Un deseo interno por saber lo que conocÃa perfectamente hizo que retrocediera; necesitaba encontrarse con ese pasado inexistente. Era necesario escuchar lo que sabÃa, porque, aunque resultaba imposible, para él todo aquello era ahora su mundo.
â¿Y qué sucedió con el Innombrable? ¿Por qué dejaron de amarse él y su madre?
âFue él quien dejó de amarla. Ella le amó. Bueno, fue un tiempo después del matrimonio, pero le amó. Es lo que vale, ¿no? Lo leà en el diario de mi madre.
âSeñor Paradize, ¿cómo es posible? Los diarios son privados.
âLo sé. Cuando ella murió yo era un joven inexperto. Un dÃa me topé con su hermoso libro color rosa. En él escribió que tenÃa uno anterior, asà que indagué entre sus cosas. Al encontrar el anterior, decÃa lo mismo, que habÃa otro anterior, y asà sucesivamente, hasta que en el viejo sótano de la abuela pude encontrar una caja repleta de diarios que databan desde que mi madre era adolescente. Fue mi oportunidad de conocerla en profundidad.
âMe imagino que fue una experiencia desbordante. ¿Cómo se sintió al principio? ¿Cómo reaccionó ante los detalles más Ãntimos de su madre?
âSi supiera⦠No habÃa nada morboso en esas lÃneas, no todas son zorras oportunistas como usted. En aquel libro todo era amor, menos cuando se referÃa al Innombrable.
â¿Cree que me ofende al llamarme zorra? Algunos creen que ser zorra es malo, pero para mà ser zorra es ser sagaz, inteligente y no dejar que los demás te usen.
âSus defensas son válidas. Es justo que quiera dar la cara por usted misma.
â¿Y usted? ¿DarÃa la cara por mÃ?
Se acercó a él, que se puso de pie. Ella también. Quedan frente a frente.
Sus cuerpos se aproximaron lentamente. Ãl no pudo más. La tomó a la fuerza por la cintura y le dio un beso apasionado, que dejó a aquella mujer fuera de este mundo, viviendo una fantasÃa que no le correspondÃa, engañada. Pero no importaba, Lara se sentÃa genial.
Ãl trató de colocarla sobre el asiento, pero la silla se rompió y ella calló al suelo. Arthur pestañeó y movió la cabeza tratando de entender por qué se habÃa caÃdo.
Los intentos por ayudarle fueron fallidos, hasta que por fin Lara pudo levantarse.
â¿Cómo pudo suceder? ¿Está bien? ¡Qué torpeza! Lo lamento. âSe miraron con complicidad.
AllÃ, mientras su dolorida pierna empezaba a molestarle, ella recordaba su apartamento, la soledad de aquellas insÃpidas cuatro paredes, el sonido del silencio tortuoso y desesperante, el vacÃo de aquella gigantesca cama, la posibilidad de la existencia de la nada en su aburrida vida. La verdad no era agradable, saber que debÃa volver a esa vida llena de vacÃos y más que todo lleno de ella, repleto de su ser, de su realidad y de una mujer muy distinta a la que Arthur esperaba.
Mientras se ponÃa de pie vino a su mente la primera caÃda que tuvo. Era un enero lleno de esperanza. Estar en aquella Escuela preparatoria fue en ese momento muy alentador, pero por desgracia las cosas se empañaron con aquel suceso que no le traÃa buenos recuerdos: caerse frente a Jack Sinclair, el chico más popular y hermoso, fue una gran equivocación. Desde ese dÃa todos se burlaban de ella, serÃa recordada como la chica que se cayó frente a todos tras resbalar mientras miraba a Jack. Todos se dieron cuenta de que ella estaba enamorada de esa estrella de la preparatoria, un ejemplar masculino lleno de atributos sorprendentes; sin embargo, ella sabÃa que no estaba a su alcance. Jack la ayudó a levantarse y a evitar que siguieran riéndose de su ropa interior rota. Jack, que era un âcaballeroâ, mandó callar a todos y rescató a la dama en peligro. Levantarse y quedar ambos frente a frente fue más que suficiente para ella. En ese momento estaba convencida: Jack era todo lo que querÃa. Ãl sonreÃa y le tocaba la mejilla, aunque más como una amiga.
â ¿está bien? âdijo, dejando ver la sonrisa infame y peligrosa que habÃa hechizado a muchas chicas en aquella escuela.
Arthur habÃa notado que durante unos instantes ella se habÃa ido de este mundo. Ignoraba que precisamente ese mundo era toda una pesadilla para ella, que regresar allà no era agradable.
MEDIA HORA DESPUÃS
âAfortunadamente no se ha roto nada. HabrÃa sido el colmo.
âNo se preocupe, ya todo está bien.
âEntonces continuemos.
â¿Qué más quiere saber?
âHábleme más sobre su madre y el Innombrable⦠¿Cómo define la relación entre ambos?
âFrustrada, desigual y tortuosa.
âUn momento, no entiendo. ¿No me habÃa dicho que se amaron?
âSÃ, pero fue después de que sus padres les obligaran a casarse por conveniencias económicas. El padre del Innombrable era un importante diplomático canadiense, el de mi madre un empleado de la casa de mi padre.
âYa entiendo.
âSÃ, es confuso, pero fue asÃ. Bueno, asà lo relatan los diarios de mi madre.
â¿Qué pasó luego? ¿Tuvo entonces su madre que aprender a amar al Innombrable?
âAsà es. Es usted muy lista.
âDÃgame una cosa, señor Paradize. Si su madre llegó a amar a su padre, ¿cuál fue el problema entonces?
âÃl sabÃa que ella se casó sin amarlo. Al principio lo ocultó, fue sigiloso. Le halagó con detalles y llenó su vida de emoción, lujos, vanidad. Luego, cuando mi madre estaba perdidamente enamorada, él tiró de la soga. Simplemente dejó de atenderla como antes. Ella lo pasó muy mal. Sus diarios hablan más de dolor y sufrimiento que de amor.
âEs una pena. El innombrable fue⦠muy cruel.
â¿Escuchaste eso, maldito Innombrable, maltratador de madres, aniquilador de mujeres amadoras, buenas y abnegadas? ¿Lo has escuchado? âgritó Arthur con tono acusador, señalando y mirando al segundo piso.
â¡Cálmese! No creo que pueda escucharle. âLara bajó la cabeza con tristeza.
â¡Claro que puede! Esta mansión tiene pasadizos secretos en las paredes; además, él tiene un excelente nivel auditivo, lo ha desarrollado durante su encierro.
âSiéntese, por favor. âSe inclinó y le tocó en el brazo para que se volviera a recostar.
Prosiguió:
âCuando mi madre pudo por fin quedar embarazada de mÃ, empezó a ser feliz.
âBueno, es una alegrÃa saber que uno es el motivo de felicidad de sus padres.
âNo, no para el Innombrable. Ãl más bien me odiaba.
â¡No puede ser! ¿Cómo puede un padre aborrecer a su hijo?
âSÃ, tenÃa miedo de que yo algún dÃa heredara toda esta fortuna, el negocio de la fabricación de cruceros, señorita Nova, es muy retributivo, sus ganancias son sorprendentes.
âEs algo que no creo que concuerde. ¿Está seguro de lo que dice?
âSÃ, lo dice claramente, de puño y letra de mi madre.