(Miyamoto Musashi)
PRESUPOSICIONES
LAS PRESUPOSICIONES SE asemejan a hipótesis o conjeturas que, a priori, tenemos en mente y actuamos en consecuencia a ellas. En la programación neurolingüística existe un abanico bastante amplio de presuposiciones muy útiles para distintos contextos y necesidades, increíblemente potentes y eficaces. Cada persona será más afín a una que a otra, entre otras cosas porque esto depende de su situación particular en ese momento; sin embargo, pueden cambiarse a medida que dicha situación se modifique.
Las presuposiciones que resultan válidas para una persona no lo son necesariamente para otra, si bien, a medida que vamos relacionándonos con aquellas que posean ideales y valores semejantes a los nuestros, más presuposiciones compartirán.
En mi caso, tres de ellas fueron fundamentales para conseguir realizar mi sueño —escribir una novela— pues la utilicé como motivación para la creación de textos de ficción. Se convirtieron en mi mejor palanca de impulso. Aún las conservo como guía en mi camino para otros proyectos.
1. NO HAY FALLOS SINO RESULTADOS.
Esta presuposición es muy poderosa y liberadora. He podido constatarlo con otras personas a las que también, en algún momento, les llamó su atención. Con esta presuposición siempre se gana. Para quien, como yo, teme equivocarse, o siente que no es capaz de lograrlo, o teme no tener las suficientes cualidades para llegar a cumplir su objetivo, resulta impactante. Personalmente, me costó cambiar mi antigua forma de pensar limitante, pues era una creencia muy arraigada en mí tanto personal como laboralmente hablando; no fue fácil ni rápido.
Cuando esta presuposición entró en juego, se convirtió en mi mantra personal, y cuando le otorgué la debida atención —y confianza—, fue como si una gran barrera se desmoronara. A medida que la repetía y me esforzaba en ser consciente de ella cuando algo no salía como esperaba, me sentía más libre, mas segura, con más fuerza de ánimo.
Me proporcionó una gran lección: no es importante que lo que te propongas salga o no; eso no es relevante, ni siquiera el que salga exactamente como te lo habías propuesto. Lo importante es intentarlo, trabajarlo, mejorarlo e incluso, si no funciona, cambiar y volver a intentarlo, y en cada uno de estos intentos, observar y aprender: dónde o qué podemos modificar y mejorar para que el resultado no salga igual la próxima vez.
Con esta presuposición a tu lado, puedes proponerte hacer lo que quieras…
Así que, cuando algo no salga como tu esperabas, recuerda que tienes algo nuevo que aprender de ello: nuevos datos, más información, mayor sabiduría, mejor aprendizaje…
La segunda presuposición que utilicé era:
2. OBTIENES AQUELLO EN LO QUE TE CONCENTRAS.
Para ser sincera, al principio no tenía demasiada confianza en lo potente que podía ser esta presuposición. Tuve que hacer un acto de fe para comprobar que realmente funcionaba... y es cierto: aquello en lo que inviertes tu energía y ocupas tu mente acaba por suceder, sí o sí.
Esa energía, esa atención que pones en la búsqueda o en la realización de lo que deseas, termina conectando de alguna forma con lo que necesitas obtener para conseguirlo; todo a tu alrededor comienza a reproducir situaciones, ofrecer casualidades, conexiones y contactos… Notarás incluso cómo las personas con las que te relacionas y las cosas que te rodean se van configurando para proveerte de aquello que necesitas para conseguir tu meta.
Muchos grandes maestros actuales comentan que, cuando lanzas un objetivo claro que realmente quieres lograr, el universo entero se combina en busca de la forma para concedértelo.
A mí, en un principio, esto me sonaba un poco esotérico. Tal vez por ello surgía en mi cierta resistencia a creer que una simple frase consiguiera tanto. Me considero una persona con los pies en la tierra y, hasta entonces, pensaba que sólo con suerte y mucho trabajo —o una herencia o una lotería— se conseguía lo que se deseaba.
Sin embargo, he tenido la oportunidad de probar en varias ocasiones esta presuposición. ¡Funciona! Basta con poner en claro —eso sí, específicamente— tu meta a alcanzar, exponerlo y desearlo de forma concreta, precisa y con confianza, y te surgirán oportunidades enfocadas a ella: una llamada de teléfono, un encuentro casual, un dato nuevo o recibir publicidad sobre un evento que te sea útil.
En realidad no se trata de magia: simplemente, al estar tu enfoque, o tu concentración, con una idea clara, vez más rápidamente las posibilidades y oportunidades que se te presentan para seguir caminando hacia tu objetivo.
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