Los hijos de los días. Eduardo Galeano. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Eduardo Galeano
Издательство: Bookwire
Серия: Biblioteca Eduardo Galeano
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788432316340
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un perdurable terror.

      Y en 1937, hablando ante la Palestine Royal Commission, había ofrecido una de sus frecuentes lecciones de historia de la humanidad:

      Yo no admito que se haya hecho nada malo a los pieles rojas de América, ni a los negros de Australia, cuando una raza más fuerte, una raza de mejor calidad, llegó y ocupó su lugar.

      Enero

      25

      El derecho a la picardía

      El pueblo de Nicaragua celebra al Güegüence, y ríe con él.

      En estos días, días de su fiesta, las calles se vuelven escenarios donde este pícaro cuenta, canta y baila, y por su obra y gracia todos se vuelven cuenteros, cantores y bailanderos.

      El Güegüence es el papá del teatro callejero en América Latina.

      Desde el principio de los tiempos coloniales, él viene enseñando las artes del maestro enredador:

      —Lo que no puedas ganar, empátalo. Lo que no puedas empatar, enrédalo.

      Y desde aquel entonces, de siglo en siglo, el Güegüence no ha parado de hacerse el tonto, inventón de palabras que nada significan, maestro de diabluras que el Diablo envidia, deshumillador de los humillados, jodón, jodido, jodedor.

      Enero

      26

      Segunda fundación de Bolivia

      En el día de hoy del año 2009, el plebiscito popular dijo sí a la nueva Constitución propuesta por el presidente Evo Morales.

      Hasta este día, los indios no eran hijos de Bolivia: eran nada más que su mano de obra.

      En 1825, la primera Constitución otorgó la ciudadanía al tres o cuatro por ciento de la población. Los demás, indios, mujeres, pobres, analfabetos, no fueron invitados a la fiesta.

      Para muchos periodistas extranjeros, Bolivia es un país ingobernable, incomprensible, intratable, inviable. Se equivocan de in: deberían confesar que Bolivia es, para ellos, un país invisible. Y eso nada tiene de raro, porque hasta el día de hoy, también Bolivia había sido un país ciego de sí.

      Enero

      27

      Para que escuches el mundo

      Hoy nació, en 1756, Wolfgang Amadeus Mozart.

      Siglos después, hasta los bebés aman la música que nos dejó.

      Está comprobado, muchas veces y en muchos lugares, que el recién nacido llora menos y duerme mejor cuando escucha la música de Mozart.

      Es la mejor bienvenida al mundo, la manera mejor de decirle:

      —Ésta es tu nueva casa. Y así suena.

      Enero

      28

      Para que leas el mundo

      Cuando la imprenta aún no existía, el emperador Carlomagno formó amplios equipos de copistas, que en Aquisgrán crearon la mejor biblioteca de Europa.

      Carlomagno, que tanto ayudó a leer, no sabía leer. Y analfabeto murió, a principios del año 814.

      Enero

      29

      Callando digo

      Hoy nació Anton Chejov, en 1860.

      Escribió como diciendo nada.

      Y dijo todo.

      Enero

      30

      La catapulta

      En 1933, Adolfo Hitler fue nombrado canciller de Alemania. Poco después, celebró un acto inmenso, como correspondía al nuevo dueño y señor de la nación.

      Modestamente, gritó:

      —¡Yo estoy fundando la Era de la Verdad! ¡Despierta, Alemania! ¡Despierta!,

      y los cohetes, los fuegos artificiales, las campanas de las iglesias, los cánticos y las ovaciones multiplicaron los ecos.

      Cinco años antes, el partido nazi había obtenido menos del tres por ciento de los votos.

      El salto olímpico de Hitler hacia la cumbre fue tan espectacular como la simultánea caída hacia el abismo de los salarios, los empleos, la moneda y todo lo demás.

      Alemania, enloquecida por el derrumbamiento general, desató la cacería contra los culpables: los judíos, los rojos, los homosexuales, los gitanos, los débiles mentales y los que tenían la manía de pensar demasiado.

      Enero

      31

      De viento somos

      Hoy nació, en 1908, Atahualpa Yupanqui.

      En la vida fueron tres: la guitarra, el caballo y él. O cuatro, contando el viento.

      FEBRERO

      Febrero

      1

      Un almirante hecho pedazos

      Blas de Lezo nació en Guipúzcoa, en 1689.

      Este almirante de la flota española derrotó a los piratas ingleses en las costas peruanas, sometió a la poderosa ciudad de Génova, rindió la ciudad argelina de Orán y en Cartagena de Indias humilló a la armada británica, peleando con mucha astucia y pocas naves.

      En sus veintidós batallas, un cañonazo le voló una pierna, una esquirla le arrancó un ojo y un tiro de mosquete lo dejó con un solo brazo.

      Lo llamaban Mediohombre.

      Febrero

      2

      La diosa está de fiesta

      Hoy las costas de las Américas rinden homenaje a Iemanyá.

      Esta noche, la diosa madre de los peces, que hace siglos vino del África en los barcos de esclavos, se alza en la espuma y abre los brazos. La mar le lleva peines, cepillos, perfumes, tortas, golosinas y otras ofrendas de los marineros que por ella mueren de amor y de miedo.

      Parientes y amigos de Iemanyá suelen acudir a la fiesta desde el Olimpo africano:

      Xangô, su hijo, que desata las lluvias del cielo;

      Oxumaré, el arcoíris, guardián del fuego;

      Ogún, herrero y guerrero, peleón y mujeriego;

      Oshún, la amante que duerme en los ríos y jamás borra lo que escribe,

      y Exû, que es Satanás de los infiernos y también es Jesús de Nazaret.

      Febrero

      3

      El carnaval abre alas

      En 1899, las calles de Río de Janeiro enloquecieron bailando la música que inauguró la historia del carnaval carioca.

      Esa gozadera se llamaba O abre alas: un maxixe, invención musical brasileña que se reía de las rígidas danzas de salón.

      La autora era Chiquinha Gonzaga, compositora desde la infancia.

      A los dieciséis años, los padres la casaron, y el marqués de Caxias fue padrino de la boda.

      A los veinte, el marido la obligó a elegir entre el hogar y la música:

      —No entiendo la vida sin música —dijo ella, y se fue de la casa.

      Entonces su padre proclamó que la honra familiar había sido mancillada, y denunció que Chiquinha había heredado de alguna abuela negra esa tendencia a la perdición. Y la declaró muerta, y prohibió que en su hogar se mencionara el nombre de la descarriada.