: con la primera escalerilla
alcanzamos de seis pisos
la azotea
se veía el mar de aquella altura
sentí que me besaba como aprisionando
mis labios a sus aspiraciones
[que me tragaba un poco–
a tres o cuatro pasos asomaba el abismo
nos fuimos hacia él e hicimos algo
muy parecido al amor mirando calle abajo
bajamos al cielo y después del edificio
nos despedimos con un beso final
[boca de amargos
visitantes que heredan el aliento de frambuesa
para dibujar lejanías a la memoria–
un beso final una escalera
muda que garabateaba
unos números
no lo llamé
nunca volví a verlo
siempre me han dado miedo
las alturas
Para Pinty, hasta Matanzas, hasta siempre.
en sandino
también todos los días
pasa la nada
[salvo cuando murió el abuelo
carcomido de a poco por fumarolas
pequeñísimas que enlistaba la libretaiii
como quien recibe de su heroísmo
la muerte a cuentagotas–
aquella tarde
en parque central
luego de dar muela a policías
y salir del claustro aquel de zanjaiv
la salud de la abuela fue emergencia
el cuerpo era espigado y rubio
–me contaron–
el vello parejito de las nalgas
una disposición discreta de carnero
que tiró sobre la cama
cuando empezó el acoso tubular
cuando el mástil francés tanteaba la furia
a aquella isla
él miraba con atención de cirujano autista
los ojos del extraño
no hizo movimientos
su estoicismo de barco a punto de hundimiento
lo coronó el silencio de esa carne que temblaba
con las embestidas de otra carne antigua
–negociación tan vieja como el maderamen
yo nunca pude
recordar
mucho
de aquella historia
[salvo
esa mirada plana
la curiosidad sin preguntas de sus ojos
–negros, casi muertos–
que cumplían el ritual sin aspavientos–
nunca supe recordar
su nombre
para Fernanda Crancianinov, por mi Aurelia.
soportan a la espalda malos juicios
públicos rescoldos
en toda esquina del mundo
[les dicen pingueroschichifosragazzosmayateschaperosga-
rotosdeprogramataxiboyschancerosotinieblos–
reinventores de todas las pasiones
ellos no se inmutan
van al gimnasio
y asolean su deseo
en la playa más cercana
no les preocupa la duda
[conocer gente nueva cada día
es habitar la desconfianza
: su vida ha sido siempre
última vez
y olvido
y nunca más
y no saber de quién
se han despedido–
por lo bajo en los
susurros del solarv
los señalan por su cobardía
nada más lejano
: sólo un hombre valiente hace su vida
con lo que tiene a mano
el conocimiento que ambos tienen
de su alma es inversamente proporcional al conocimiento
de las almas ajenas;
por eso el contrato es exacto y justo
: uno entrega su belleza para ser quebrada
por las manos visitantes
si se mira bien, la víctima convierte al victimario en
víctima
[
: no es otra cosa un asesino–
el otro sabe que su belleza es un sol terrible
despiadado
y oferta la exigida precisión
de las caricias compradas
[
: la experiencia es también un crimen alevoso–
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