Aceptar y respetar estos puntos de partida llevan de manera natural a relaciones de cariño, apoyo y abiertas. Cuando hablamos de maneras «correctas» de practicar el poliamor, nos referimos a estrategias que, en nuestras experiencias, parecen conducir más a menudo a la gente hacia ese tipo de relaciones. Cuando hablamos de relaciones «sanas» estamos hablando de relaciones que avanzan hacia esos valores más a menudo de lo que se alejan de ellos.
Sobre los derechos
Hemos hablado de la idea de lo «correcto» (como opuesto a «incorrecto») pero ¿qué pasa con los derechos? Los derechos son la piedra angular de la mayoría de los sistemas éticos, incluido el nuestro. De hecho, creemos que las opciones que maximizan el bienestar no son éticas si no respetan los derechos de otra persona. Por ejemplo, una decisión que aumenta el bienestar de un grupo de personas no respetando el consentimiento de una de ellas –por ejemplo, decirle a una mujer que debe tener un bebé que no desea pero que el resto de su familia sí– es inmoral, porque la autonomía del cuerpo invalida la opción del bienestar del grupo.
Es común oír la palabra «derechos» cuando quien la usa quiere decir realmente «las cosas que yo quiero». En las relaciones un derecho a menudo significa «algo que espero» o «algo a lo que considero que tengo derecho». «Soy la esposa por lo tanto tengo derecho a hacer que tus otras relaciones se terminen si me hacen sentir incómoda». O, «ella y yo hemos tenido descendencia, por lo tanto tengo derecho a decidir con quién puede tener una relación».
Tenemos derecho a desear lo que deseamos. De todos modos, no tenemos derecho a obtener lo que deseamos. Para los derechos se debe subir el listón ¿Qué es un derecho? Mucha gente cree que existen unos «derechos naturales»: los llamados «derechos inalienables» con los que todo el mundo nacemos, como la vida, la libertad y demás. A menudo la gente cree que esos derechos se derivan de cosas como la naturaleza humana o los mandatos de una deidad. Ese es un lodazal en el que no nos vamos a meter (al menos no en este libro). En su lugar, hablaremos de los derechos más parecidos a los derechos legales: los derechos que tiene una persona por ley o por costumbre. A menudo hay que luchar por ellos antes de que sean otorgados, como todos los «derechos» protegidos en las democracias constitucionales modernas, por ejemplo.
Al proponer unos derechos para las relaciones, no los reclamamos desde una autoridad natural ni como inalienables. Más bien, los proponemos como derechos que creemos que es esencial defender para construir relaciones basadas en los valores tratados en las páginas 77-79. Dichos derechos son la base de las relaciones éticas. Sugerimos que estos derechos deben de darse por hecho en las relaciones poliamorosas éticas; que los individuos deben aceptarlos y defenderlos por sí mismos; y que las comunidades poliamorosas deben defenderlos.
Los derechos de los que hablamos se derivan de dos axiomas, que juntos son una lente a través de la cual se debe observar toda elección dentro en una relación. Estos principios son:
Las personas que forman parte de una relación son más importantes que la relación misma.
No trates a las personas como cosas.
Son simples, pero no necesariamente fáciles. Volveremos a menudo a ellos. El primer axioma, por supuesto, no significa que las relaciones no son importantes. Y tampoco significa que nunca debas hacer sacrificios personales por el bien de una relación. Pero, aunque a menudo es necesario sacrificar tiempo, satisfacciones a corto plazo o deseos no esenciales por el bien a largo plazo de la relación, nunca es deseable que te sacrifiques tú por una relación. Esto lo tratamos en profundidad en los capítulos 4 y 5. Y aunque los deseos individuales a veces deben ser incorporados en el bienestar colectivo, es importante recordar que las relaciones existen para servir a las personas que están en ellas. Si una relación deja de servir a las personas que están en ella, no está funcionando. Puede que ni haya una razón para que siga existiendo. Por lo tanto el axioma número 1, como el axioma número 2, son siempre ciertos (por eso son axiomas). Aunque las personas y la relación deben servirse mutuamente, las personas son siempre más importantes. En la práctica, estos axiomas significan que las relaciones son consensuadas y que las personas no son máquinas para satisfacer necesidades. La gente no puede y no debe ser obligada a permanecer en una relación: si una relación deja de cubrir las necesidades de las personas que forman parte de ella, esa relación debe terminarse. Las personas no son materias primas; las relaciones éticas reconocen la humanidad, las necesidades y deseos de cada individuo involucrado.
Una declaración de derechos de las relaciones
En 2003, Franklin publicó una «Declaración de Derechos de las Relaciones Secundarias» en su web en expansión. Rápidamente se convirtió en la página más popular y más controvertida de toda su web. Muchas personas en ese momento se oponían a la idea de que las relaciones secundarias debieran tener derechos en absoluto. Aquí ampliamos la «Declaración de Derechos de las Relaciones Secundarias» a una «Declaración de Derechos de las Relaciones». Para desarrollar esta lista, examinamos otros documentos que definían «derechos», desde documentos de las Naciones Unidas a reglas de organizaciones contra los malos tratos. Creemos que se debe superar un listón bien alto para que algo sea considerado un derecho. Estos son los que pasaron la prueba. Tienes derecho, sin tener que sentir vergüenza o culpa por ello, y sin que te puedan acusar de nada, a:
En todas las relaciones íntimas:
• Estar libre de coerción, violencia e intimidación.
• Elegir el nivel de implicación e intimidad que desees.
• Revocar el consentimiento para todo tipo de intimidad en cualquier momento.
• Que te digan la verdad.
• Decir no a lo que se te pida.
• Tener y expresar puntos de vista diferentes.
• Sentir todas tus emociones.
• Sentir y comunicar tus emociones y necesidades.
• Marcar límites respecto a tus necesidades de privacidad.
• Marcar unos límites claros en las obligaciones que aceptes.
• Buscar un equilibrio entre lo que aportas a la relación y lo que recibes.
• Saber que con quien tienes una relación trabajará contigo para resolver los problemas que surjan.
• Elegir si quieres tener una relación monógama o poliamorosa.
• Crecer y cambiar.
• Cometer errores.
• Terminar la relación.
En las relaciones poliamorosas:
• Decidir cuántas relaciones quieres tener.
• Elegir tus propias relaciones.
• Tener el mismo derecho con cada una de tus relaciones a decidir la forma que va a adoptar tu relación con ella.
• Elegir el nivel de tiempo e implicación que ofrecerás a cada relación.
• Entender con claridad cualquier regla que se aplique a tu relación antes de formar parte de ella.
• Discutir con tus relaciones las decisiones que te afectan.
• Tener tiempo a solas con cada una de tus relaciones.
• Disfrutar de la pasión y momentos especiales con cada una de tus relaciones.
En una red poliamorosa:
• Elegir el nivel de involucración e intimidad que deseas tener con las otras relaciones de tus relaciones.
• Que se te trate con amabilidad.
• Buscar