«Peredur hijo de Efrog» es también es un texto proveniente de la segunda mitad del siglo XIII. Además de la versión larga que hallamos en el Libro Blanco de Rhydderch y el Libro Rojo de Hergest, se conserva una versión corta en los manuscritos Peniarth 7 y Peniarth 14, datados alrededor de 1300 y 1325, respectivamente. En este último se le da el nombre «Ystoria Beredur», recuperando el término ystorya que aparece en «Geraint hijo de Erbin». Este cuento presenta mayores particularidades respecto de su contraparte en francés antiguo, ya que al hilo argumental de base se le introducen varios episodios nuevos, entre aventuras (la pelea contra el monstruo marino Adanc o Afanc, la lucha contra la serpiente que custodia un tesoro, el castillo del tablero mágico, entre otras), toda la sección inicial y escenas menores como la del árbol que se quema. Por detrás de todo este material, los críticos han rastreado la influencia de fuentes diversas en su composición: además del Perceval de Chrétien de Troyes, Bliocadran, La segunda continuación (de El cuento del grial) y Lancelot22. El relato retiene del poema francés la estructura entrelazada de las aventuras de Gwalchmai y Peredur, al igual que el famoso ensimismamiento del héroe contemplando la sangre en la nieve y pensando en su enamorada, aunque lo casa con la emperatriz de Constantinopla para luego retomar el marco de la corte como catalizador de aventuras y darle un final al inconcluso poema con el episodio de las brujas de Gloucester. En este contexto, el grial es interpretado como un plato que lleva una cabeza ensangrentada.
Por último, «El sueño de Rhonabwy» («Breudwyt Ronabwy») es el único de los textos que se conserva en un solo testimonio, el Libro Rojo de Hergest. Situado en un contexto histórico específico (el reinado de Madog hijo de Maredudd en Powys entre 1132-1160), el relato narra la aventura ficcional de Rhonabwy enmarcada dentro de un sueño de tres días. Pero en esta aventura, sin embargo, no pasa casi nada, sino que solo nos ofrece una imagen estática, muy elaborada retórica y visualmente, de ejércitos a la espera de una contienda. La atmósfera, además, está signada de inmediato por lo maravilloso en la mención anacrónica de la batalla de Camlan, en la cual pereció Arturo, pero con quien se encuentran más tarde. El núcleo de la acción está dado por una partida de gwyddbwyll (un juego de tablero semejante al ajedrez) que disputan Arturo y Owain y que se reproduce, en la realidad, en una batalla campal entre los cuervos de este último y los jóvenes guerreros del primero. Esta es la única acción del cuento, y es bastante antiheroica. Arturo enuncia, asimismo, críticas de tono político a una situación actual del relato que contrasta con un pasado dorado de grandes hombres y hazañas que él representaría pero que, no obstante, la narración nos presenta de manera problemática, en crisis y con Arturo como un líder débil entretenido en un juego en vez de asumir la responsabilidad del mando23. De este modo, el relato podría leerse, por un lado, como una sátira del poder de los reyes galeses, quizá de la ambición del rey de Gwynedd Llywelyn ab Iorwerth, a principios del siglo XIII (periodo posible de composición del cuento), de convertirse en el máximo líder galés por sobre todos los demás, desde la percepción de un autor de Powys. Por otro lado, «El sueño de Rhonabwy» se plantea como una parodia del relato artúrico y de sus convenciones, ya que allí hallamos una gran cantidad de rasgos familiares y reconocibles (batallas, personajes, lugares) que, en muchas oportunidades, están deformados o ridiculizados24. Por ejemplo, las exhaustivas descripciones de caballeros, monturas y estandartes que hacen juego son, por momentos, el interés prioritario del narrador y confieren un carácter desmesurado y risible al cuento. Esto último es subrayado en las líneas finales por el narrador: ni el recitador más hábil podría recordar la hiperbólica variedad de colores de todo lo que se describe sin la ayuda de un libro. La misión de Rhonabwy queda abandonada (no era, evidentemente, más que una motivación para el despliegue de la visión) y con ello se reafirma la autorreferencialidad paródica del mundo artúrico.
Los relatos artúricos traen al primer plano la variedad de tradiciones relativas al monarca que existían en Gales durante la Edad Media. Junto a su representación como jefe de una banda de guerreros en poemas como «¿Qué hombre es el guardia de la entrada?» o «Preiddeu Annwfn», «Los despojo de Annfwn», en el que Arturo lidera una expedición a Irlanda en busca de un caldero, hallamos un retrato negativo en las vidas de santos latinas . Claro está, aquí responde a las convenciones del género hagiográfico, pues Arturo asume el papel de rey secular al que se enfrenta el santo de turno. Asimismo, leyendas sobre Arturo se imprimen en el paisaje galés, como se ve en las maravillas de la Historia de los britanos, donde se narran historias onomásticas que tienen al rey como protagonista. Por otro lado, el Arturo cortés ya aparece en «Culhwch y Olwen». En los tres relatos artúricos derivados de fuentes francesas domina el Arturo pasivo, característico del roman, aunque por momentos vemos aparecer al líder «galés».
Para concluir, es preciso tratar un tema que atraviesa todo el panorama ofrecido hasta aquí y que ha sido esporádicamente aludido.Los cuentos son expresión directa de lo que se conoce como cyfarwyddyd, el saber tradicional vernáculo que se transmitía oralmente y que incluía no solo narraciones, sino también conocimiento histórico, genealógico, médico, legal, topográfico y poético. El profesional a cargo de tan valioso saber era el cyfarwydd (plural cyfarwyddiaid). Originalmente, esta palabra designaba a «aquel instruido en sabiduría tradicional», «experto», pero con el paso del tiempo su significado se amplió y perdió especificidad, terminando por adoptar el sentido de «narrador»; con él, también el término cyfarwydd desplazó su campo semántico hacia el del entretenimiento hasta significar simplemente «relato», «historia», el sentido que predomina en estos textos25. Vale aclarar que este acervo cultural en lengua galesa coexistía e interactuaba con la tradición latina: un mismo individuo podía pasar con mayor o menor comodidad de una a la otra. Como resultado de todo esto, los cuentos se nutren de –y reescriben– una enorme cantidad de materiales presentes en otros textos, sobre todo en dos: las Tríadas de la Isla de Britania (Trioedd Ynys Prydain), una serie de agrupamientos de a tres elementos (tríadas) con fines mnemotécnicos, una suerte de guía de tradiciones narrativas, personajes y acontecimiento; y Las Leyes de Hywel Dda (Cyfraith Hywel Dda), los códigos legales atribuidos al rey Hywel el Bueno (†950). Asimismo, se recuperan temas y figuras pertenecientes a la historiografía latina, tales como de la obra de Gildas Sobre la ruina y la conquista de Britania (De Excidio et Conquestu Britanniae, c. 540), de la Historia de los britanos (Historia Brittonum, 829/839) atribuida a Nennius, los Anales de Gales (Annales Cambriae, c. 950), las hagiografías o vidas de santos, las crónicas o la tan mentada Historia de los reyes de Britania de Godofredo de Monmouth (c. 1138), una obra latina de la que se conservan más de 200 manuscritos como testimonio de su popularidad. Godofredo es el primer autor que ofrece una biografía de Arturo y se interesa por trazar una línea continua de reyes desde el poblamiento de la isla por Brutus y sus descendientes (quienes habían escapado de Troya, como Eneas) hasta la llegada y conquista de los anglosajones, en el marco de una visión escatológica de la historia como sucesivos ciclos de pérdida y recuperación. Godofredo, además, le da entidad a la profecía relativa al regreso de Arturo, quien yace en Ávalon curando sus heridas, y a la traición de Mordred, su sobrino.
Características narrativas y estilo
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