Las desesperantes horas de ocio. Jorge Humberto Ruiz Patiño. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jorge Humberto Ruiz Patiño
Издательство: Bookwire
Серия: Opera Eximia
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789587816112
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la primera tendencia— comenta que los procesos de popularización y difusión de las actividades de ocio no fueron totalmente efectivos, por lo que identifica en las formas particulares de diversión de la clase obrera (aquellas que continuaron vigentes con la entrada del siglo XX) mecanismos de resistencia a los ritmos impuestos por la disciplina capitalista del trabajo. Así, por ejemplo, el autor observa en el consumo de alcohol de la clase obrera una forma de solventar las duras jornadas de trabajo y la extrema vigilancia de los patrones, lo que sitúa a bares, tabernas y tiendas como espacios de socialización libre, donde, además del alcohol, circulaban la música popular, los bailes, los juegos tradicionales y de azar.

      Las investigaciones mencionadas han abierto un campo rico en posibilidades para el abordaje de la historia de las diversiones al otorgarles un estatus específico desde el uso de las categorías de ocio y tiempo libre. Sin embargo, en el conjunto de estas aproximaciones aparecen dos problemas. El primero de ellos consiste en que la mayoría de trabajos se concentra en el periodo comprendido entre 1880 y 1930, lo que indica una desatención con relación al proceso histórico que llevó a la adopción de ciertos pasatiempos por parte de las élites colombianas, razón por la cual estas actividades aparecen como el principio del relato histórico —su origen— y no como parte de un proceso de mayor aliento.

      Dos excepciones pueden comentarse al respecto. Una corresponde a la investigación de Daniel Polanía (2012), cuyo periodo de observación se extiende desde 1850 hasta 1953, aunque su análisis se concentra principalmente en los procesos desarrollados durante el siglo XX. La otra al texto de Juan Rodríguez (1992), donde se descarta un análisis histórico centrado en las actividades y se propone una revisión, a partir de la reflexión sobre obras de cronistas y pensadores insignes colombianos, de los cambios sucedidos en la concepción de la idea de ocio desde la Colonia hasta la tercera década del siglo XX. En este sentido, el autor considera que el abandono de una concepción del ocio como oposición al trabajo se produce entrado el XX con la circulación de una idea centrada fundamentalmente en las diversiones como función del trabajo (Rodríguez 1992, 232).

      El segundo problema consiste en la utilización de la categoría ocio en un sentido que no se asentó totalmente sino hasta el siglo XX, pues durante el XIX el significado de dicha palabra estuvo relacionado, de manera predominante, con la propensión del individuo hacia una actitud negativa frente al trabajo más que como un tiempo libre respecto a la jornada laboral, esta última concepción surgida como correlato de los procesos de industrialización a partir de la década de 1920. Por tanto, si se trata del XIX, la aplicación de la categoría a las prácticas de diversión de la élite colombiana resulta equívoca, ya que ellas no eran denominadas en el sentido de una actitud ociosa, dominada por el vicio y la pereza, así como tampoco se puede hablar de unas actividades que se desarrollaran durante un tiempo liberado al trabajo industrial. Se trata, entonces, de un problema que surge al traslapar una categoría analítica con otra de carácter histórico-social.

      En este caso también existe una excepción. Se trata del trabajo de María del Pilar Zuluaga (2012a) en el que se usa la noción de ocio en el mismo sentido que le diera Thorstein Veblen (1944) en su Teoría de la clase ociosa, es decir, como facultad de las élites para diferenciarse de los demás sectores sociales mediante el consumo ostentoso en función de la reproducción de su jerarquía social. Sin embargo, la autora podría ser objeto de la crítica que Norbert Elias hace al mismo Veblen cuando afirma que este autor le otorgó a dichas clases una disposición axiológica innata, impidiendo de esta manera el análisis de ese tipo de consumo por medio de otras formas de coacción social, como, por ejemplo, la moderación de las costumbres y el control pasional (Elias 1996a, 92-93).

      Con relación a la noción de fiesta, las investigaciones podrían evaluarse siguiendo criterios temporales, esto es, identificando los aspectos relacionados con las festividades coloniales o republicanas, o más bien basándose en una caracterización temática en la cual los elementos festivos quedarían definidos según su carácter religioso o civil. Aunque esta forma de observar lo festivo puede proporcionar elementos comparativos —sincrónicos y diacrónicos— en relación con las diversiones, no resultaría de mucha utilidad ya que la historiografía sobre las fiestas en Colombia muestra que diversiones como las corridas de toros, los juegos de azar y las riñas de gallos —que habían sido típicas del periodo colonial— se mantuvieron vigentes durante el periodo republicano, al igual que tuvieron presencia tanto en festejos civiles como religiosos.

      Para obtener una visión de las diversiones desde la noción de fiesta, parece más conveniente, entonces, acercarse a ellas a partir de dos elementos que son transversales —con diferentes matices— en todas las investigaciones sobre festividades en Colombia. El primero está relacionado con la noción de lo festivo como un espacio de representación del orden social y político, cuya puesta en escena puede difuminar las jerarquizaciones sociales por medio de la interacción entre distintos sectores sociales en el ritual o mediante la construcción de una unidad imaginaria que subsume en ella todos los antagonismos sociales (Jiménez 2007; Tovar 2009). Pero lo festivo también puede, por otro lado, producir tensiones y conflictos que se expresan en el nivel de las relaciones sociales prácticas (Jiménez 2007; Lara 2015), de la construcción de la memoria (Pérez 2010; Pérez y Yie 2012) o de las luchas más directas entre distintos grupos políticos (González 2012; González, Jaimes y Rodríguez 1994).

      El segundo elemento está conformado por la relación entre fiesta y exceso, considerado este último como desfogue o distensión de las rutinas de la vida o como expresión de las pulsiones que llevan al goce festivo (Jiménez 2007; Tovar 2009). No hay fiesta sin exceso, sin transgresión, sin disrupción. Esta característica típica de la fiesta se encuentra asociada a la representación que desde el lado del poder se hace de ella como desorden y, en este sentido, como actividad objeto de control una vez que los grupos dominantes se han distanciado, por lo menos en apariencia, de las manifestaciones no oficiales, populares o paganas de la celebración festiva (Aschner 2006; González 2005; Jiménez 2007; Lara 2015; Tovar 2009; Vargas 1990).

      Con el objeto de acotar este balance, las investigaciones sobre fiesta se agruparon en dos conjuntos. Uno de ellos está conformado por aquellas que se concentran fundamentalmente en la descripción y el análisis de los aspectos oficiales de las festividades. En esos trabajos las formas de diversión están ausentes o aparecen solo marginalmente, pues el énfasis se encuentra en el análisis acerca de cómo los distintos estamentos sociales se integran a los actos centrales o en la descripción de los procesos de significación que subyacen a cada momento de la escena ritual. El otro conjunto de investigaciones se compone de aquellas que integran de una forma más visible a las diversiones como un elemento constitutivo de lo festivo. Por medio de estas últimas se evaluará el lugar de lo lúdico en el exceso y en la representación del orden social y político.

      Sobre el primer grupo es importante mencionar el trabajo de Javier Ocampo (2006), quien por medio del concepto de folclor proporciona un panorama y descripción de las distintas clases de festividades (religiosas, patrias, carnestolendas, socioeconómicas) y de los elementos que componen a cada una de ellas. También forman parte de este grupo los trabajos sobre la fiesta republicana de Marcos González (1998 y 2012) y de este autor con Gladys Jaimes y María Rodríguez (1994), en los que se analizan las tensiones entre las simbologías de la fiesta patria liberal y de las celebraciones del periodo de la Regeneración (como es el caso del cuarto centenario del descubrimiento de América).

      También se deben mencionar las investigaciones de Amada Pérez (2010) y de esta autora con Soraya Yie (2012) sobre las celebraciones políticas republicanas. Allí plantean que estas celebraciones son formas de construcción de la memoria en las que se representa la gesta de independencia a partir de una tensión entre su articulación al pasado colonial o al presente republicano. De esta forma, las representaciones sobre la lucha independentista —desde el régimen liberal o desde el regeneracionista— quedan plasmadas en relatos sobre el origen de la nación, en colecciones de objetos emblemáticos, en los procesos de institucionalización de las ceremonias públicas y en las imágenes formadas sobre la participación de los sectores populares (Pérez y Yie 2012; Pérez 2010). En cuanto a las festividades religiosas, Marcos González (1995) se concentra en las fiestas del Corpus Christi y analiza su fastuosidad como