En marzo de 1999, en ocasión de desempeñarme como Consejero Directivo Titular en el Consejo Directivo (en representación del claustro de profesores) de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, formulé un proyecto de resolución en el que propuse otorgar al profesor Herbert Alexander Simon la distinción Doctor Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires.
El proceso de aprobación llevó un tiempo y motivó que escribiera una Contribución Académica para la Universidad, que fue agregada a las tramitaciones y luego publicada (Basualdo, 1999). Tuve permanentes interacciones con Simon mientras duró el proceso de la aprobación y, por fin, acordamos que la ceremonia se llevaría a cabo el 15 de octubre de 1999, en la Carnegie Mellon University. En ella, por protocolo, Simon debía agradecer la distinción con el desarrollo de un tema que se transmitiría por video a Buenos Aires. Fui designado por la Facultad de Ciencias Económicas y llegué a Pittsburgh con muchísima antelación, lo cual me permitió compartir jornadas enteras con el profesor Simon, conversando y escuchándolo hablar sobre los temas que lo apasionaban. Fue muy generoso conmigo al compartir muchas horas de su tiempo.
En la noche del día de la ceremonia, me invitó a cenar a su casa y pasamos, conjuntamente con su esposa Dorothea, una velada imborrable, en la que ambos tocamos el piano, departimos sobre temas de Borges, nos divertimos inventando un ranking de compositores clásicos, hablamos del tango y de Piazzolla, recordamos la misma travesía por el Yang Tze que, en 1987, ambos hicimos, con diferencia de meses, desde Chongching hasta Wuham, rememorando la belleza que fueron las Tres Gargantas (hoy esa zona es una gran represa).
Esa noche, en ese ambiente y ese clima, nació la idea de editar en español la cuarta edición en inglés de El Comportamiento Administrativo. Tal vez, la verdadera génesis haya sido un petulante comentario que realicé afirmando que las anteriores traducciones no habían favorecido en nada a la obra y que era menester ampliarla con todo lo que él había investigado. Me dijo que él no lo realizaría, pero me hizo prometerle que yo sí lo haría.
Después del fallecimiento de Simon, tuve permanentes contactos muy afectuosos y amables con su hija Kathie. En el año 2006 tomé la decisión de abocarme decididamente a cumplir la promesa y así se lo hice saber. Su contestación de que estaba esperando eso de mí me tomó absolutamente por sorpresa. Pero quedé estupefacto al tomar conocimiento de que ella sabía, por boca de su padre, acerca de mi promesa, pero que nunca se atrevió a reclamármela (seguramente su don de gentes se lo impidió).
Le pedí ayuda al profesor Alberto Souto, un profesional sobresaliente y experto en teoría de la decisión, para la traducción del original y los comentarios de Simon de la cuarta edición. Alberto, además de ser un amigo, es un ser excepcional, un admirador de la obra de Simon y un docente maravilloso. Puso en la traducción no solo el conocimiento de esta obra, sino también de muchas otras producciones de Simon, siendo esta, sin dudas, la mejor traducción de las ediciones de la obra.
HERBERT ALEXANDER SIMON Y EL COMPORTAMIENTO ADMINISTRATIVO
Simon se preguntó a sí mismo cómo pudo haber escrito esta obra sin tener experiencia en dirección (Simon, 1991.a), y la respuesta a este cuestionamiento debe buscarse en su propia obra y contextualizarse en el entorno de ideas en que fue gestada. Obviamente, muchas de las influencias no están plasmadas en las fuentes, pero no pueden desdeñarse ni negarse, porque estuvieron en su mente, de alguna manera u otra, cuando tuvo las ideas más sobresalientes de su obra. Simon relató su influencia de esta manera: “El ‘colegiado invisible’ operaba con cierta eficiencia, entonces y ahora: noticias de nuevas contribuciones, publicadas en muy dispersas revistas y libros, se propagaban rápidamente. Mi atención era convocada por la mayoría de ellas antes de su publicación o muy poco después. De manera similar, el enfoque de la toma de decisiones de mi disertación se hizo conocido entre economistas e investigadores operativos” (Simon, 1991.a).
Entre el año de ingreso (1933) a la Universidad (University of Chicago) y la publicación de El Comportamiento Administrativo (1947), Simon recibió influencias variadas, no solo en cantidad, sino en calidad, que deben tenerse en consideración si se quiere evaluar seriamente la obra. En 1999, desarrollé una arbitraria división teórica de la vida de Simon que aconsejo consultar si se quiere abundar en detalles (Basualdo, 1999).
He aquí una síntesis:
En 1933 (17 años).
Culminó los estudios de escuela media e ingresó a la Universidad (University of Chicago), con una beca.
En 1934 (18 años).
Quedó impresionado por los seminarios dictados por dos visitantes ilustres de la Universidad: Alfred North Whitehead (1) y Jacques Maritain. (2) Por la influencia de esas personalidades y luego la de Bertrand Russell, Simon profundizó en la obra de Jeremy Bentham y, especialmente, en el contenido de la obra que publicó en 1907 (Bentham, 1907). Lo utilizó como fuente en el desarrollo del Capítulo III.
En 1935 (19 años).
Desarrolló su primer trabajo académico (Simon, 1935), que utilizó como bibliografía de consulta (ver pie de página en el Capítulo X).
Realizaciones
(Simon, 1935): no publicado.
En 1936 (20 años).
Asistió a las clases de uno de sus reconocidos mentores, Henry Schultz. Simon afirmó que conocerlo aseguró la consolidación de su segunda fase educativa en economía (Simon, 1991.a). Incorporó una obra suya (Schultz, 1938) como fuente de la obra.
Lo impactó el contenido del libro de George Humphrey, (3) Naturaleza del Aprendizaje (Humphrey, 1933).
Fue influenciado por las obras publicadas por John Dewey (Dewey, 1927; 1930), que fueron su fuente para el desarrollo de su teoría del proceso de decisión y sus vinculaciones en toda la obra, especialmente en los capítulos V, IX, X y XI.
Fue cautivado por el libro de John Commons en relación con las limitaciones de la racionalidad (Commons, 1934), que constituyó la base para comenzar a delinear lo que luego se constituiría en su teoría de la racionalidad limitada (bounded rationality). Utilizó la obra de Commons como fuente en los capítulos IV y V y sus implicaciones en los capítulos IX, X y XI.
Realizaciones
No tuvo.
En 1937 (21 años).
Asistió a las clases de Henry Simons, que lo fascinó profundamente con sus enseñanzas sobre economía y teoría de los precios. Simon lo cita como uno de sus maestros.
Conoció a Nicholas Rashevsky, que lo subyugó por su habilidad en la construcción de premisas simples de modelos y sistemas biológicos; aprendió de él la pericia en matemáticas y la destreza en construcción de sistemas formales, recibiendo la impronta formalista que lo acompañó toda la vida. En 1951, Simon publicó un artículo con una revisión del libro de Rashevsky sobre matemática biológica y el comportamiento social (Simon, 1951.c). Simon lo señaló como un inspirador fundamental en su vida.
Entabló una estrecha amistad con otro de sus mentores, Clarence Ridley, a quien consideró un ejemplo de administrador eficaz. Desarrollaron en conjunto varios artículos que fueron incluidos como bibliografía de consulta, especialmente en el Capítulo IX. La influencia de Ridley en las partes pragmáticas de la obra puede atribuirse a la escasa experiencia en dirección reconocida por Simon (Simon, 1991.a). Le otorga un párrafo especial en los agradecimientos de la cuarta edición.
Concurrió a las clases de Rudolf Carnap, quien dejó huellas imborrables en su vida científica, especialmente en los esquemas lógicos de las ciencias sociales. La influencia de Carnap fue crucial en la tesis que Simon desarrolló. Expresó Simon al respecto: “Decidí escribir una tesis doctoral sobre la toma de decisiones