[27] Ibid
[28] Ibid., p. 84 [ed. cast.: «La marca», en Marxists.org].
[29] Ibid., p. 77.
[30] G. Winstanley, The True Levellers Standard Advanced [1649], en The Complete Works, ed. G. Sabine, Ithaca, NY, 1941, p. 249.
[31] A. Linklater, Owning the Earth: The Transforming History of Land Ownership, Nueva York, 2013, p. 5. Podríamos haber añadido la jungla del subcontinente indio.
[32] H. Saint-Simon, Selected Writings on Science, Industry, and Social Organization, ed. K. Taylor, Londres, 1975, p. 77.
[33] Hamlet, acto 1, escena XIII; G. W. Hegel, Hegel’s Lectures on the History of Philosophy, Londres, 1955; Marx, discurso en una cena para celebrar la Fundación del People’s Paper, Londres, 14 de abril de 1856.
[34] A. Rayner, «Conflicting Flows: The Dynamics of Mycelial Territoriality», McIlvainea: Journal of the North American Mycological Association 10, 1991, pp. 24-35.
7. E. P. Thompson y lo común en Irlanda
Una importante coincidencia puede hacer avanzar la discusión. «Strata» Smith fue el primero en cartografiar el subsuelo de Inglaterra[1]. En 1801, acabó de dibujar y colorear «el mapa que cambió el mundo». Hijo de herrero, nació en 1769, el año en el que Richard Arkwright inventó la hiladora hidráulica y James Watt la máquina de vapor, y en el que Josiah Wedgwood creó la fábrica de cerámicas. Tenía dieciocho años cuando una ley parlamentaria estableció los cercamientos en Churchill, la aldea de Oxford en la que nació. Estudió el arte de medir con el hombre que cercó su aldea. Cadena de acero, compás de medir, teodolito y pantógrafo se convirtieron en instrumentos de medición, cercamiento, conquista y construcción de canales. En 1794, fue nombrado topógrafo de la Somerset Canal Company. Los mineros le mostraron las vetas con sus nombres. Detectaron veintitrés estratos bajo la mina de carbón de Somerset.
En abril de 1803, Strata Smith se alojó en Londres, frente al Strand, en el número 16 de Charing Cross Road. Compartió este costoso alojamiento con otro hombre ascendente, Francis Place: sastre, cabildero, amigo de Jeremy Bentham, y defensor del utilitarismo. Smith y Place descendieron al subsuelo y al salir contaron lo que habían visto. Francis Place, archivista de la incipiente clase obrera inglesa, era miembro de la Sociedad de Correspondencia de Londres. Fue el testigo principal y sigue siendo la fuente principal para los historiadores de los artesanos ingleses. La coincidencia de la presentación del primer mapa del subsuelo geológico en 1802, en el momento en el que el movimiento obrero en Inglaterra fue obligado a «soterrarse», es importante. Los dos sucesos están relacionados.
Al final de La formación de la clase obrera en Inglaterra, E. P. Thompson escribe «estos años parecen a veces desplegar, no un reto revolucionario, sino un movimiento de resistencia, en el que tanto los románticos como los artesanos radicales se oponían a la anunciación del “hombre codicioso”. En el fracaso para alcanzar un punto de unión entre las dos tradiciones se perdió algo»[2]. Voy a intentar escribir ese punto de unión con el fin de encontrar ese «algo» perdido.
En 1963, Edward Thompson propuso que se había producido una fase crucial entre 1803 y 1822, cuando el movimiento obrero se soterró. La conspiración de Despard inauguró lo que Thompson denominó la «tradición ilegal». Esto comenzó a ocurrir en 1795, con la aprobación de las Dos Leyes. La Treasonable Practices Act [Ley sobre Prácticas Traicioneras] convirtió en delito sancionable con la pena de muerte el hecho de decir o escribir algo que pudiera incitar al desprecio hacia el rey, la Constitución o el Gobierno. La Seditious Meetings Act [Ley contra Reuniones Sediciosas] prohibió todas las reuniones de más de cincuenta personas que carecieran del permiso de las autoridades locales.
Los miembros de la Sociedad de Correspondencia de Londres, incluido Francis Place, archivista de la clase obrera londinense inicial y amigo de Despard, «se vieron obligados a replegarse sobre sí mismos y a descubrir medios de organización independiente cuasilegal o clandestina»[3]. Place dimitió de la Sociedad de Correspondencia en 1797. Describió a Edward Despard como uno de los tres «hombres extraordinarios, a cada uno de los cuales yo le debía una parte de los conocimientos que poseo y a quienes siempre tendré en gran consideración». Pocas personas «ricas e instruidas se avenían a visitarme», escribió en 1795. No obstante, «algunos hombres notables me visitaron con frecuencia, y con frecuencia conversaron conmigo durante un periodo considerable […] y esas visitas me fueron muy provechosas desde el punto de vista intelectual y moral»[4].
Las leyes contra la asociación, Combination Acts, iban dirigidas particularmente contra los obreros que producían motores o contra los mecánicos. Las leyes contra la asociación de 1799 y 1800 «habían abocado a las trade unions al mundo de la ilegalidad, en el que el secreto y la hostilidad hacia las autoridades eran intrínsecos a su misma existencia»[5]. En consecuencia, el Gobierno «llevó involuntariamente a la tradición jacobina a asociarse con las unions ilegales […]. La ley de 1799 empujó a jacobinos y sindicalistas a formar una extensa asociación». Jacobinos y spenceanos, feministas y republicanos, fueron conducidos al silencio. La clandestinidad política y social fue una defensa contra el terror.
Thompson situó el cambio en el tiempo geológico al compararlo con «la gran llanura de Gwaelod», situada veinte millas al oeste de la bahía de Cardigan. Hace siete milenios, de acuerdo con el folclore galés, las compuertas del canal no se abrieron, un esclusero borracho se distrajo con una hermosa criada, la capa de hielo se fundió, el nivel del mar subió varios cientos de metros y la llanura boscosa habitada se inundó. Desde las colinas que dominan la costa se vislumbra la gran llanura de Gwaelod. De manera similar, podemos ver a Place y Despard en el subsuelo político.
Thompson nos da «la clase obrera» sin lo común. Aunque los componentes de la clase obrera se han ampliado considerablemente desde 1963, para incluir a personas esclavizadas, criados, marineros, mineros, presos, amas de casa, y los criminalizados, la energía histórica que Thompson dio a la dinámica de la clase obrera persiste. La omisión de lo común ha tenido una consecuencia imprevista. Cuando retornó como noción de investigación, en el siglo XXI, tras el colapso de la URSS y con la expropiación de aldeas en China, África, Iberoamérica y el sur de Asia, lo común carecía de cualquier noción de clase obrera.
David Bollier y Lewis Hyde han efectuado estudios profundos sobre lo común en la cultura, pero cuando retroceden en la historia, se retrotraen a los terrenos comunales agrícolas de tiempos feudales[6]. Avanzan, además, de los terrenos comunales agrícolas a lo común en la cultura y en la información, sin considerar qué ocurrió desde el punto de vista cultural y agrícola en el periodo intermedio de la historia en el que la manufactura y la mecanización se convirtieron en formas de producción dominantes. La manufactura promovió la división del trabajo. Podemos seguir también la división del trabajo en el campo, con el pastor, el techador, el carretero y el guardés. Históricamente, sin embargo, la división alcanza su mayor significado