Osvaldo, no estando ya completamente seguro de estar sufriendo una alucinación, dijo dirigiéndose al móvil:
â¿Quién me asegura que estoy curado de verdad? ¿Quién me dice que mi cerebro no me está dando ilusiones consoladoras?
âNo sufres percepciones ilusorias y, como te he dicho, los análisis médicos te lo demostrarán: ¡no solo estás curado, sino que tienes las células óptimas de un joven! La salud es un pago anticipado por el trabajo profesional que queremos pedirte. En cuanto a nosotros, los purkilatronalarcolmintranikianos, somos antropomorfos como vosotros, pero... um... con algunas diferencias. Y tal vez pueda decirse que para vosotros somos a la vez tan terrestres como extraterrestres, porque nuestro planeta Purkilatronalarcolmintranik, al que para simplificar puedes llamar Alter Terra, es idéntico a la Tierra, es decir, tiene los mismos mares y continentes y la misma antigüedad geológica, gira sobre el mismo eje en un dÃa de duración parecido al vuestro y en torno a una estrella idéntica a vuestro Sol en 365 dÃas y 6 horas. Pero los dos planetas no existen en la misma cuerda de la creación, sino sobre dos, tan vecinas entre ellas como para ser prácticamente coincidentes.
A pesar de la perplejidad que sufrÃa, Osvaldo siguió conversando y respondió adecuadamente:
âRecuerdo un programa de televisión en el que se hablaba de la teorÃa supersimétrica de las cuerdas. Ahà decÃan que algunos astrofÃsicos piensan que todo lo que existe es una expresión directa de algo que solo podÃa definirse como una energÃa vibratoria, es decir, que suponÃan vibraciones de cuerdas o filamentos supersutiles y supersimétricos que, a pesar de tener dimensiones, serÃan tan finos y cortos que no se podrÃan apreciar ni siquiera con instrumentos millones de veces más potentes de los mejores actuales. Pensé en algo similar a los universos paralelos de la ciencia-ficción.
âSe puede llamar asÃ. Tal vez dijeran también que la teorÃa de las cuerdas o filamentos requiere, para poder demostrarse, la conjetura de al menos seis dimensiones además de la del tiempo y las tres espaciales y, según algunos de vuestros investigadores, además una séptima dimensiónâ¦
â⦠SÃ, me acuerdoâ¦
âPero se trata de un número muchÃsimo mayor. En cualquier caso, ninguno de vuestros estudiosos ha encontrado, por el momento, pruebas de las multidimensiones, aunque sean reales, como te estoy demostrando en la práctica con mi intromisión interdimensional.
Osvaldo tenÃa finalmente la sensación de no ser vÃctima de alucinaciones, sino que se movÃa en la realidad, tal vez porque la posibilidad de estar curado era demasiado fascinante como para negarle la confianza a esa voz misteriosa. Se dirigió al móvil:
âMe has dicho que queréis mi ayuda. EstarÃa dispuesto. ¿De qué se trata?
âDe defendernos en una causa anteâ¦
âEstaba a punto de darme de baja en el colegio de abogados y retirarme a una casa de salud âle interrumpió.
âLos sabemos, antes de contactarte nos informamos sobre ti. Pero podrÃas renunciar ¿no? Después de todo ahora estás totalmente sano.
âVale⦠bueno, supongamos que sÃ. ¿De qué causa se tratarÃa? ¿SerÃa civil o penal? Soy abogado civil.
âTambién lo sabemos. El proceso, como estaba a punto de decirte, serÃa ante el Tribunal Internacional de La Haya.
â¡Ah! Efectivamente, he llevado varias causas de derecho internacional público. Pero, perdona, ¿a titulo de qué estarÃais sometidos al derecho internacional?
âSomos un Estado, el Estado Ãnico de Krallumpntalvinstrinil, que se extiende sobre todo nuestro planeta. El proceso serÃa en vÃa civil, no penal. Aunque vuestro mundo nos considera, de manera totalmente injusta, como crueles criminales, no lo somos y no hemos tenido nunca denuncias penales. Es la voz popular la que nos ha culpabilizado durante milenios, a causa de cuentos, primero orales, luego escritos y más recientemente en pelÃculas que han alimentado la especie maligna de que somos violentos contra vosotros, los seres humanos, además de que nos gusta comeros, prefiriendo la carne tierna de vuestros niños.
En la cara de Osvaldo apareció una expresión de gran desconcierto.
âPor el contrario, nuestra especie es apacible y la defensa de los débiles es para nosotros uno de los mandamientos supremos. Desde siempre practicamos la caridad hacia el prójimo, como quiere el Creador de lo existente. No hemos cometido nunca aquello que algunos de vuestros textos sagrados llaman el pecado original.
â¿Sois ángeles?
âNo, no soy un mensajero divino, salvo, tal vez, en el sentido muy humilde de que, como mis iguales, testimonio con mi vida la verdad y la justicia: verás, Osvaldo, cómo sabré demostrarte con certeza que somos criaturas benevolentes. Pero, entretanto, vuelve por favor a tu despacho y llévate también el móvil interdimensional. Sobre tu mesa hemos teletransportado un portátil: es muchÃsimo más potente y complejo que vuestro mejor notebook, aunque se parezca, se abre como uno terrestre y la conexión es wireless, pero interdimensional. Cuando lo abras, encontrarás todos los datos que nos conciernen, informaciones que te servirán para defender nuestra causa: te explicaré enseguida cómo funciona. Estamos seguros de que conseguirás darnos a conocer en todo el mundo como las personas justas y apacibles que somos, acabando asà con las infamantes acusaciones que nos lanza tu especie. âEn un tono enfático, la voz armoniosa añadióâ: Osvaldo, ¡defendiéndonos, harás valer la verdad! Tal y como el Creador pretende de todas las criaturas dotadas de razón. âVolvió a la entonación tranquilaâ: Si te resulta útil, podrÃamos teletransportar también los textos impresos de los ficheros, pero serÃa miles de tomos y no sé siâ¦
â... pero no, ¡menudo engorro! Los ficheros están muy bien ârespondió Osvaldo aceptando implÃcitamente la propuesta. Volvió al despacho con el móvil rojo en la mano y añadió: âBueno, no te lo he dicho hasta ahora: acepto representaros.
âBien. Considerémoslo ya como un contrato cerrado. Ahora yo, como representante legal de mi especie, puedo finalmente mostrarme y asà explicarte bien de qué se trata. Sin embargo, te advierto que te puedes asustar, ya que para los terrestres nuestro aspecto es monstruoso, como por otro lado lo es el vuestro parta nosotros, en realidad y⦠no sabes cuánto âDel móvil salió una especie de risita divertida.
Los labios de Osvaldo se tensaron en una expresión igualmente alegre. Dijo con curiosidad:
â¿Tal vez sois de color verde? ¿O gris? Tal vez tenéis grandes ojos negros yâ¦
âYa