Paris en América. Edouard Laboulaye. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Edouard Laboulaye
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Путеводители
Год издания: 0
isbn: 4057664137906
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diabólicamente astuto, camarada, veis lejos; pero es lo mismo, os comprendo. Y guiñó los dos ojos á la vez, lenguaje misterioso cuyo alcance no entendí.

      A una señal de Green, comenzó de nuevo la serenata. Al mismo instante ví ascender un cuadro á lo largo de la imprenta del París Telegraphe, como un pabellon que se iza en el gran mastelero. Sobre este cuadro trasparente é iluminado por linternas de colores, se leia la siguiente inscripcion en caracteres de un pié de alto:

      OCTAVA EDICION.

      PARIS-TELEGRAPHE.

      HORRIBLE INCENDIO.

      ¡¡¡El heróico bombero Smith, el nuevo Cincinato!!! DE QUE MODO LA AMERICA RECOMPENSA LA VIRTUD. 100,000 EJEMPLARES VENDIDOS. En prensa la nona edicion.

      Qué quiere decir esto? esclamé. Zambo id á buscarme el diario; hay aquí una broma de mal gusto.

      Traido el diario, leí, con gran sorpresa mia, el discurso de Green, y mi respuesta. Lo habian taquigrafiado é impreso durante la sesion. Lo que me valia el título de Cincinato: era mi renuncia. ¿Porqué? jamás lo he sabido; pero la palabra hacia buen efecto en el cartel. Debe ser alguna cosa un hombre que se llama el nuevo Cincinato.

      A continuacion de mi speech y bajo el epígrafe ridículo: De qué modo la América recompensa la virtud, se leian las dos cartas siguientes:

      EL CISNE.

      COMPAÑIA DE SEGUROS CONTRA INCENDIOS.

      CALLE DE LAS ACACIAS N.ᵒ 10.

      (Capital social 10 millones de dollars. Parte de los beneficios distribuidos á los asegurados).

      “Señor:

      “El valor que habeis desplegado en el incendio de esta mañana os ha señalado á la atencion del consejo de la compañía.

      “Está vacante el puesto de médico consultante, para examinar las heridas y accidentes resultados de el incendio.

      “Esperamos que nos hareis el honor de aceptarlo. Los honorarios son de 400 dollars.

      El director de la compañía X. X.

      “Al Dr. Daniel Smith, bombero de la séptima compañia.”

      LA PROVIDENCIA.

      Hospicio de niños, sostenido por suscripcion privada de 10 dollars por año.

      CALLE DE LOS NOGALES N.ᵒ 25.

      “Señor:

      “El médico que ha pronunciado las bellas palabras: soy padre, no dejaré morir á ese niño, es al que su abnegacion y su talento llaman naturalmente á cuidar de los niños expósitos.

      “El puesto de primer médico de nuestro hospicio está vacante; esperamos que os dignareis aceptarlo.

      “Servicio: todos los dias de seis á ocho. Honorarios 2,000 dollars.

      Los administradores del Hospicio R. T.

      “Al Sr. Dr. Daniel Smith, bombero de la séptima compañía.”

      —Zambo, pregunté: ¿han traido cartas para mí?

      —No amo, el cartero no ha venido.

      —Es imposible, á menos que no haya alguna mistificacion en este diario.

      —Golpean á la puerta, amo, dijo Zambo, escuchad: uno, dos, tres, es el correo, corro.

      El negro me trajo cuarenta cartas, una montaña de papel. Unos enfermos me preguntaban la hora de mi consulta, otros me rogaban fuese á verles lo mas pronto posible, cuatro cófrades me llamaban en consulta, seis farmacéuticos me ofrecian una asociacion, y en fin, cosa rara, dos cartas cuidadosamente lacradas me anunciaban confidencialmente lo que el Paris-Telegraphe habia publicado ya, con una indiscrecion, que en el fondo yo perdonaba.

      Ya era célebre! Mi fortuna comenzaba. Un dia, una hora de valor me daban un nombre y hacía mas por mi en América, que lo que habia conseguido en el viejo continente durante veinte años de trabajos. Pero, pensé, y este pensamiento me volvió la humildad de que tenia tanta necesidad, sin ese diario charlatan, sin esa trompeta que ha lanzado mi nombre á todos los écos del Nuevo Mundo, habria yo conseguido algo? Mi primera idea, desde luego, fué dar las gracias al periodista, fuese quien fuera. Era demasiado tarde, la oficina estaba cerrada, el cartel apagado, mi gloria desvanecida. Dejé mi visita para el dia siguiente.

      La noche la pasé con mis antiguos amigos, mi mujer y mis hijos. Todos ellos hacíanme repetir los mas pequeños detalles del terrible y glorioso suceso: Jenny palidecía cuando hablaba de mis peligros y se sonrojaba cuando referia la alegria de la madre al ver de nuevo á su hijo. Susana me estrechaba la mano y miraba á Alfredo.

      Creo que la conversacion habria durado toda la noche, si Marta no hubiese colocado sobre la mesa una enorme Biblia, forrada en zapa, y cerrada por grandes broches de cobre.

      —Lée, me dijo; y calma tu vanidad; no olvides la historia de Aman, hijo de Amadatha, de la raza de Agag; y no olvides que aquí hay un Mardaqueo que no se arrodillará ante tu presencia.

      —Estad tranquila, Marta, le respondí riendo, á mi puerta no hay una potencia de cincuenta codos de altura, y yo no quiero colgar á nadie.

      Jenny abrió la Biblia y nos leyó el tercer capítulo de Daniel, lo que encantó á la cuácara, desagradó á Zambo y me hizo reflexionar sériamente sobre la bondad de Dios para conmigo. Cuando nos separamos despues de un dia tan bien empleado, la noche estaba un poco avanzada. Me arrojé en la cama fatigado, sufriendo un poco, pero contento de mí mismo: y, toda la noche soñé con serenatas, carteles, hurrahs y discursos.

       Truth[15], Humbug[16] y Ca.

       Índice

      Apenas me disperté, corrí á la ventana; queria gozar de mi celebridad naciente, y contemplar una vez mas mi nombre proclamado por arriba de los techos. El tablero estaba en su lugar; todos los pasantes le echaban la vista, pero, oh vanidad de las glorias humanas! he ahí lo que leian:

      Llegada del Persia.

      GRANDES NOTICIAS DE EUROPA.

      Lóndres—Consol. 93¾.

      Liverpool—algodones—alza de 20%.

      Puerco salado (Cleveland) se piden 4,000 barricas á 14 dollars.

      A los agricultores—ocasion única.

      Cuatro hermosos asnos de Italia, padres de primera clase.

      Dirijirse á MM. Ginocchio hermanos. 70. William-Street.

      —Pueblo de mercaderes! esclamé mostrando el puño á los pasantes, raza grosera que hace marchar revueltos y al mismo paso los negocios, los sentimientos, el algodon y las ideas—doy gracias á Dios de no pertenecerte. Viva el pais del ideal, viva la Francia, que se la arrastra siempre con una palabra sonora, la Francia que, alabado sea Dios! no piensa jamás en sus intereses sino cuando es demasiado tarde! Nuestra locura vale mas que la prudencia de estos Yankees; nuestra pobreza es mas noble que su riqueza. Cuatro asnos de Italia, y el precio del puerco, hé ahi las grandes noticias de Europa para estos colonos ignorantes! Y ni palabra de Francia, de las nuevas modas, del baile de la Corte, de la última novela, del último vaudeville. Pálidos vándalos, no tengo para vosotros sino desprecio.

      A la vez que daba libre curso á mi justa cólera, no queria dejar de dar las gracias al periodista que el dia anterior habia hablado de mi. Fuese quien fuera aquel folletinista, no me convenia deberle una atencion. Honrarlo con mi visita, era quedar á mano con él.

      Entré en una casa de poca apariencia, que tenia por toda muestra una placa