Erick Camilo Castellanos Reyes
La diplomacia digital de Colombia: un estudio de caso centrado en la migración venezolana
Martha Ardila
Claudia Gafner-Rojas
Luis Felipe Guzmán Jiménez
Martha Isabel Gómez-Lee
Juan Pablo Centeno
TERCERA PARTE EL ESTADO REGULADOR Y LAS TECNOLOGÍAS DISRUPTIVAS
Discusiones en torno a las initial coin offering y las security token offering en Colombia
Jorge Armando Corredor Higuera
Daniela Ríos Moreno
Javier Franco Zárate
Gustavo Guarín Duque
Julián David Zuluaga Torres
Los desafíos de la regulación fiscal y aduanera del comercio exterior ante la impresión 3D
Diana Richardson Peña
Big Data y derecho de la libre competencia: una mirada desde los mercados de dos caras
Deisy Galvis Quintero
Nicolás Gómez Ospina
Ingrid S. Ortiz Baquero
La protección del consumidor financiero en la era digital: retos para los reguladores
Constanza Blanco Barón
Tecnologías emergentes y su impacto en la privacidad ¿Doctor Jekyll o señor Hyde?
Sol Beatriz Calle D´Aleman
Nuevas tecnologías y sostenibilidad ambiental: respuestas desde el Derecho Ambiental
Ángela María Amaya Arias
Adriana Castro Pinzón
JUAN CARLOS HENAO*
Llega a su tercera edición la colección “Así habla el Externado”, esta vez bajo el título Disrupción tecnológica, transformación digital y sociedad. La primera edición, Minería y desarrollo, fue publicada en el año 2016 y la segunda, La corrupción en Colombia, en el 2018.
Si inicio la presentación de esta tercera entrega de la colección con estos datos es solo para resaltar un aspecto importante de la misma: con esta publicación nuevamente nuestra Casa de Estudios se hace partícipe en temas neurálgicos de la sociedad colombiana y proporciona insumos académicos para el estudio y el debate de los mismos. Se trata de hacer presencia en lo que concierne a una de las funciones más importantes de las instituciones universitarias: incidir en las decisiones públicas más relevantes de las sociedades. Es claro que la academia no decide, pero sí ilustra, y por ello puede y debe aspirar a convertirse en el poder más importante de la sociedad. En efecto, si bien la universidad no es la institución encargada de la toma de decisiones de política pública, ciertamente tiene la obligación imperativa de proveer elementos de reflexión a quienes las adoptan –por incómodos que pudieren llegar a ser–, movida únicamente por el interés en la investigación libre, sin partido ni gobierno; es decir, inspirada tan solo en la curiosidad y la responsabilidad por el conocimiento y el bien común. Este es el espíritu que la anima y el fin último que persigue la presente publicación.
Ahora bien, al aporte realizado en términos de conocimiento social se debe agregar otro que se ha vuelto fundamental para nuestra universidad. Me refiero al hecho de que la metodología utilizada en las tres ediciones de la colección nos ha permitido cambiar sustancialmente el rumbo de nuestra manera de investigar, al promover que profesoras y profesores de las distintas facultades y departamentos se relacionen bajo la sombrilla de un tema común para abordarlo, por así decir, desde un enfoque interdisciplinario y respetuoso de la complejidad de lo real, conduciendo con ello a la obtención de una serie de beneficios que, a la vez que enriquecen a nuestra institución, redundan en favor de la sociedad en general.
Un primer beneficio, sustancial y de largo aliento: una colección como la presente motiva a derribar barreras académicas, tan ancladas en las instituciones educativas, contribuyendo con ello a poner fin a la práctica autárquica de las unidades académicas, centradas con demasiada frecuencia en la exclusividad de su aproximación disciplinar. Vale la pena recordar al profesor Neave cuando afirma que en este punto se encuentra “LA cuestión básica” (las mayúsculas son suyas) de la enseñanza superior:
[E]stamos ante la perspectiva de una especie de desglose sistémico. Las fronteras alguna vez indiscutidas entre instituciones y programas se han hecho permeables o lo harán en poco tiempo, a medida que más individuos las crucen. Cómo debemos abordar esta complejidad sistémica, esto que se presenta como un proceso desenfrenado de diversificación, institucional y programática, es, en mi opinión, LA cuestión básica que tendrá que afrontar la enseñanza superior, si no ahora mismo, ciertamente en los primeros años del nuevo milenio1.
La implementación de esta importante política de ruptura de fronteras académicas se torna aún más apremiante si se tiene en cuenta que la autarquía del conocimiento no es solo institucional sino, en ocasiones, personal. Se relaciona con el egoísmo que respecto de su saber puede llegar a tener el profesor o la profesora. La tendencia es, en alguna medida, sentir temor cuando un colega llega con intereses académicos en la misma temática de su interés. Pareciera que ello generara inseguridad y recelo. Pareciera que el o la docente tuviera