Tras exactamente ochocientos años, existe una fuerte analogía entre los contemporáneos de san Francisco y los hombres y las mujeres que nos encontramos con ellos en nuestras calles: les une un hambre de algo «distinto», una inquietud del corazón que no logra llenar el vacío de los placeres. Por esta razón, estoy seguro de que esta estudiada colección que trata sobre Francisco y sus pensamientos nos ofrecerá su reconfortante compañía cada día, extrayendo de nosotros la imagen de que el mañana sólo es un huésped inquietante. Francisco, definido hasta por los papas como «otro Cristo», porque «había ocupado su puesto»[1], entendió perfectamente que vivir el Evangelio con pobreza de espíritu es la aventura más bella y más simple que se puede elegir para la propia historia personal, para ser felices, convencidos de que, en el «mañana», es a Jesús a quien esperamos. También Benedicto XVI nos invitó en 2007 a dirigir nuestra atención a esa figura en la historia de la fe que ha transformado la bienaventuranza de los pobres de espíritu «en la forma más intensa de existencia humana: Francisco de Asís»[2]. E incluso hace medio siglo, en 1959, el mismo Joseph Ratzinger escribió que «en la Iglesia de los últimos tiempos se impondrá la forma de vivir de san Francisco que, en su calidad de “simple” e “idiota”, sabía de Dios muchas más cosas que todos los eruditos de su tiempo, ya que él lo amaba más»[3]. Los últimos tiempos para nosotros son el presente, es el día a día.Si hubiésemos vivido en compañía de san Francisco de Asís, cada uno de nosotros, franciscano o no, habría hecho de su vida un auténtico «cántico de las criaturas». Porque el secreto de la vida franciscana es precisamente ese: que también las lágrimas de dolor se transformen, por amor a Jesús, en lágrimas de alegría.
Gianluigi Pasquale OFM Cap.
Fuentes y selección de textos
La presente antología de textos trata sobre la enorme colección de Fuentes franciscanas, que recoge tanto los textos del propio san Francisco de Asís como los más antiguos testimonios hagiográficos.
Los géneros representados en las fuentes primarias (escritos de san Francisco) van desde los artículos de la Regla a las exhortaciones a los religiosos de la Orden, desde las oraciones hasta los himnos, de las reflexiones a los testamentos espirituales. En el caso de la literatura hagiográfica secundaria (escritos sobre san Francisco), encontramos narraciones episódicas, discursos, perfiles psicológico-espirituales, relatos de milagros.
En relación con la variedad tipológica de los textos, la elección ha sido realizada tratando de ofrecer la máxima variedad posible, sin descuidar ninguno de los momentos biográficos más relevantes y decisivos del Santo, en privilegio, sobre todo, de su espiritualidad, sus múltiples exhortaciones a la pobreza y a la humildad, los gestos simbólicos y proféticos con los que ha encarnado la forma de Cristo, las penetrantes palabras a través de las que se manifiestan, en cada caso, los estados del propio ánimo.
Cuidadosamente seleccionados de entre la amplia tipología de las más intensas páginas espirituales de las Fuentes franciscanas, los textos han sido debidamente asignados a los diferentes días del año buscando, dentro de lo posible, que estén en sintonía con las celebraciones del año litúrgico. Esto se ha realizado, sobre todo, mediante asignaciones precisas a las principales solemnidades y fiestas fijas (Navidad, Epifanía, Asunción, Inmaculada, Natividad de María...) y algunas fiestas y memorias de santos, mientras que en el caso de las fiestas móviles se ha tomado como referencia el calendario litúrgico de 2009, sobre todo para el período «fuerte» de Cuaresma-Pascua-Pentecostés, subrayándolo, por ejemplo, con exhortaciones de carácter más marcadamente penitencial y con reflexiones sobre la pasión y muerte de Jesús; los días de Cuaresma, con asignaciones destinadas a días como el Miércoles de Ceniza, el Domingo de Ramos o el Sagrado Triduo Pascual, pero teniendo en cuenta el arco de oscilación de la época cuaresmal y pascual en los distintos años, de modo que pueda ofrecer en cualquier año un conjunto de reflexiones que, en lugar de atenerse a un esquema rígido, abraza el Misterio Pascual en su plenitud ya que, tal y como debe saber todo cristiano, los momentos de la pasión, muerte y resurrección de Jesús forman juntos una unidad indivisible. En la época de Pascua y la secuencia de domingos sucesivos, se han asignado cuidadosamente las solemnidades de Pentecostés, de la Trinidad y del Corpus Christi.
En general se ha tenido en cuenta la cronología de la vida de san Francisco, concentrando, sobre todo, entre finales de septiembre y comienzos de octubre los informes de los últimos momentos de la vida del Santo y sus palabras a los hermanos, reservando para los días 3 y 4 de octubre las conmovedoras páginas de la Carta encíclica de fray Elías, con la que se comunica el tránsito del querido Fundador.
Junto a san Francisco, encuentran una ubicación especial los textos significativos referentes a santa Clara y a san Antonio de Padua, en los respectivos días de su memoria litúrgica.
El resto de días y de épocas del año se han visto beneficiados, en ocasiones, por indicaciones cronológicas, a menudo aproximativas, según los contextos ambientales naturales descritos (por ejemplo, reservando a los meses estivales los episodios ligados al calor, a la sed, a los trabajos agrícolas, al contacto con los animales, etc.; a la primavera los momentos contemplativos de la naturaleza que expresan la bondad del Creador; y también al invierno los hechos relacionados con el frío agotador debido a la pobreza de las vestimentas, con el regalo de su propia capa a los pobres, con penitencias especiales como la inmersión en el agua helada o en la nieve, etc).
En muchos casos se han tenido en cuenta cuáles son las condiciones psicológicas «estacionales» que pueden hacer que se aprecien mejor y que se saque más provecho de las exhortaciones, los consejos, las reflexiones, los testimonios de las vivencias de san Francisco y de sus hermanos en general, con asignaciones que el lector atento podrá reconocer en relación con el propio estado espiritual y con la propia sensibilidad.
En muchos casos se ha llevado a cabo en una serie de dos, tres o cuatro días una reflexión más amplia sobre el Santo, subdividiéndola en porciones textuales para conformar una unidad en cierto modo independiente pero, sin embargo, con textos concadenados entre ellos.
Una decisión específica ha sido la de los textos referentes al inicio y al final del año, una «apertura» y «clausura» significativas, ambas marcadas por las oraciones de san Francisco: la primera, repartida en tres días, de alabanza y agradecimiento a Dios, parece abrir el cofre de la creación como espacio rico y denso de positividad en el que todo sucede dependiendo y bajo la atenta mirada de Dios; la última, una especie de intensísimo testamento espiritual, una clase también de alabanza espiritual, que concluye con la exhortación a «mantenerse en el bien hasta el final».
Cada texto está acompañado por la indicación del documento, con el número de referencia de la colección de las Fuentes franciscanas (FF): Fuentes franciscanas: escritos y biografías de san Francisco de Asís, crónicas y otros testimonios del primer siglo franciscano, escritos y biografía de santa Clara de Asís, textos normativos de la orden franciscana secular, edición de Ernesto Caroli, Edizioni Francescane, Padua 20042. Además, en cada pasaje se ha insertado la cita bíblica correspondiente al pasaje mencionado de las Sagradas Escrituras, allá donde aparezcan en los Escritos de y sobre Francisco, tanto si aparece como glosa junto al texto de las Fuentes franciscanas como si no.
Los documentos de los que se han extraído los pasajes reproducidos son:
a) Escritos de san Francisco
Regla no bulada.
Regla bulada.
Testamento.
Testamento de Siena.
Regla para los Eremitorios.
Admoniciones.
Carta a los fieles.
Carta a todos los clérigos.
Carta a las autoridades.
Carta a toda la Orden.
Carta a un Ministro.
Primera