Ciertas vivencias psíquicas, llamadas en general representaciones, tienen la peculiaridad de que no incluyen en sí sus “objetos” como contenidos inmanentes (es decir como contenidos presentes en la conciencia), sino [...] que simplemente intienden [... es decir], remiten con entendimiento a ellos mediante ciertos contenidos dados a la conciencia, ellos mientan, y de hecho sin que haya un conocimiento conceptual de la relación imperante entre el representante y el objeto intendido. Representaciones [Vorstellungen] en este sentido las caracterizo como representaciones funcionales [Repräsentationen]. En contraposición a estas hay otras vivencias psíquicas [...] que no intienden simplemente sus “objetos”, sino que los aprehenden en sí realmente como contenidos inmanentes. Representaciones en este sentido las llamamos intuiciones [Anschauungen] (1979: 107-s.)[6].
Pues bien, Vorstellung en un primer sentido refiere al acto que «coloca realmente un objeto frente a nosotros» (p. 103), aquí, representar algo es presentar o intuir. La intuición o presentación tiene su contenido en sí, por ello Husserl hablará también del contenido inmanente de la presentación. En este caso, al igual que Brentano, el contenido es igual al objeto de la presentación.
El segundo sentido de Vorstellung refiere lo contrario. El contenido es solo representante de otro contenido no dado, es decir, la representación de algo mediante otro contenido. En este punto señala que en la presentación nos hallamos frente al contenido, mientras que en la representación funcional se señala más allá del contenido. El hecho de que Husserl indique que la presentación y la representación funcional son géneros diferentes, lo que tienen en común es la presencia de cierto contenido, que en el caso de la representación tiene función solamente representativa. El término intención [Intention] es desarrollado por él por primera vez en estos textos para describir la Vorstellung en el sentido de representación, cuyo modo de ejecución también llama mentar [meinen]. Su aporte y descubrimiento en ese escrito es que la diferencia entre la presentación y la representación funcional no es una diferencia de contenidos, sino de modos de la conciencia, de actos, o de la apercepción de contenidos.
Así pues, en 1894, mismo año de la publicación del mencionado texto, Twardowski publica su tesis de habilitación Sobre la doctrina de contenido y objeto de la representación. Una investigación psicológica. Lo que busca el autor en ese texto es aclarar el doble sentido de representación que él ve en la tematización de Brentano. Por un lado, como acto psíquico, por otro, como contenido del acto. Para llevar a cabo tal cometido, Twardowski considera fundamental aclarar el significado de «representado» cuando se habla de que una representación representa algo.
Este parte de la propuesta que plantea Brentano en su texto Psicología desde un punto de vista empírico, de 1874, de que los fenómenos psíquicos son, o bien representaciones, o se fundan en representaciones. Al inicio del primer capítulo del libro segundo de la mencionada obra, indica determinaciones que conducen a la separación entre fenómenos psíquicos y físicos. La primera determinación es aquella de la que parte Twardowski: «tanto las representaciones como todos aquellos fenómenos cuyo fundamento está formado por representaciones […] Este acto de representar forma el fundamento, no del juzgar meramente, sino también del apetecer y de cualquier otro acto psíquico» (Brentano, 1924: 112).
Para aclarar esto, Twardowski hace la analogía entre ser representado y ser pintado:
Como es conocido se dice que el pintor pinta un cuadro, pero que también pinta un paisaje. Una y la misma actividad del pintor se dirige a dos objetos; el resultado de la actividad es solamente uno. Cuando el pintor ha concluido el cuadro y el paisaje respectivamente, tiene ante él un cuadro pintado y un paisaje pintado. El cuadro está pintado, [...] El paisaje también, pero no es un paisaje real, sino uno ‘pintado’. El cuadro pintado y el paisaje pintado son en realidad sólo uno; ya que el cuadro muestra un paisaje, ya que es un paisaje pintado; el paisaje pintado es el cuadro del paisaje (1894: 13).
El autor aclara que el paisaje no deja de ser paisaje, aunque es un paisaje pintado. «Pintado» tiene aquí dos sentidos, en lo que toca al cuadro es una determinación, pero respecto al paisaje es una modificación, ya que el paisaje pintado no es un paisaje, sino un cuadro. Según el autor, también se puede entender algo como representado en forma parecida al verbo pintar. Al verbo representar le corresponden dos cosas: un objeto que es representado y un contenido que es representado. El contenido es el cuadro y el objeto es el paisaje.
De manera que el paisaje pintado remite a algo que no es la cosa pintada, así que el contenido de la representación se dirige a algo que no es el contenido de la representación, sino precisamente el objeto. Por lo que el objeto inmanente es, para él, el contenido del acto. La relación entre contenido y objeto se vuelve clara a partir de que el contenido es la unión entre el acto y el objeto. Así pues, según el propio Twardowski se aclara el papel fundamentador de la representación, superando, a su juicio, los problemas derivados de la asimilación de objeto y contenido en Brentano.
Toda esta discusión se enmarca en la conciliación de dos perspectivas, una proveniente de Bolzano que planteaba la posibilidad de representaciones sin objeto, y la otra de Brentano que indicaba la necesidad de que toda representación esté dirigida a un objeto, es decir, que tenga un objeto.
Como señalamos al inicio, Husserl toma parte en esta discusión principalmente en el texto «Objetos intencionales», redactado en 1948 y que permaneció inédito hasta 1979. Ahí plantea el problema inicialmente de la siguiente forma:
Si toda representación representa un objeto, entonces hay un objeto para cada una, y por lo tanto: a cada representación le corresponde un objeto. Por otro lado se considera como una verdad indudable que no a toda representación corresponde un objeto; hay, para hablar con Bolzano, ‘representaciones sin objeto’ (1979: 303)[7].
Sin embargo, la solución que presenta Twardowski no es la mejor o la más adecuada a los ojos de Husserl, ya que, según él, este se mueve en una falsa duplicación de objetos al hablar de objeto y contenido como lo representado determinado y lo representado modificado. Husserl indica el problema en un esbozo de carta a Anton Marty (el 7 de julio de 1901):
El problema se halla en la multiplicación de dos cosas muy diferentes. La representación no es simplemente la existencia de un contenido en la conciencia, sino que es una vivencia intencional, un cierto mentar mediante el cual aparece un objeto. El problema está en que se confunde el carácter de acto de la aprehensión y el contenido psíquico, perteneciente al yo actual, contenido que funge como sustrato de la aprehensión, esto se confunde con la relación entre el acto, la vivencia psíquica, que llamamos representación y el objeto representado (1979: 422).
La contribución de Husserl en «Objetos intencionales»
Hasta este punto la pregunta es ¿cómo contribuye Husserl a la resolución de la problemática? Pues bien, el intento de solucionar la problemática se halla, para él, en el análisis del sentido del juicio, en el cual aparecen tales representaciones. Con ello se desliga de Bolzano, para quien el juicio es una actividad subjetiva, mientras que la representación es una parte de la proposición en sí. El juicio, como ya anticipamos, para Bolzano estaría en el ámbito ontológico, mientras que la representación en el ámbito del sentido; es decir, en la dimensión semántica. Para este sería inadecuado combinar el sentido y el juicio, por ello es que Husserl se apoya más bien en Brentano y en la diferenciación que este hace entre pensar y decir propio e impropio. En sus recuerdos de Brentano, el mismo Husserl indica la importancia de esto:
En las lecciones sobre lógica elemental trataba de manera especialmente exhaustiva, y manifiestamente en una nueva estructuración creativa, la psicología descriptiva de los continuos con detallada consideración de las Paradojas de lo infinito de Bolzano; lo mismo las diferencias de las representaciones “evidentes y no evidentes”, “claras y no claras”, “distintas e indistintas”, “propias e impropias”, “concretas y abstractas”