El análisis de caso implica una especial atención a su historia, y en particular a las circunstancias de su creación, en la que intervinieron mujeres dirigentes del oficial Institut Català de la Dona (Generalitat de Cataluña), procediendo al recuento de las ayudas exteriores recibidas en función de determinadas finalidades y objetivos (el desarrollo de la creatividad, etc.) y al análisis de sus actividades y programas formativos de tipo doméstico, artístico, turístico, deportivo o literario…
La incorporación de la mujer como agente activo de la transformación cultural se hace cada vez más evidente a lo largo de la historia reciente. Entre las múltiples asociaciones que han venido promoviendo actividades de animación y agitación cultural o lúdica en comarcas, destacan diversas sociedades de mujeres. En las tierras leridanas y, en general, en el Principado, la fuerza cultural de los movimientos de mujeres de los años ochenta y noventa no tiene parangón en la historia asociativa anterior.
Se trata de un fenómeno nuevo el que las mujeres, reivindicando la igualdad civil, moral, política y cultural, hagan cultura y la difundan, fenómeno que, si acaso, enlazaría con tiempos anteriores a la Guerra Civil (1936-1939). Albada agrupa a las mujeres del Pla d’Urgell para poder relacionarse, y adquirir conocimientos de tipo cultural, social o manual ha sido su gran objetivo. La entidad muestra una heterogeneidad en cuanto a la edad de sus asociadas, que van desde lo que podríamos llamar jóvenes maduras, a gente activa que podríamos calificar de abuelas.
Las responsables de la entidad han proclamado que la finalidad del centro no ha sido cultivar una actividad de tiempo libre especializada, encajes de bolillo por ejemplo, sino que se trata de tender la mano a «cualquier mujer», sin límites de edad ni condición, para desarrollar un programa amplio de actividades de tipo doméstico, artístico, turístico, deportivo o literario.
Intenta desarrollar la creatividad de sus socias mediante actividades orientadas a promocionar o estimular la vocación humana de progreso integrador hacia el acceso a todas las ramas del saber y de la profesionalidad cultural, mediante la oferta de una gama variada de enseñanzas, en colaboración con las instituciones oficiales más significativas, para potenciar «el conocimiento, la convivencia y las iniciativas que desarrolla y de que tiene ya noción la mujer».16
Se observa en el capítulo de ingresos que la autofinanciación de la entidad alcanza cotas importantes: los beneficios de la artesanía de cosecha propia, las cuotas de socias y las matrículas de cursos se llevan la mayor parte de los ingresos. En cuanto a gastos, sobresale una partida, la de profesorado, lo que evidencia la vocación cultural y ateneísta de la institución. La ideología de fondo que guía a la entidad no puede ser más clara. Se trata de promover el debate para el cambio positivo en lo que concierne a la mujer y su universo, su problemática familiar, el paro femenino o los maltratos. La institución ha promovido actividades de toda índole.
Abunda la oferta de manualidades, actividades recreativas y artesanales, como la restauración de muebles; también las artísticas, con certámenes y exposiciones, sin olvidar gestos públicos, como, en su momento, apuntarse a las manifestaciones con lazo blanco los lunes frente al Ayuntamiento para solidarizarse con el pueblo de Bosnia frente a la barbarie sufrida.
Albada buscó también, de acuerdo con sus modestas posibilidades, desde el principio, incidir en aspectos concretos para la mejora de la condición de vida femenina. Prueba de ello fue el curso de 1991 de formación de mujeres adultas sobre matrimonio: nulidad, separación y divorcio, u otros sobre la mujer en la dinámica familiar. O cuando se creó una bolsa de trabajo para la mujer (1995). Por otro lado, las actividades correspondientes al modelo «ateneo», de cultura general o especializada, se han sucedido, con viajes y visitas de tipo cultural, incluso propuestas de «Rutas en bicicleta» (1992), amén de viajes al Teatre Nacional de Cataluña, etc.
Normalmente, las propuestas culturales respondían a criterios de actualidad o por ser de tipo práctico. Así, la entidad organizó un cursillo de informática con aportación de fondos de la Unión Europea (marzo de 2002). Además, se han ofertado cursos de idiomas y conferencias sobre meteorología, salud, el papel de la mujer en la guerra, a partir sobre todo del caso de Bosnia, etc.
La incidencia educativa de todas estas actividades ha sido objetivamente relevante. Se trata, además, en el caso de Albada, de un movimiento que busca complicidades y crear red, como proclamaban las intenciones del «Encuentro de las Asociaciones de Mujeres del Pla d’Urgell, Garrigues, l’Urgell y la Noguera», celebrado en Mollerussa en mayo de 1999, de donde salió la idea de continuar esta fórmula de encuentro, que «cada any s’organitzarà en una població diferent». Aparecía la voluntad de crear red, voluntad permanente en esta entidad de mujeres, no sin un fondo de crítica a veces. Así, cuando tuvo lugar el Congreso de Mujeres de Cataluña (Tarragona, 30 y 31 de mayo de 2003), esta asociación comarcal de mujeres participó en sus actividades, pero no juzgó de modo positivo el desarrollo de las tres ponencias sobre el asociacionismo femenino en Cataluña.17
En resumen, el estudio de caso centrado en el asociacionismo femenino emergente muestra las nuevas líneas de capacitación de un decisivo sector ciudadano, y cómo la cultura y la sociabilidad se han convertido en pilares de dicha capacitación, autoorganización y autoafirmación.
En las últimas décadas del siglo XX, a lo largo y ancho del espacio mediterráneo, merece una atención destacada la eclosión política, educativa y cultural del feminismo –con sus manifestaciones de sociabilidad organizada–, coincidiendo con el auge del fenómeno de la globalización. Ha habido al respecto movimientos emblemáticos. Tras las guerras civiles balcánicas, destacó como modelo de empowerment el movimiento pacifista serbio de las Mujeres de Negro (Women in Black) en su intento de neutralizar la mentalidad patriarcal conectando con el feminismo internacional y reafirmando los principios de no violencia, pacifismo y antimilitarismo.
El movimiento empezó en octubre de 1991, réplica del que en 1988 había empezado en Israel para contrarrestar la ocupación sionista de Palestina, y pretendía contrarrestar el militarismo agresivo serbio y la limpieza étnica. Mostró una dimensión política y pedagógica, sensibilizando al público sobre las atrocidades contra la población civil, reclamando la verdad sobre los desaparecidos y exigiendo justicia contra los violadores de derechos humanos, expresando solidaridad con los refugiados de guerra, desplazados y expulsados, y promoviendo la objeción de conciencia. El movimiento organizó líneas de educación alternativa, reclamando la prohibición de minas antipersona y la conversión de la industria militar y organizando acciones pedagógicas para estimular el desarrollo de la sociedad civil, las organizaciones autónomas de mujeres y las redes interculturales, trabajando a favor de la paz.18
En el contexto continental y mediterráneo expuesto más arriba, se puede evaluar el impacto histórico de importantes movimientos feministas y la prosperidad actual de las redes de sociabilidad organizada femenina en países como Serbia o Marruecos. En cualquier país del área geográfica mediterránea, el estudio de casos locales, concretos, singulares, debidamente contextualizado, permite ciertamente extraer conclusiones generalizables, actuando inductivamente.
PALABRAS FINALES
Desde luego, intentar compactar en una exposición de estas características un tema tan complejo y difícil como la sociabilidad (informal, semiorganizada u organizada) es algo más que temerario, imposible. Basta con considerar la gran diversidad tipológica y de aspectos que habría que tratar en relación con la sociabilidad catalana moderna. No se trataría de intentar una visión de conjunto sumando o yuxtaponiendo, sino más bien intentando deconstruir discursos y fijando acentos. Los subgremios académicos que se dedican a estas cuestiones actúan con lentitud a la hora de depurar conceptos no exactamente neutrales de las ciencias sociales. Es el caso del concepto capital social, que utiliza en su investigación sobre capital social y mutualismo y, en concreto, sobre la Federación de Sociedades de Socorros Mutuos de Cataluña19