[10]No hay que despreciar o minusvalorar ninguna de esas ciencias auxiliares de la historia, como la genealogía y la heráldica, cuando su ayuda puede resultar valiosa. En relación con esta rama Vid. VV.AA., Apuntes de Nobiliaria, y nociones de Genealogía y Heráldica, Madrid, Instituto Luis de Salazar y Castro, 1960. En genealogía y heráldica es muy útil la obra enciclopédica de los hermanos Alberto y Arturo García Caraffa. Pero las obras de don Luis de Salazar y Castro conservan todo su valor, acerca de la nobleza de primer orden formada en la Baja Edad Media, como la Historia genealógica de la Casa de Silva de 1685, que consta de dos volúmenes, y la Historia genealógica de la Casa de Lara, en cuatro volúmenes, terminada entre 1694 y 1697. También son útiles ciertos estudios humanísticos de profesionales de la antropología y de la medicina. Es muy interesante, al respecto, la obra del doctor J. Álvarez, Mística y depresión: San Juan de la Cruz, Trotta, Madrid, 1997, sobre todo los capítulos 4, 5 y 6.
[11]Vid. A. Comte, Discurso sobre el espíritu positivo, trad. C. Berges, Aguilar, Madrid, 1982. Un espléndido estudio del pensamiento histórico de Comte en K. Löwith, El sentido de la historia, Aguilar, Madrid, 1958.
[12]L. Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus, trad. J. Muñoz e I. Reguera, Altaya, Barcelona, p. 183.
[13]A.J. Perona, "Popper", J. Muñoz (dir.), Diccionario de filosofía, citado, p. 692.
[14]P. Pérez-Ilzarbe, voz "Hipótesis" en A.L. González (ed.), Diccionario de Filosofía, Eunsa, Pamplona, 2010, pp. 524-527, p. 525.
[15]Por ejemplo, el padre Emilio J. Martínez plantea la hipótesis de que santa Teresa y san Juan de la Cruz tuvieron un desencuentro, según se deduce de una carta que la autora de Las Moradas envía, sin citar expresamente la persona de la que está "cansada", a don Pedro Castro y Nero. El autor acaba así esta exposición:"¿Hubo un desencuentro entre Teresa y Juan esa última vez que se vieron? Nos movemos en el terreno de la hipótesis." Tras las huellas de Juan de la Cruz, Espiritualidad, Madrid, 2006, p. 141, nota 87.
[16]Como cuenta Javierre, ocurrió "que sus propios colegas desataron contra fray Juan en la última etapa de su existencia una terrorífica persecución hasta el punto de iniciar expedientes cuya finalidad era echarlo de la Orden carmelitana, quitarle el hábito. El "inquisidor" oficial anduvo cazando papeles que pudieran comprometer a fray Juan. Aterradas las monjas descalzas de Granada, depositarias de muchas cartas y escritos suyos, decidieron quemarlas: "Porque no fueran a manos de este Visitador". La monja Agustina de San José dice que "una talega" de papeles sanjuanistas quemaron "entre cartas y cuadernos". Da vértigo imaginar semejante catástrofe cultural", J. M. Javierre, Juan de la Cruz. Un caso límite, Sígueme, Salamanca, 1991, p. 20.
[17]M. Vovelle, Ideologías y mentalidades, trad. J. Bignozzi, Ariel, Barcelona, 1985, p. 19.
II
Una revisión valorativa de la bibliografía sanjuanista
1. Una biografía colateral: José de Velasco, Vida, virtudes y muerte del venerable varón Francisco de Yepes (1616).
Antes de que apareciera ninguna biografía de san Juan de la Cruz se publicó en Valladolid, en 1616, una biografía de su hermano Francisco de Yepes redactada por el carmelita calzado fray José de Velasco. Vio la luz, por tanto, 25 años después de la muerte del Doctor Místico.
Algunos afirman (como Nicolás Antonio) que hubo una edición anterior, en 1615 en Medina del Campo, de la que no se conocen ejemplares[18]. Hubo otra edición (corregida y aumentada) en 1617, también en Valladolid. A ello hay que añadir una tercera de la que se conserva un solo ejemplar, que carece de algunas hojas –como la portada, de ahí que se ignore lugar y fecha de edición– en el Archivo Silveriano de Burgos, posiblemente acabada en 1619. Finalmente, una cuarta en Barcelona en 1624.
Este libro apareció incluido en el índice de los libros prohibidos por la Inquisición en 1634. En 1992 Ana Díaz Medina hizo una excelente edición de este libro que fue publicado por la Junta de Castilla y León.
Aunque se trate de una obra sobre su hermano Francisco, es importante resaltar que se dedican a fray Juan seis capítulos del libro segundo (apenas una veintena de páginas). Y que fray José de Velasco no conoce a Francisco de Yepes de oídas o a través de terceros, pues fue su confesor durante sus últimos tres años de vida. El hermano es, por tanto, la principal fuente de información que maneja José de Velasco[19]. Esto es importante porque, aunque en el libro se incurran en algunas exageraciones o excesos (como ciertas revelaciones ingenuas o exageraciones de difícil verosimilitud), sin embargo se apuntan datos que responden a la realidad de los hechos[20]. Pero no porque aparezcan estos extraños ingredientes hay que renegar in toto del libro[21], que constituye una espléndida fuente de información de la familia Yepes y, además, fuente única de la etapa infantil de Juan de Yepes, transcurrida en Fontiveros y en Arévalo hasta 1551, cuando Juan tiene alrededor de los diez años[22].
Esta obra no se inserta, en nuestra opinión, dentro de la corriente plenamente barroca, ya que, si nos atenemos a la cronología, daría comienzo unos años más tarde. Por eso consideramos que no se la debe incluir en la llamada “historiografía barroca”. Más bien parece que, por su estilo y su época, es de corte cervantino, poniendo el acento en un estilo narrativo muy llano y sencillo y en ciertas exageraciones sin alejarse de la realidad a la que se quiere referir.
El resultado es un libro extenso y un tanto pesado (por ser bastante reiterativo), por lo que creemos sinceramente que son muy pocos los lectores modernos que lo han leído en su integridad.
2. Una biografía frustrada y ayudada: José de Jesús María (Quiroga), Historia de la vida y virtudes del Venerable padre fray Juan de la Cruz (1628).
Esta es, en rigor, la primera biografía que se escribió sobre san Juan de la Cruz. Curiosamente, apareció la primera edición en Bruselas. La obra sale de España poco después de 1625, llevada tal vez por un pariente de Quiroga, y se entregó a las religiosas carmelitas de Bruselas. Estas lo ofrecieron, como un tesoro, a la Archiduquesa e infanta de España, Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II, que era muy devota del Doctor Místico. Hacia 1626 la princesa gobernadora decidió la impresión y la divulgación de esta obra histórica. Encargó a un cronista de la Orden cisterciense la revisión del texto original. La obra llevaba únicamente una brevísima aprobación dada en Bruselas a 19 de diciembre de 1627, debida al teólogo Enrique Smeyers, canónigo de Bruselas y Censor ordinario de libros.
El libro se agotó en menos de cuatro años y medio