La voz de Perry, cuando hablaba, era tan aguda que parecía la ardilla Alvin. "Deja a mi hermana en paz".
Los hombres se miraron y se echaron a reír.
El del cabello corto dijo: "Su héroe. Esa es una buena".
"¿Qué vas a hacer si no lo hacemos, enano?" El de la cola de caballo le lanzó a Perry una mirada amenazante.
"Vamos, Perry", dijo Trish. "Ignóralos".
"¿Adónde vas, cariño? Quizá nos veamos más tarde".
De nuevo, ella no les contestó. A Perry le costaba hacer pasar a Duke entre las motocicletas.
"Dale un golpe en el trasero. Tiene que saber que tú eres quien manda", le dijo a su hermano.
Perry hizo lo que le sugirió, y Duke resopló y avanzó trotando con Cindy, pasando por delante de Trish, Goldie y Reno.
"Me gusta la actitud de la chica", dijo el del cabello corto.
Los hombres pusieron en marcha sus motocicletas, acelerándolas mientras rodeaban a Trish, Perry y los caballos, pero no se detuvieron. El silenciador de una de las motos falló. Duke se desvió hacia la izquierda. Perry se sujetó con fuerza de la silla. Algunas personas tenían un talento natural para los caballos. Él no lo tenía. Su cuerpo se tambaleó y se inclinó, pero aguantó como pudo. Goldie sacudió la cabeza, resoplando.
Las motos desaparecieron en la distancia.
Trish suspiró de alivio.
Capítulo 7: Vuelco
Bosque Nacional Bighorn, Wyoming
18 de septiembre de 1976, 2:00 p.m.
Perry
Subiendo por la empinada carretera, con un gran desnivel a su izquierda y una colina casi recta a su derecha, los latidos del corazón de Perry seguían acelerados. Normalmente no le asustaban las alturas, pero sentía como si un imán gigante tirara de él hacia el abismo. Duke y Cindy no se lo ponían nada fácil. No podía lograr que se alejaran del borde. Duke casi saltó al vacío cuando los hombres de las motos se alejaron acelerando sus motores causando un ruido insoportable.
Esos hombres habían mirado a su hermana con malicia. Estaba furioso. Furioso como lo había estado la vez que Judd, un matón de su colegio, había dicho que él era una niñita cobarde. Perry intentó darle un puñetazo y Judd se había reído en su cara, sujetando las muñecas de Perry, sin siquiera golpearlo. La cara de Judd había sido reemplazada por los dientes manchados de tabaco del tipo de la cola de caballo y los ojos saltones del tipo de cabello corto, y su risa por sus voces. Tampoco lo habían tomado en serio. Se sintió impotente e incapaz de proteger a su hermana. Ni siquiera podía lograr que su tonto caballo avanzara sin la ayuda de ella.
¿Por qué todos me tratan como a un bebé?
Las lágrimas le quemaron los ojos, y se alegró de estar detrás de su hermana. No se las limpió, sino que las dejó secar al viento de Wyoming. Anhelaba ser más grande y más fuerte.
El silencio era pesado, solo se escuchaba el repiqueteo de los cascos, la agitada respiración y los ocasionales resoplidos de los caballos. Su boca se sentía como si estuviera llena de malvaviscos. Ni siquiera pudo decirle a Trish como se sentía. Quería decirle que lamentaba no haberla podido defender. Que lo sentía y que tenía miedo. ¿Ella sentía lo mismo? ¿Era por eso que ella también permanecía callada?
Sólo esperaba que los dos hombres no volvieran.
Un gran camión se tambaleaba por la carretera hacia ellos. Duke aguzó las orejas y levantó la cabeza. A medida que se acercaba, Perry pudo ver que tenía una cubierta de madera en la parte superior de la cabina con una valla de rieles verticales alrededor. Las pequeñas patas, la nariz puntiaguda y las suaves orejas de un perro salchicha se asomaban por la parte delantera de la valla de la cubierta, junto a un San Bernardo tan enorme que parecía que podía volcar el camión.
Un conductor de tupido vello facial negro levantó dos dedos a modo de saludo al pasar. Perry se quedó boquiabierto ante el vehículo. La cubierta superior coincidía con una cubierta más grande de la plataforma del camión, aunque la valla que lo rodeaba era una barandilla más tradicional. Detrás del camión había un antiguo remolque para caballos sin techo. Un caballo con aspecto de dálmata relinchó ante Duke.
Duke resopló.
Trish puso una mano en el lomo de su montura y se giró para observar el camión. "Sólo en Wyoming".
Perry asintió. El pintoresco y divertido camión lo hizo sentirse un poco mejor. La gente de Wyoming era definitivamente diferente a la de Texas. Finalmente vio el camión y el remolque de su padre más adelante. Cuando él y Trish lo alcanzaron, encontraron a su padre escudriñando varios mapas extendidos en el capó del camión.
"Han tardado bastante". Patrick sonrió y empezó a doblar los mapas. "¿Listos para cargar?"
Trish dijo: "¿Has visto las motocicletas?"
"Las vi. Harleys. No se ven muchas de esas en las montañas".
Perry chilló: "Esos tipos eran unos imbéciles. Estaban molestando a Trish".
Patrick se quedó paralizado mientras se metía los mapas en la cintura. "¿Qué?"
"No hicieron más que hablar", dijo Trish bajándose del caballo.
Patrick tomó las riendas de Duke.
Perry saltó al suelo. "Asustaron a Duke". No mencionó cuánto lo habían asustado.
"¿Hablaste con ellos?" Los ojos de Patrick se clavaron en los de Perry, sabiendo bien cuál de sus hijos era más propenso a soltar información.
"No. Pero querían saber a dónde íbamos".
"¿Se lo has dicho?"
"No."
"De acuerdo".
Caminaron hacia la parte trasera del remolque. Los tres permanecieron en silencio mientras colocaban los aperos y las sillas de montar y cargaban los caballos. El miedo de Perry empezó a disminuir. El mero hecho de estar cerca de su padre ayudaba. Miró a su alrededor. Nunca había visto las montañas desde este lado. La vista de este pico, de cerca, lo hizo sentirse vacío. Desde el lado del Búfalo, el Pico de las Nubes era el más grande. Desde este ángulo, parecía un pico de dientes negros de aspecto enfadado.
Subieron a la camioneta y Patrick empezó a conducir lentamente por la carretera de Red Grade.
Trish dijo: "Esto me recuerda a los Alpes suizos en Heidi".
"¿Eh?" Dijo Perry.
"Ya sabes, el libro, Heidi".
Perry miró por la ventana. A Trish le encantaba leer. Él odiaba los libros. La conversación se detuvo, pero no le importó. Durante media hora, su mente flotó de los pensamientos sobre el fútbol a la pesca y la caza del alce y luego a nada en absoluto mientras pasaban por ciénagas, alces pastando en plantas acuáticas, arroyos, amplios parques con hierba marrón y alguna que otra cabaña.
Perry debió quedarse dormido, porque se despertó cuando Patrick giró a la derecha en una carretera forestal frente a un arroyo.
""Nos estacionaremos cerca de aquí y nos prepararemos para acampar", dijo Patrick bajando la ventanilla de su lado.
Trish no bajó la suya, pero Perry bajó ambas en la parte trasera. Pasaron junto a un camión y un remolque de viaje con motocicletas Harley estacionadas afuera. Las ventanas y las puertas del remolque estaban tapadas con una especie de bolsa negra desde el interior.
"Son las mismas motocicletas". Perry arrugó la nariz. "Algo huele raro".
Patrick inclinó la nariz hacia la ventana abierta. "Como a amoníaco".
Trish se estremeció.