Un día la rana está saltando por casa y su madre le dice:
– Poca suerte tengo contigo. Estoy muy ocupada cocinando pan y tú no me ayudas a trabajar. No puedes llevar la comida a tu padre que está en el monte sin comer.
– ¿Que no puedo llevar la comida a mi padre? Póngala usted en una cesta[5] y verá como la llevo.
La rana va a llevar la comida a su padre y está tan contenta que canta todo el camino. Canta muy bien.
Un cazador[6] se enamora de su voz y la aсompaña hasta su casa. La madre de la rana cree que el cazador acompaña a su hija para divertirse y sale de la casa con una pala y dice:
– De mi hija la rana no se burla nadie[7].
El cazador vuelve al día siguiente a ver a la rana y entonces se hace novio de ella. Es hijo del rey y tiene un hermano gemelo[8].
El rey está preocupado porque no puede decidir cuál de los dos gemelos debe heredar el trono[9] – nadie sabe quien nació[10] primero.
El rey llama un día a sus dos hijos y les dice:
– Sabéis que me es imposible saber cuál de vosotros es el heredero del trono. Y para solucionar este conflicto, os voy a mandar que me tragáis[11] tres cosas cada uno, y vuestras novias deben ayudaros en este asunto. El que traiga[12] las tres cosas mejores, será mi heredero. La primera cosa que me vais a traer es un vaso como no haya otro igual[13] en el mundo.
El cuya novia es la rana dice:
– Mi hermano es novio de la hija del platero del reino[14] y traerá un vaso mejor que el mío; la pobre rana, ¿cómo me va a ayudar en este asunto? Voy a contarle todo.
Cuando la rana se entera del caso, dice a su novio:
– ¡Aparéjame el gallo![15]
Cabalga sobre el gallo y va a la orilla del mar y dice:
– ¡Culebrina mía!
– ¿Quién me llama?
– Tu hermanita la rana.
– ¿Qué quieres?
– Un vaso tan hermoso que no haya otro igual en el mundo; me lo pide mi novio para su padre, el rey.
– Te daré el vaso en donde beben mis gallinas.
La culebrina sale saltando de las olas y le entrega un vaso precioso a su hermana. La rana cabalga sobre el gallo y, a todo correr[16], va a llevar el vaso a su novio.
– Ahora – dice el rey a sus hijos cuando le entregan los vasos – os mando que me tragáis un tapiz de seda bordado en oro[17].
Y se van a buscarlo.
– Mi hermano – dice el novio de la rana – traerá mejor tapiz que yo, porque la hija del platero borda muy bien y su padre tiene bastante hilo de oro para bordar el tapiz. Voy a hablar de este asunto con la rana.
Y le cuenta qué difícil es hacer lo que desea el rey. Y la rana le contesta:
– No te preocupes por eso[18]. ¡Aparéjame el gallo!
Cabalga sobre el gallo y va a la orilla del mar y grita:
– ¡Culebrina mía!
– ¿Quién me llama?
– Tu hermanita la rana.
– ¿Qué quieres?
– Un tapiz de seda bordado en oro, tan hermoso que no haya otro igual en el mundo. Me lo pide mi novio para su padre, el rey.
– Te daré el paño de limpiar mis candiles[19].
Se rompe una ola y sale de ella un tapiz hermosísimo; en el centro tiene un escudo[20] del rey. La rana se lo da a su novio y él va corriendo a entregárselo a su padre.
Y el rey dice a sus hijos:
– Os falta la última prueba[21]. Os mando que tragáis al palacio a vuestras novias para ver cuál es más hermosa.
El novio de la hija del platero se pone muy contento porque tiene seguridad de que su novia es hermosa. Y el novio de la rana dice para sí:
– No puedo presentar a mi novia en el palacio; pero yo creo que, como me sacó de dos apuros[22], me sacará de tres.
Y le dice a la rana:
– La tercera cosa que me pide mi padre es llevar a mi novia al palacio para ver si es más hermosa que la de mi hermano.
– Entonces, a mí no me quieres.
– Sí, te quiero.
– ¿Para casarte conmigo?
– ¡Sí!
– ¡Aparéjame el gallo! Vamos a la orilla del mar.
Cuando llegan, grita la rana:
– ¡Culebrina mía!
– ¿Quién me llama?
– Tu hermanita la rana.
– ¿Qué quieres?
– Un coche con cuatro caballos como no haya otro igual en el mundo[23]; lo quiero para ir con mi novio al palacio del rey, su padre; tú nos acompañarás.
En esto salen del mar cuatro caballos blancos tirando de un coche de marfil[24]. Y en él van la rana, la culebrina y el hijo del rey al palacio. Y cuando van llegando, la rana deja caer su pañuelo[25] a la calle.
Su novio baja a recogerlo; pero cuando lo entrega a la rana, ve, con asombro, que dentro del coche hay una joven hermosísima.
– No te asustes[26] – le dice —, yo me convertí en rana[27] por causa de una maldición de mi madre. Ahora puedo salir de aquel estado porque hay un hombre que quiere casarse conmigo. Mi nombre es María. Ahora, mi hermana vuelve al mar.
Cuando el rey ve un coche tan hermoso y una joven tan guapa, manda que se reuniera la corte[28]: hay que decidir sobre las tres cosas que ha pedido de sus hijos.
Pero antes celebran un banquete. Cuando se sientan todos a la mesa, el novio de la hija del platero le dice a su novia:
– Debes hacer todo lo que hace la novia de mi hermano.
De cada plato que hay en la mesa María echa una cucharada en su regazo[29]. Y la hija del platero hace lo mismo. Y al final del banquete, María coge la comida que ha echado en su regazo, y la tira sobre el rey y sobre todos los que están en el banquete, y la comida se convierte en flores.
La hija del platero quiere hacer lo mismo que María; y comienza a tirar la comida al rey y a todos que están allí y les mancha los vestidos.
Después, el rey presenta a la corte las tres cosas que ha pedido a sus hijos y todos dicen que las mejores son las del novio de María. Por eso es nombrado heredero del trono y al día siguiente se casa con ella.
Uno