Historia de la industria papelera valenciana. Federico Verdet Gómez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Federico Verdet Gómez
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9788437096995
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a 1916, que se sumaron a la fábrica de papel continuo de Penyarroja y a la de cartón del Camino Viejo de Benimaclet. De esta forma, la ciudad de Valencia se había transformado en una importante concentración, con siete establecimientos papeleros. La tendencia de las papeleras a ubicarse -o trasladarse- en las grandes ciudades y sus alrededores continuó profundizándose, así, en Catarroja, Alboraia, Alfara del Patriarca y, más tarde, Mislata se instalaron nuevas empresas. En 1943, ascendían ya a 12 las fábricas localizadas en la ciudad de Valencia, de ellas, 7 habían optado por la máquina plana (con 9 unidades) y 2 por la redonda. Deberíamos considerar también una fábrica de cartón y otra de papel de estraza. Buñol, a partir de los años 20, recuperó los niveles alcanzados en 1885, de forma que, en la década de los 30, ya se cifraban en siete las fábricas de papel que se hallaban en funcionamiento, en las que se obtenía papel de barba, estrazas, cartones, papel continuo, sedas y manilas68. En la primera mitad del siglo, se configuró el eje papelero Alzira-Xàtiva, que incluía a Villanueva de Castellón y Benifaió. La industria papelera de Alzira se originó, en los años 30, en relación con la exportación de naranjas, al instalarse una fábrica de sedas y manilas, propiedad de la Federación de Exportadores de Naranjas. La industria papelera setabense alcanzó un hito en el año 1932, cuando Gregorio Molina, papelero de Banyeres, estableció la «Papelera San Jorge».

      La cuenca del Serpis mantenía su preeminencia, concentrando numerosas fábricas de papel, en varias localidades papeleras, como Alcoi, Cocentaina, Banyeres, Muro, Alqueria, Lorcha, Potries y Villalonga (estas dos últimas en La Safor, Valencia). La alta especialización en papel de fumar dejó paso a una mayor diversidad, en la que la elaboración de papel de seda para envolver naranjas ocupó un lugar relevante. En Banyeres, la fabricación de papel paja y papelote69 sustituyó a la tradicional de papel de fumar. En 1900, la industria papelera de Alcoi se componía de 6 fábricas de papel continuo, con 7 máquinas planas, que elaboraban papel de fumar y sedas, y 28 talleres de libritos70. En 1913, ya se cifraban en 14 las máquinas continuas71. También las fábricas de Cocentaina optaron por mecanizarse, adquiriendo dos de ellas máquinas planas. Sin embargo, la continuidad de la actividad papelera no fue posible ni en Alcocer de Planes ni en Ibi; por el contrario, continuaba en Elda, al mismo tiempo que Elche se incorporaba al mapa papelero.

      En la década de los 30, algunas empresas papeleras, para alcanzar niveles aceptables de competitividad, se vieron obligadas a fusionarse. La industria valenciana del papel dio un salto cualitativo con la constitución, en el año 1935, de «Papeleras Reunidas, S.A.», producto de la fusión de nueve empresas papeleras alcoyanas (Mataix y Payá Miralles, sin embargo, no se integraron en «Papeleras Reunidas, S.A.»). La fusión se saldó con la formación de una gran empresa que comprendía siete fábricas, con 14 máquinas continuas de papel y una de cartón, que producían papeles de fumar, sedas y manilas, biblias, impresión, estracilla, cartulinas y cartoncillos, etc.72 Además, incluían cuatro talleres de libritos de fumar, una imprenta y una litografía. También se dieron otros procesos de fusión de papeleras valencianas. Por fusión de «Papelera del Turia» -Catarroja- y «Papelera del Ebro» nació, en 1932, «La Papelera del Grao S.A.» (Alboraia)73, que, más tarde, se integró en «La Papelera Española, S.A.». El mismo proceso siguió la fábrica «El Cañar» de Villanueva de Castellón74 que, posteriormente, se dedicó exclusivamente al manipulado del papel.

      La Guerra Civil implicó una terrible ruptura en el proceso de modernización de la industria papelera. Hasta la década de los 50, no se alcanzaron los niveles de producción anteriores a la contienda pero, aun así, generalmente, empleando una tecnología obsoleta. De hecho, el aislamiento internacional – al imposibilitar el aprovisionamiento de pastas- favoreció a los núcleos papeleros tradicionales, como el valenciano. Por lo tanto, la recuperación del sector papelero se basó más en el aprovechamiento de una coyuntura favorable que en una verdadera renovación tecnológica, lo que no excluye la introducción constante de innovaciones. El sector papelero valenciano se especializó en papeles de poco gramaje, papel de fumar, sedas, manilas, biblias, aunque producía también papeles de embalaje, estracillas, cartulinas, cartoncillos, cartón, etc., pero con el desarrollo de la economía española, el protagonismo adquirido por el cartón se fue acentuando progresivamente. Al finalizar el segundo tercio del siglo XX, la Comunidad Valenciana concentraba el 13,47% de la capacidad productiva del estado español, por detrás de Cataluña (33,49%) y el País Vasco (43,21%)75. No obstante, el mercado interior absorbía la mayor parte de la producción de papel –que se destinaba, básicamente, a las imprentas- y cartón, que se empleaba en el embalaje. En todo caso, al variar las condiciones, con la incipiente liberalización de la economía, el sector se resintió, amagando la crisis.

      En Castellón, la industria papelera quedó relegada a cuatro municipios, en concreto, Soneja, Rossell, Borriana y Vila-real. La ciudad de Valencia, se convirtió en el principal núcleo papelero, con 12 fábricas de papel (en 1958), a las que habría que añadir las de sus proximidades, al mismo tiempo que se recuperaba por completo el núcleo de Buñol. El eje Alzira-Xàtiva pasó a ocupar un lugar relevante; mientras en la primera localidad, continuaba «PAPENSA» y varias fábricas de cartón, en la segunda, la fábrica de Gregorio Molina, «Papelera San Jorge» se transformó en una gran empresa. No obstante, el núcleo papelero emblemático continuaba siendo el de Alcoi-Cocentaina. La empresa más importante del sector, «Papeleras Reunidas, S.A.», con las primeras medidas liberalizadoras que contemplaba el Plan de Estabilización, manifestó cierto estancamiento técnico y empresarial. Los problemas de «Papeleras Reunidas, S.A.», ya a principios de los 60, se tradujeron en una grave crisis, que llevó al cierre de varias factorías. En este contexto, Desiderio Mataix Doménech -después, «Papelera del Serpis SA»- diversificó su producción que incluía desde manilas y sedas hasta estrazas. En l´Alqueria, se ubicaba la empresa de Sobrinos de Abad Santonja, integrada en «Papeleras Reunidas, S.A.». Banyeres contaba con 4 empresas, pertenecientes a Victoriano Belda, Evelio Mataiz, Mora y Cía y «Papeleras Reunidas, S.A.» (con dos fábricas, «La Innovadora»y «Blanco y Negro»). En Cocentaina, «Papeleras Reunidas, S.A.» poseía dos factorías («Algars» y «Serelles»), destacando también «Industrias Merín». En L´Orxa, estaba en activo la fábrica de Emilio Raduán, que confeccionaba papeles de fumar, sedas y manilas. Además, en la provincia de Alicante, desde mediados de siglo, surgieron nuevos focos, como Elx y Sant Vicent del Rapeig, a los que más tarde se sumó Dolores, todos centrados en el cartón.

      Las empresas papeleras, durante los años de expansión, no sólo desaprovecharon la oportunidad de recapitalizarse con los beneficios obtenidos, sino que, además, fueron perdiendo mercado exterior, cerrando vías necesarias en el futuro76. El alza espectacular de los costes energéticos y los cambios en la demanda tradicional desencadenaron la crisis de los 70 que, sin embargo, respondía a causas estructurales. Gran parte de las empresas papeleras valencianas presentaban una serie de características que las hacían poco competitivas y muy vulnerables, en primer lugar, su reducida dimensión empresarial que implicaba graves problemas de financiación y, por lo tanto, dificultades para renovar máquinas obsoletas; en segundo lugar, la pervivencia de localizaciones tradicionales, lo que dificultaba el acceso a las materias primas y a los mercados. Un factor agravante sería su gran dispersión y el escaso grado de integración de los establecimientos. Todo ello, se puso claramente de manifiesto, al disminuir las medidas proteccionistas en las décadas siguientes y, especialmente, con la entrada en la Comunidad Económica Europea. En consecuencia, un número importante de empresas papeleras valencianas no pudo superar la crisis del último cuarto del siglo XX77.

      En el año 1978, la Comunidad Valenciana sumaba 41 empresas papeleras y del cartón, 5 en la provincia de Castellón, 29 en la de Valencia y 7 en la de Alicante, que se localizaban en el gran eje industrial de la Comunidad Valenciana. Si comparamos estos datos con los anteriores –tal y como se observa en la siguiente tabla- se aprecia la tendencia regresiva del sector, que se agudizó en las décadas siguientes. Algunas comarcas papeleras tradicionales, como el Alcoià-Comtat, Ontinyent-Bocairent y la Hoya de Buñol sufrieron el fuerte impacto de la crisis. Por el contrario, otras zonas con menor tradición devinieron importantes núcleos papeleros, contándose entre ellas la Plana de Castelló,