Los rostros del otro. Varios autores. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Varios autores
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789587903478
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una transición “modernizadora” que transformara el sultanato en una nación secular que imitara los valores de Occidente. Pese a esa aparente apertura, la pérdida de territorios en los Balcanes y la declaración de independencia búlgara aceleraron el chauvinismo turco de los miembros del CUP quienes rápidamente prohibieron cualquier tipo de asociación política basada en afiliaciones de carácter étnico o nacional para así intentar salvar al imperio (McDowall, 2004, pp. 87-95).

      Fue bajo este contexto que, durante la primera década del siglo XX, podemos encontrar las primeras manifestaciones de identidad territorial kurda sobre el Kurdistán animadas por jefes tribales y religiosos (algunos llegaron a proponer una alianza kurdo-armenia que hiciera frente al ascendente nacionalismo turco), e incluso rumores de una posible secesión promovida por rusos y británicos que jamás se materializaría. De hecho, aconteció todo lo contrario pues, durante la Primera Guerra, sectores kurdos motivados por su adhesión voluntaria o involuntaria al ejército otomano (muchos kurdos suníes, por ejemplo, movidos por el miedo) colaboraron en las masacres contra las comunidades potencialmente alineadas a los intereses expansionistas rusos en Anatolia (en particular el genocidio armenio). Igualmente, desde aquel periodo los Jön Türkler identificaron el posible surgimiento de una identidad nacional kurda, por lo que buscaron su asimilación por medio de su dispersión (cerca de 700.000 personas distribuidas en pequeños grupos) a lo largo del oeste de Anatolia a fin de borrar cualquier sentimiento de territorialidad y quebrantar la organización tribal (McDowall, 2004, pp. 98-99 y 102-108).

      Una vez finalizada la Primera Guerra, el imperio quedó fragmentado y ocupado por las fuerzas militares de las potencias europeas vencedoras (Francia, Reino Unido e Italia y Rusia), así como por las ambiciones nacionalistas griegas y armenias. Al final, tras años de guerra y negociaciones, y los planes coloniales frustrados de británicos y franceses (por ejemplo, el acuerdo secreto de Sykes-Picot de 1916, hecho público por los bolcheviques rusos), el imperio fue disuelto (Zürcher, 2004, pp. 143-147). Como consecuencia, el Kurdistán, que otrora había sido un territorio mayormente integrado en una sola entidad político-administrativa, quedó dividido en cuatro. Simultáneamente, esto dio pie a la consolidación del movimiento nacionalista turco como una fuerza política regional poderosa que habría de combatir a los ejércitos extranjeros ocupantes entre 1919 y 1923.

      En 1920, el Pacto Nacional tomó el control del parlamento otomano y estipuló la indivisibilidad de los territorios habitados por una mayoría otomana musulmana no árabe. Esto significó que para el Imperio otomano y, posteriormente, para la República de Turquía, cualquier territorio situado dentro del Kurdistán otomano era parte de su territorio pues los kurdos eran una “mayoría otomana musulmana no árabe”.

      El papel de Ziya Gökalp en la consolidación del kemalismo como la ideología del nuevo Estado5 y en la diferenciación entre “turcos” y “kurdos” fue trascendental. Gökalp sostenía que kurdos y turcos eran grupos étnicos distintos que se mezclaron debido a sus lógicas tribales. Según él, este contacto conllevaba forzosamente un proceso de asimilación voluntario o involuntario en ambos sentidos. De esta manera, muchas personas de origen turco sufrieron un proceso de “kurdificación”. Desde su punto de vista esto era negativo pues era necesario “bajar” a la gente de las montañas para civilizarla con actividades y valores “modernos” y adaptarla a la vida agrícola sedentaria de las planicies. He ahí el origen de la idea que más tarde desembocaría en el concepto “turcos de la montaña”, mediante el cual el Gobierno turco se refirió a los kurdos durante décadas. Eran “turcos de la montaña” porque eran considerados como incivilizados marginados del progreso social y económico de la modernidad. Eran un obstáculo para el nuevo Estado porque atrasaban al resto del país con sus prácticas tribales. Eran parte de ese Oriente que frenaba el proceso de occidentalización al que debía pertenecer la República de Turquía. El discurso oficial dictaba que su función era liberarlos de su ignorancia por medio de su asimilación a las lógicas sociales y económicas del Estado (es decir, la función social del Estado citada anteriormente). Los kurdos debían transformarse en turcos. Para ello manipularon fuentes históricas y geográficas en favor del discurso nacionalista turco y en contra de cualquier evidencia que probara la existencia de la cultura kurda en el pasado dentro de la región para así borrarlos del ideario colectivo. El idioma kurdo fue prohibido durante décadas, las toponimias de cientos de pueblos y ciudades fueron turquificadas, la mención de la palabra Kurdistán quedó censurada y se pusieron en marcha políticas demográficas para quebrar el sentido de territorialidad de los kurdos. El Estado destinó importantes esfuerzos en crear una nueva narrativa histórica. Por medio de las instituciones educativas (particularmente dentro de las asignaturas de Historia y Geografía)6 y los medios de comunicación adoctrinaron a su población conforme al ideario nacionalista. Cuando esto no funcionó, no dudó en usar la fuerza del ejército (masacre de Dêrsim de 1937-1938) o de grupos paramilitares (masacre de Maraş/Gurgum en 1979 a mano de los Bozkurtlar7) con frecuente complicidad de aghas kurdos.

      Las duras condiciones impuestas por el Estado turco desde sus inicios, el surgimiento de una conciencia nacional kurda y el hartazgo popular por la complicidad de líderes tribales kurdos con el régimen, serían la semilla de nuevas resistencias armadas mucho más consolidadas que aparecerían durante la década de los setenta y reconfigurarían la vida política en Turquía.

      UNA NUEVA IDENTIDAD ÁRABE

      En las regiones de mayoría árabe el proceso de desvinculación con el Imperio otomano fue diferente al que aconteció en Turquía. Esto se debe a que cuando su disolución era inminente, la mayor parte de los árabes del imperio, incluidos los grupos de élite, se asumían como otomanos y eran leales al sultán. El sultán era para ellos el líder de toda la comunidad religiosa musulmana, sin distinción étnica o lingüística alguna. Esto quiere decir que no buscaban el desmembramiento del imperio, sino que más bien exigían reformarlo y descentralizarlo, para así hacer contrapeso a las políticas “turquificadoras” del CUP que relegaban a los árabes de los altos cargos del imperio. Como resultado emergió una especie de proto-conciencia nacional con el movimiento cultural arabista (por ejemplo, reivindicaba el uso del árabe, la lengua del profeta), que a lo más lejos que llegaría en esta etapa sería a exigir mayor autonomía regional (Cleveland y Bunton, 2009, pp. 140-143). En ese sentido, podemos constatar un fuerte paralelismo con los kurdos, pues estos, a diferencia de los turcos, aún no desarrollaban una conciencia identitaria basada en elementos de corte etnolingüísticos, sino que prevalecía el sentimiento comunitario musulmán del periodo otomano. No obstante, los árabes no fueron los únicos actores implicados, sino que, como sucedió en los Balcanes, las potencias europeas intervinieron en la política de la región.

      Las medidas turquificadoras y secularistas de los Jön Türkler, sumadas a las pérdidas territoriales del imperio (particularmente en África) aumentaron el resentimiento y la desconfianza árabe en torno a la administración otomana del momento. Esto fue aprovechado por franceses y británicos quienes comenzaron a sembrar entre los árabes mayor desconfianza hacia los turcos y manifestaron las primeras intensiones de “liberar a los árabes del yugo otomano” mediante “zonas de influencia” y protectorados bajo su tutela (Acuerdo de Skyes-Picot). Francia, por ejemplo, mantuvo acercamientos con autonomistas del Levante (sirios y libaneses), mientras que los británicos con el sharīf Hussein de La Meca (Laurens, 1993, pp. 124-127, 133-135 y 150-155). Este fenómeno potencializó en poco tiempo el nacionalismo árabe en el Kurdistán y terminó definitivamente con el sentimiento otomanista.

      EL VILAYET DE MÛSIL Y EL NACIMIENTO DE IRAQ

      El vilayet de Mûsil (que a grandes rasgos corresponde con la región del Başur y el oriente del Rojava) era uno de los tres vilayets de Mesopotamia. Estaba, por tanto, bastante alejado del poder central del Imperio otomano