Guía práctica para descubrir la voluntad de Dios. Troy Fitzgerald. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Troy Fitzgerald
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789875678545
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muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto” (Luc. 1:13-17).

      ¿Personas especiales? ¡Sí! ¿Elegidos con un destino específico? Así pareciera. Pero si el salmista habla por todos nosotros, entonces lo que es cierto acerca de Juan, Ester, Moisés y Abraham lo es también para ti y para mí.

      “Porque tú formaste mis entrañas;

      Tú me hiciste en el vientre de mi madre.

      Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras;

      Estoy maravillado,

      Y mi alma lo sabe muy bien.

      No fue encubierto de ti mi cuerpo,

      Bien que en oculto fui formado,

      Y entretejido en lo más profundo de la tierra.

      Mi embrión vieron tus ojos,

      Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas

      Que fueron luego formadas,

      Sin faltar una de ellas.

      ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos!

      ¡Cuán grande es la suma de ellos!” (Sal. 139:13-17).

      ¿Recuerdas a David, el rey elegido de Israel? Si nuestras decisiones determinan si estamos o no dentro del plan específico de Dios, cómo puede decirse lo siguiente acerca de David, quien llegó a ser un adúltero deliberadamente y un asesino: “Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: HE HALLADO A DAVID hijo de Isaí, VARÓN CONFORME A MI CORAZÓN, quien hará todo lo que yo quiero” (Hech. 13:22; énfasis añadido). Me imagino que ese pequeño tema con Betsabé y Urías no había sido escrito en el plano general. Sin embargo, el libro de Hechos registra que David fue un hombre que hizo “todo” lo que Dios quería.

      Seguramente un teólogo teológicamente moderado como Pablo tendría un sesgo más realista en cuanto a la naturaleza específica de la voluntad de Dios. Sin embargo, escribió: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” (Efe. 1:3-6).

      Desde nuestra perspectiva, Abraham, Moisés y David tomaron decisiones que deberían haber frustrado el gran diseño de Dios. Abraham renunció a su deber para con su esposa cuando los tiempos se pusieron difíciles. Moisés perdió la paciencia cuando las tensiones eran altas. David le robó la esposa a otro hombre luego de espiarla desde la terraza.

      ¿Cambia la voluntad de Dios como resultado de nuestras decisiones? Todas las decisiones tienen consecuencias. ¿Hasta qué punto las decisiones de los personajes mencionados, o las nuestras, afectan el objetivo último de Dios? Esto es lo que yo sé:

       Dios tiene un plan para cada individuo.

       Dios obra de tal manera que su plan pueda llevarse a cabo.

       El plan de Dios permite que las personas escojan libremente.

       Nuestras decisiones no necesariamente cambian el plan de Dios: solamente cambian nuestra posición con referencia al objetivo último de Dios. (Si elijo vivir fuera o completamente alejado de la voluntad de Dios, su propósito final no se ve frustrado; ver Job 42:1, 2).Debido a que Dios no permitirá que su propósito final se vea frustrado, él nos orienta de muchas maneras, y sus métodos de revelación de su voluntad a menudo varían. Considera los métodos por los cuales Dios eligió guiar a distintas personas:

       El santuario en el desierto.

       Una nube y una columna de fuego.

       La burra de Balaam.

       Un sonido estridente de trompeta.

       Un chaleco adornado con piedras preciosas que usaba el sumo sacerdote.

        Un diluvio.

       Ausencia de agua.

       Fuego del cielo.

       Un silbo apacible en la montaña.

       Aguas divididas, victorias imposibles, milagros inconfundibles y eventos que parecieran decir a gritos: “Por esto sabrás que yo soy Dios”.A veces Dios es muy específico en cuanto a lo que desea que hagamos. Otras veces acomoda su enfoque por causa de los fracasos de las personas. El divorcio nunca fue el plan de Dios, pero Jesús explicó que debido a que los corazones humanos han sido endurecidos, Dios ha permitido que los seres humanos se divorcien (ver Mat. 19:3-9).¿Forma parte del plan último de Dios que las personas permanezcan fieles el uno al otro? ¿Llegará el día en que así suceda? A medida que la humanidad aprenda las lecciones de sus decisiones no tardará en descubrir la mejor forma de vivir como hijos del reino de Dios.Creo que descubriremos que el plan de Dios, es decir su voluntad para nuestras vidas, podría implicar algo completamente diferente que el color del auto que manejas o la casa que elegiste para vivir o aún la empresa para la cual trabajas. Dios revela específicamente su voluntad. Hablaremos más al respecto más adelante en el libro.Mito 3: Si Dios quiere comunicarse contigo te dará una señalKhun Paot, una joven adolescente, escapó de la matanza de Khmer Rouge en Camboya luego de adentrarse en terreno peligroso con cien personas más que buscaban libertad. Obstruyendo el paso hacia la libertad había soldados comunistas, tinieblas y una jungla llena de espinas. La mayoría de los prófugos no tenían calzado para proteger sus pies ni luz para alumbrar el camino. La oscuridad dificultaba la travesía mientras cruzaban un valle entre medio de dos cadenas montañosas. Cuando la oscuridad de la noche no les permitió dar un paso más, centenares de luciérnagas se arremolinaron alrededor del grupo. Las luciérnagas proporcionaron suficiente luz como para que los miembros del grupo pudieran verse el uno al otro, pero más importante, luz para ver el camino. Más tarde, en el campo de refugiados, Khun Paot fue invitada a una reunión de cristianos. Señalando una figura de Jesús que colgaba de la pared, exclamó: “él es el que nos mostró el camino a Tailandia y a la libertad a la luz de las luciérnagas”.Historias como estas suscitan una amplia gama de respuestas, desde asombro y ojos llorosos hasta la pausa desconfiada que se pregunta si el historiador tomó una clase extra sobre Predicación en vez de Introducción a la Ética. ¿Suceden realmente este tipo de cosas? ¿Interviene Dios en el tiempo y el espacio de nuestras vidas para comunicar, guiar y corregir el rumbo de nuestros pasos?A veces, Dios elige interrumpir la rutina con manifestaciones relucientes de gloria o bombardeos dramáticos de su poder. Aunque la mayoría de las personas nunca llega a experimentar eventos como este, han sucedido y siguen sucediendo, y mi suposición es que volverán a suceder. Pero si siempre esperas que te suceda a ti, puede ser que te veas chasqueado. Una realidad duradera le da color a toda epifanía gloriosa; Dios interviene dramáticamente cuando menos lo esperas.A menudo, una interrupción divina es una estratagema para atraer la atención. Cualquiera que desea que Dios escriba un mensaje en la pared de su comedor diario debería considerar la naturaleza y propósito de esos pequeños sucesos: advertencia, reprensión, corrección, instrucción, intimidación, juicio. (Piensa en Daniel 5). Ten cuidado con lo que pides. ¿Realmente deseas conocer lo que Dios ve en el futuro?A través de toda la Biblia, vemos momentos en los que Dios le da a su pueblo claras evidencias sobrenaturales de su plan. El Nuevo Testamento de por sí contiene muchas instancias en las que Dios deja en claro cuál es su voluntad:

       Los discípulos en el camino a Emaús

       Felipe y el Etíope

       Saulo en el camino a Damasco

       Pablo y Silas en prisiónEstos eran momentos en los que Dios intervino; no metafóricamente, no figurativamente, sino inconfundiblemente. La razón por la cual debemos revisar