esta lógica la docencia se presenta como un colectivo socializado.

      Se trata de la percepción de la relación individuo-sociedad como relación construida, no dada, entre las dos formas de existencia de lo social: lo social hecho cosas (estructuras sociales externas-condiciones objetivas) y lo social hecho cuerpo (estructuras sociales internalizadas- lo incorporado al agente).

      Para Bourdieu, las estructuras sociales externas se refieren a espacios en los que se da un juego social, históricamente constituidos, y en los que se identifican unas instituciones específicas con leyes de funcionamiento propias. Por otro lado, las estructuras sociales internalizadas refieren a uno de los conceptos claves del francés: los habitus: “(…) sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes, es decir como principios generadores y organizadores de prácticas y de representaciones” (Bourdieu, 2007, p. 86).

      Dado que lo social existe doblemente, tanto en las estructuras objetivas como en los individuos, acercarse a la comprensión o lectura de las prácticas sociales impone un trabajo de captación de esta relación dialéctica entre los dos términos: campo (relaciones objetivas entre posiciones históricamente definidas) y habitus (relaciones históricas incorporadas a los agentes sociales).

      ¿Qué es lo que constituye ese campo, se pregunta Bourdieu (1990) en Sociología y Cultura? Dos elementos: por un lado, la presencia de un capital común y por otro, la lucha por su apropiación. A lo largo de la historia, en el campo educativo, científico o artístico se ha acumulado un capital amplio de conocimientos, habilidades, creencias, ante el cual actúan dos posiciones: la de quienes lo poseen, y que ello fundamenta su poder o autoridad en ese campo, razón por la cual tienden a adoptar conductas de conservación; y la de quienes pretenden poseerlo, quienes prefieren estrategias de rebeldía. Sin embargo, a ambas posiciones hay algo que las emparenta: “quienes participan de un mismo campo, tienen un conjunto de intereses comunes, un lenguaje, una complicidad objetiva que subyace a todos los antagonismos” (p. 13).

      Bourdieu (2007) advierte la dinámica del campo a partir de la metáfora del juego social. Así, el juego dentro del campo se explica porque los jugadores, una vez que han interiorizado sus reglas –los habitus– actúan conforme a ellas sin reflexionar sobre las mismas ni cuestionárselas. Se ponen entonces al servicio del propio juego en sí (la estructura social objetiva). Se podría entonces, partiendo de las acciones observables de los jugadores, comprender el juego, deducir sus reglas, determinar quiénes son