Este libro, un amoxohtoca o “siguiendo el camino del códice” en Nahuatl, traza mi deambular por las Américas, alrededor, de ida y de vuelta y una vez más de vuelta, al ir viviendo de una forma indisciplinada y desordenada la escolaridad que prioriza las formas de la producción y la transmisión del conocimiento, relacionales y corporales, que nos llevan más allá de las restrictivas redes epistémicas que algunas de nuestras disciplinas y prácticas eurocéntricas nos imponen. Sin embargo, el trasgredir esas redes también invita a todo tipo de tensiones y malentendidos, algunos más productivos que otros. Para mí, uno de los más generadores surgió de una conversación con Silvia Rivera Cusicanqui cuando ella explicaba el concepto aymara de interrelación. Yo entendí que el significado de jaqxam sar era “para existir, tengo que hablar y caminar con otros”. Para yo existir, otra persona tiene que nombrarme, reconocerme. Estas palabras guiaron mi pensar al volver a examinar nociones colonialistas y de-colonialistas sobre subjetividad. Cuando después de un año o más, quise asegurarme de que había usado el término jaqxam sar correctamente, ella no se acordaba de nuestra conversación y, más desorientador aún, me dijo que jaqxam sar significaba algo totalmente diferente. El concepto de “para existir, tengo que caminar y hablar con otros” tenía sentido, dijo. Pero no la palabra. Entonces yo reclamo ambos al navegar estos espacios y capítulos, el concepto y el malentendido con la exigencia epistémica y política que nos impone.
En el camino he aprendido que para ser yo misma tengo que hablar y caminar con otros. Los artistas, activistas y académicos que han caminado y hablado a mi lado, me han enseñado y apoyado de formas que ni sé cómo darles todo el crédito que merecen. Este libro trata de continuar la conversación que hemos comenzado.
Mis conversaciones con Juan López Intzin (o Xuno López) le agregaron un “corazonar” al hablar y caminar. Los maya —específicamente la perspectiva de vida tzeltal—, sitúan el corazón al centro del conocer y el estar con otros. Él nombra esto “epistemologías del corazón”. A veces, como Stefano Harney, me he visto como si fuera una “ladrona de ideas”. Lo que podría parecer como una conversación al otro lado de la cerca, sigue existiendo bajo los códigos que gobiernan la propiedad en el mundo académico. Por años me he arrepentido de no haber empezado El archivo y el repertorio reconociendo que una de las primeras ideas que tuve sobre repertorios como sistemas contiguos pero independientes de archivos, fue durante una conversación con Rebecca Schneider en una estación de gasolina en Wales cuando volvía de PSi a Londres.
Sobre la mesa ella mapeó cómo el archivo o biblioteca en las antiguas ciudades griegas y romanas siempre había estado físicamente distante del teatro. Le interesaba lo que queda fuera del archivo, los restos, y citó mi ejemplo del dedo que le faltaba al cadáver de Evita en Dissapearing Acts (Actos de desaparición). Durante años me había preocupado sobre el “otro” en el archivo, lo que finalmente llame el “repertorio” de prácticas corporales que sobrevivieron la supresión causada por el archivo de la Colonia. Mi interés venía no de la Grecia antigua, sino del reconocimiento del despojo creado por el privilegiar el conocimiento de archivo. ¿Entonces, quién es dueño de qué? Preferiría pensarlo como debiendo en vez de poseyendo. Estoy en deuda con Rebecca. Estoy en deuda con Xuno. Estoy en deuda con Silvia, debo mucho a mucha gente, incluso, como Moten y Harney lo ponen, todo. Tengo una deuda profunda. Me hace feliz el saberlo y el reconocerlo.
Algunas personas, como Jesusa Rodríguez, han participado directamente de mucho de mi deambular. Ella es compañera y protagonista de gran parte de este amoxohtoca. Lorie Novak, como se ve en las muchas fotografías de este libro, a menudo ha viajado conmigo extendiendo mi visión a lugares donde mis ojos no alcanzaban a ver. Marianne Hirsch, Richard Schechner, Fred Moten, Toby Volkman, Xuno López, Rebecca Schneider, Leda Martins, y Jacques Servin han sido esenciales en mi forma de mirar y actuar en el mundo. David Brooks de La Jornada, Diana Raznovich, Julio Pantoja, Ricardo Domínguez, Benjamín Arditi y Peter Kulchyski me han acompañado e inspirado, cada uno a su manera. Algunos pensadores como Silvia Rivera Cusicanqui, Judith Butler, Hannah Arendt, Greg Grandin y Boaventura da Sousa Santos, están ahí una y otra vez, informando mis pensamientos aun cuando no los conozco a todos personalmente. ¡Gracias a Manuel R. Cuellar por su ayuda con el Nahuatl! Y a Alexei Taylor que dibuja lo que yo solo puedo ver en mi imaginación. He aprendido mucho de Grace McLaughlin y Anthony Sansonetti, los mejores asistentes de investigación del mundo. Les agradezco a todos. Las voces de muchos de mis colegas, estudiantes y colaboradores me acompañan adónde quiera que vaya. ¡Presentes!Gracias al Institut d’Études Avancées de París, que me dio una beca de investigación en la primavera del 2017, la que me permitió encontrar el tiempo para comenzar a trabajar en este libro. Gracias a Beatriz García-Huidobro, editora ejectuiva de Ediciones Universidad Alberto Hurtado por su fe en mi trabajo.
Como siempre, Susanne Zantop, quisiera poder caminar y hablar contigo.
1 “¡Ahí está el detalle! Que no es ni lo uno, ni lo otro, sino todo lo contrario”. Augustina Caferri, “23 frases divertidas del comediante mexicano Cantinflas”, 2 de julio de 2019, https://www.aboutespanol.com/23-frases-divertidas-del-comediante-mexicano-cantinflas-696281.
Capítulo I
¡Presente!
No puede existir un diálogo o una teoría sobre la
descolonización sin una práctica de descolonización.
Silvia Rivera Cusicanqui1
I
Hace poco recibí un correo electrónico colectivo de Juan Carlos Ruiz, entonces codirector del movimiento New Sanctuary (Nuevo Santuario) de Nueva York, pidiéndonos estar ¡Presente!, aparecer y hacerles frente a las políticas de deportación de los Estados Unidos que están desgarrando la vida de muchas familias. He conocido y admirado a Ruiz desde que nos conocimos en 2014 cuando me invitó a participar como jueza en el Tribunal Permanente de los Pueblos (Permanent People’s Tribunal o PPT), un tribunal de opinión que escucha y responde a los reclamos de los pueblos perseguidos que nunca serán atendidos por una Corte. Esta era la tercera audiencia celebrada en la ciudad de Nueva York que acusaba a los gobiernos de México y de Estados Unidos de crímenes contra la humanidad2. Varios prominentes defensores de los derechos humanos participaron en ese tribunal —Raúl Vara, obispo de Saltillo, el padre Alejandro Solalinde, nominado para el Premio Nobel de la Paz por su defensa de los inmigrantes, así como otras destacadas figuras profundamente comprometidas con la defensa de los derechos humanos—.
Durante esos tres días escuchamos historias sobre asesinatos, desapariciones forzadas, violaciones, secuestros y robos que migrantes vivieron en su peregrinar por México hacia el norte, camino a los Estados Unidos. Escuchamos,