Curso de Derecho Constitucional. Tomo I. Ángela Vivanco Martínez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Ángela Vivanco Martínez
Издательство: Bookwire
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Год издания: 0
isbn: 9789561426498
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A) Situación intermedia entre el acatamiento y la desobediencia

      El no querer cumplir el mandato en su totalidad, sino que sólo parcialmente, importa que en principio se reconoce la orden como legítima y también la intención de infringirla solapadamente. Sólo la desobediencia abierta implica no reconocer el mandato como legítimo. La relación de mando necesita la apertura a la obediencia por parte del que es mandado, es decir, se necesita que esté dispuesto a obedecer cualquiera que sea el motivo por el que preste la obediencia.

      Muy importante resulta conocer los motivos de “la obediencia milagrosa de los agregados humanos, de miles o millones de hombres que se doblegan ante las reglas y ante las órdenes de unos pocos”98. Son dos los grandes motivos que explican la obediencia:

       B.1) Por adhesión íntima:

      Esta obediencia es prestada por el sujeto con el íntimo convencimiento que lo mandado debe ser cumplido de esa manera.

      En este caso existe la concordancia entre el que manda y el que siendo mandado, obedece. Esta es una relación de mando perfecta.

       B.2) Por razones externas:

      En este caso pueden plantearse distintas situaciones: por un lado, se puede reconocer el mando pero sin prestarle una total e íntima adhesión, como quien obedece a la autoridad para evitar el caos y la anarquía. Por otro lado se llega a la obediencia por la fuerza o violencia, como cuando se reprime una rebelión sangrientamente. Aquí se incluye también la obediencia prestada por el temor a la aplicación inmediata de dicha fuerza o violencia. Generalmente, la obediencia que se presta por la fuerza denota una debilidad en la relación de mando.

      El acatamiento por la fuerza mantiene la vigencia del mando pero es menos perfecto que el obtenido espontáneamente porque hay una potencial desobediencia que podría hacerse efectiva de no mediar la coacción. Cuanto más espontánea es la adhesión más perfecto es el mando y esto porque el mando tiene por finalidad que el subordinado cumpla un mandato.

      Mando y obediencia son dos categorías fundamentales dentro del plano social. En el Estado, la convivencia social y política se articula sobre la dicotomía de éstas. El mando político que se centra en el poder del Estado no puede subsistir por sí solo sino que requiere de la obediencia de los destinatarios; su consentimiento, adhesión o por lo menos su no resistencia.

      Por esto, Herman Heller99 considera que “la acción objetiva del poder del Estado no se puede atribuir ni a los súbditos exclusivamente ni a un gobernante”. Sostiene que para que alguien tenga poder y sus órdenes sean cumplidas de modo constante, es preciso que quienes lo sostienen estén convencidos de la legitimidad de su poder. El punto de apoyo del poder radica en la obediencia consentida. Bajo este tenor, indica que “en toda sociedad humana: el que la dirige –y se ha visto, nunca puede faltar quien la dirija– tiene el título para hacerlo si su nominación y sus actos responden al principio según el cual esa sociedad está constituida”100 El Estado, para contar con los medios necesarios para mandar, necesita del sujeto mandado y que éste preste un mínimo de colaboración. Si esto no ocurre, un gobierno puede llegar a ser derrocado.

      Con relación al tema, Juan Antonio Widow señala:

      “Sin gobierno es imposible que exista sociedad. Lo que da unidad a una multitud de personas no puede ser el criterio o iniciativas propias de cada una. Si hay unidad, ésta es la de la dirección a un fin, es decir, la de una intención, que no puede ser sino de uno, la de quien gobierna, si el gobierno es ejercido por varios, éstos deben actuar como uno, para lo cual es necesario que haya entre ellos un orden.

      “Gobernar no es imponer la propia voluntad sobre los gobernados. Si esto fuera, el efecto resultante no sería una sociedad sino un campo de concentración. Al gobierno corresponde como contraparte, en el gobernado, la obediencia, y al saber gobernar, el saber obedecer. Son éstas las virtudes básicas sobre las que se conforma la unidad del organismo social, cualquiera que ésta sea. Lo que indica que la razón de gobierno no es la fuerza o el poder que posee el que gobierna, sino en nombre de lo cual puede ejercerse el poder con justicia. Esto es lo que se denomina autoridad”101.

      “El control social hace presión en las personas para que se conformen con las pautas, papeles, relaciones e instituciones que son consideradas de alto valor en la cultura”102. Se refiere a los distintos métodos empleados por una sociedad para que sus miembros actúen al tenor de las pautas establecidas y poner de nuevo en línea a sus miembros recalcitrantes.

      Ninguna sociedad puede existir sin un control social aunque se debe tener presente que estos medios varían de acuerdo a la situación social, el propósito y carácter del grupo en cuestión, siempre teniendo por fin eliminar al personal indeseable y estimular a los demás.

      En el cambio social es posible distinguir dos direcciones sobre las que actúa: La primera de ellas se observa desde la sociedad al individuo (pluralidadindividuo), en segundo término se puede observar desde la autoridad que influye en el grupo (jefe-pluralidad).

       D.1) Clases de Control

      Inicialmente diremos que el medio de control social más antiguo es la violencia física. Hoy en día aún se mantiene vigente incluso en las sociedades gobernadas bajo el sistema de democracia moderna, debido a que ningún Estado puede existir sin una fuerza policíaca o su equivalente en poder armado. La expresión más extrema en este cuadro es la del ostracismo sistemático de alguno de sus miembros.

      (a) Controles positivos o negativos: Los controles positivos son aquellos que están acompañados de mecanismos de igual cariz, entre los cuales podemos distinguir las recompensas, instrucciones. Son los que buscan inducir a los miembros a adoptar determinadas conductas o comportamientos.

      Los controles negativos son los que cuentan con mecanismos negativos como el ridículo y la murmuración. Muchas sociedades se valen del ridículo como uno de los principales sistemas de control sobre los niños: el niño obedece no por temor al castigo, sino para que no se rían de él. La murmuración resulta especialmente eficaz en comunidades pequeñas en donde la mayoría de la gente pasa su vida en un alto grado de notoriedad social y sujeta a inspección por parte de sus vecinos.

      (b) Controles formales e informales: El control formal se refiere a los decretos, ordenanzas y leyes públicas que han emanado de la autoridad competente y cuentan con una elaboración metódica.

      Los controles informales son de índole más sutil pero gozan de gran efectividad como la moral, las costumbres y los modales. La mayoría de ellos no cuentan con una sanción legal, salvo aquellos que tienen un ribete más apremiante son acreedores de sanciones legales. Lo dicho no implica que podamos ser inmorales, excéntricos o groseros sin límite alguno, porque la inmoralidad y la excentricidad pueden ser castigadas con la pérdida de empleo, como la falta de educación puede implicar el veto para participar en grupos sociales relevantes.

      (c) Controles institucionales: Se pueden definir como “la influencia efectiva del ambiente cultural estandarizado, en cuanto se manifiesta en la respuesta subconsciente de las personas del grupo o de la sociedad”103. A este género pertenecen los controles políticos y legales, debemos colocar también como un elemento de control social a la presión económica. Existen pocos medios de coacción tan efectivos como los que amenazan nuestra subsistencia o nuestras ganancias.

      La oposición extrema a las costumbres de nuestra sociedad particular puede, además, acarrear una consecuencia más: la de que se nos defina, de común acuerdo, como enfermos.

      Toda sociedad y toda cultura, aun la más tradicional o conservadora