Imagínate que vas por la calle caminando distraídamente, muy entretenido/entretenida, pensando en tus amigos de curso y las actividades que compartes con ellos, cuando de pronto escuchas que alguien te grita ¡Cuidado! Inmediatamente tus pensamientos se detienen y todo tu cuerpo se dispone a prevenir el peligro y toda tu atención se despliega hacia la situación que te está poniendo en riesgo.
Fíjate cómo una sola palabra altera toda tu existencia: pues es una palabra que representa una realidad ¿Sabes por qué? Porque el lenguaje es acción, el lenguaje anima el mundo. Es a través del lenguaje que nos constituimos como personas y nos relacionamos con otros, y producto de estas relaciones, construimos el mundo. Recordemos que el lenguaje verbal es la capacidad que más ha marcado el curso de la evolución de la especie humana; es la capacidad humana por excelencia. El lenguaje encierra dos valores para los seres humanos: uno subjetivo y otro social.
Lo subjetivo tiene que ver con tomar conciencia de uno mismo, y se produce como resultado de nuestra representación del mundo, de formar nuestros pensamientos y actuar de acuerdo a ellos. Es lo que nos constituye como sujetos y nos hace diferente a los demás. Por ejemplo, el concepto de familia surge de las representaciones que a través de nuestra propia experiencia vamos construyendo: puede depender de si vivimos con nuestra madre y nuestro padre o con uno solo de ellos, con los abuelos, con los tíos o con uno o varios hermanos; y de las relaciones afectivas que establecemos con ellos. Todo esto va a determinar nuestras ideas y acciones frente al núcleo social llamado familia. Este mismo proceso se repite para todos los conceptos que van a conformar nuestro universo conceptual que constituye la base de nuestro pensamiento. De ahí que nuestra visión del mundo esté determinada por la amplitud de nuestro universo conceptual, permitiendo que nuestra visión del mundo sea amplia o estrecha. Nosotros somos los únicos responsables de alimentar o limitar nuestros pensamientos. El lenguaje en sus múltiples manifestaciones -oral, escrito y artístico- es una herramienta que nos posibilita ampliar ese universo conceptual por medio de, por ejemplo, un buen libro, una caricatura, una canción, un baile, una película o una pintura.
Figura 1. 21 pensamientos en Adán sigue teniendo la culpa
El otro valor del lenguaje que mencionamos, es el social que se hace presente en la comunicación, porque los seres humanos somos por naturaleza sociales. Es en las relaciones con los otros que podemos expresar lo que somos, compartir nuestras expectativas, deseos, creencias, sentimientos, valores, y, así, construir espacios comunes. Gracias a este valor social del lenguaje, con tu grupo de amigos del barrio, del colegio y de tu familia, planean, organizan y comparten fiestas, salidas, juegos, trabajos, tareas y deberes. Estos dos valores del lenguaje, el subjetivo y el social, están muy ligados: uno es el reflejo del otro y viceversa, se enriquecen mutuamente y determinan la vida del individuo y de la sociedad.
Como ves, el lenguaje es el medio por el cual construimos el mundo, nuestro mundo que diariamente habitamos. Por esto, es necesario la adquisición de sus códigos y el buen uso de ellos, para lo cual es importante la comprensión de las estructuras lingüísticas. El lenguaje hace parte de nuestro ser, somos lo que decimos y hacemos.
El lenguaje: instrumento esencial del conocimiento
Por todo lo dicho hasta ahora, reconocemos en el lenguaje un elemento fundamental en la formación de los seres humanos. Ahora veamos su aporte en la construcción de nuestros conocimientos con los cuales actuamos cotidianamente.
El lenguaje en sus dos manifestaciones, oral y escrita, nos permite entrar en relación con otras personas para intercambiar ideas, establecer acuerdos, manifestar sentimientos; en fin, estas dos manifestaciones del lenguaje nos permiten acceder al conocimiento.
El conocimiento es social (la relación con los otros) y cultural (tiene que ver con lo que se produce en esas relaciones con el otro, como en el arte, en el cine o en la música), y es a la educación la que le corresponde esta función, aunque no exclusivamente es el colegio el único escenario donde formamos el conocimiento, también lo construimos en la familia, con la sociedad en general y a partir de los medios de comunicación. Sin embargo es en el espacio escolar donde principalmente aprendemos a leer y a escribir. De la lectura, las estrategias para comprender y analizar textos; aprender a identificar la idea central del texto, a identificar a quién está dirigido, qué busca el autor, qué conocimientos previos tenemos sobre el tema del texto, entre otros aspectos.
Con respecto a la escritura, es importante, primero, entender que escribir no es copiar, sino que escribir es producir algo nuevo; es comprender que cuando escribimos somos lo que leemos; es decir, que si no tenemos suficiente conocimiento de un tema difícilmente podremos escribir sobre éste y, que al escribir, pasamos por un proceso que se inicia con identificar el qué, el para qué y el cómo lo haremos y termina con la re-escritura del mismo; es decir, la revisión y corrección de lo que hemos escrito.
A continuación te vamos a dar un ejemplo para ilustrarte cómo funciona la prueba. En primer lugar, debes saber que se te va a evaluar la competencia lectora y la producción escrita. En la competencia lectora se tendrá en cuenta la comprensión que tengas de los textos, es decir la búsqueda y reconstrucción que hagas del sentido y los significados presentes en diferentes tipos de textos que se te presentarán. Estos podrán ser literarios, informativos, descriptivos o gráficos, entre otros. Por su parte, la producción escrita, tiene que ver con la generación de significados, los cuales pueden estar dirigidos a expresar pensamientos, como para transmitir información o interactuar con los demás en una situación de comunicación concreta. Dicho ejercicio se plantea a partir de un texto o de un evento.
Tanto la comprensión como la producción te proponen una reflexión en torno a qué dice el texto (contenidos conceptuales: la semántica); cómo lo dice (organización: la sintáctica); para qué lo dice, por qué lo dice, cuándo lo dice y quién lo dice (pragmática),
A través de la prueba, vas a ir identificando a qué componente pertenece cada pregunta; si se te pregunta por lo que dice el texto, el componente será el semántico; si te preguntan por cómo está escrito, es el sintáctico y si te preguntan, por el para qué, por qué y quién lo dice, será el componente pragmático.
Como sabemos que te gusta el misterio y poder identificar acertijos, te presentamos la novela de Dan Brown, El código Da Vinci. De pronto ya la conoces y hasta la habrás leído o viste la película cuyo protagonista fue Tom Hanks. Pero si no la conoces, es un buen motivo para que lo hagas, ya que es una novela de misterio, espionaje y acción alrededor del rostro de la Mona Lisa, la pintura más famosa de Leonardo Da Vinci.
Después de leer el siguiente texto, contesta las preguntas de la 1 a la 6.
El código Da Vinci es una novela de misterio escrita por Dan Brown en 2003, que se convirtió en un “best seller”, porque combinó dos géneros narrativos: el suspenso detectivesco y el esoterismo propio de la Nueva Era, alrededor de un tema que desde hace mucho tiempo ha generado muchas controversias al interior del cristianismo, el Santo Grial y el papel de María Magdalena.
En el libro, el Opus Dei estaría presuntamente involucrado en una conspiración para encubrir la verdadera historia de Jesucristo, quien se habría casado con María Magdalena y habría tenido descendientes que llegaron a Francia, en concreto la dinastía merovingia. La teoría expuesta literariamente por Brown implica que el cristianismo habría vivido conscientemente dentro de una mentira fraguada por la Iglesia católica durante los últimos dos mil años. Esto ha despertado gran cantidad de críticas en los medios académicos por contener errores históricos, geográficos, religiosos y culturales y por realizar afirmaciones sobre hechos presuntamente históricos sin aportar pruebas.
Estas críticas han llevado incluso a la redacción de por lo menos diez libros