No es lo mismo tomar fotografías a un bebé recién nacido, que ha comido y está dormido, pudiendo prácticamente colocarlo y mantenerlo quieto en cualquier postura, que intentar convencer a una preadolescente de que la imagen que usted va a conseguir de ella es mucho mejor que las fotografías que se toma ella misma con su móvil. En cada edad debería conocer qué tipo de actividades puede documentar con su cámara. Hay etapas en el crecimiento de un niño durante las que interactúa fácilmente con sus padres, otras donde empieza a querer conocer mejor a los demás miembros de su familia, por ejemplo a sus abuelos, y por supuesto en algunas etapas, como la preadolescencia, es mejor que se concentre en capturar su personalidad ya más forjada. En cada capítulo le ofreceremos una pequeña introducción sobre las peculiaridades físicas y sicológicas de diversos períodos de crecimiento del niño. No tiene que poseer los conocimientos de un sicólogo infantil, pero sí le vendrán muy bien algunas nociones que le ayudarán enormemente en su trabajo diario.
Recursos no solo fotográficos: calma, descanso, comida, juegos…
No todos los niños son igual de sociables y se comportan de manera similar en una sesión fotográfica. Con algunos podrá empezar la sesión casi inmediatamente, mientras que con otros necesitará una fase de aclimatamiento. En especial considere que las sesiones en estudio significan para el niño entrar en un entorno desconocido, algunos parecen entrar en fase de auténtico pánico porque creen que los llevan a la consulta del médico o a la cueva oscura del lobo de sus cuentos. Por ello será conveniente que tenga preparados ciertos recursos, no sólo fotográficos, para su sesión. Pepa Valero tiene siempre su nevera bien surtida de chocolatinas, batidos, etc. “Un trozo de chocolate y esperar 5 minutos a que haga efecto, cambia completamente la actitud de un niño enfadado”.
En esta imagen, tomada durante una sesión fotográfica de Pepa Valero, puede apreciar cómo la fotógrafa incentiva una atmósfera de juego en los niños. Para campañas específicas suele construir un escenario donde los pequeños están deseando entrar a divertirse e imaginar historias. Ella misma se pone cómoda, se quita los zapatos y, entre foto y foto, ¡salta a la escena a jugar con ellos! Habitualmente usa una iluminación sencilla que permita al niño moverse libremente por la escena para esta imagen situó un flash a la izquierda montado con una ventana rectangular y nido de abeja, según las técnicas explicadas en el capítulo 4, y ajustó la potencia del flash para que las pequeñas luces de Navidad también iluminaran el rostro de la niña.
Nikon D-800, Sigma 35 mm f/1,4, ISO 800, f/2,8, 1/160 s.
Cada fotógrafo al especializarse en fotografiar niños busca sus propios recursos. Pepa Valero resalta cómo “mi arma secreta para trabajar con niños es que yo también soy muy niña, un poco trasto y me encanta hacer el tonto. Ellos no me ven como una mamá o una abuelita, que ya tengo edad para ello, sino como un niño más. Tengo una clienta con una niña que cuando le dice la mamá en su casa ”Marta, ven aquí que te tienes que comer esto”, la niña le contesta ‘yo no me llamo Marta, ¡me llamo Pepa Valero!’ (risas). Muchos padres y madres me dicen que sus niños recuerdan mucho la sesión conmigo y es por ese motivo, porque para ellos resulta una experiencia distinta de lo que hacen todos los días. Estamos dos horas juntos bromeando, jugando, haciendo el tonto… entonces a los críos se les queda mucho en la cabeza que han estado con una payasa ¡directamente!”.
Detecte el carácter y momento en que se encuentra el niño. Pepa Valero insiste en la importancia de “entender las peculiaridades de cada edad, porque así no es difícil encontrar trucos para que colaboren en la sesión. Por ejemplo, con los niños de dos años, que suelen ser muy rebeldes, funciona de maravilla la compañía de un hermano o primo mayor porque lo que haga el mayor lo va a imitar también el pequeñajo. Si no quiere hacerse fotos, empiezo haciendo fotos al primo o al hermano, inmediatamente tengo ya al pequeño que quiere que le haga a él, a menudo me dice: ‘Este no, ¡yo!’ con lo que ya puedo empezar la sesión”.
“Para niños más grandes, de siete a diez años, lo que suelo tener como recurso es decir palabrotas o tacos con ellos. Intento no decir muchas pero que alguna se escape y reírnos juntos. A las chicas les va mucho sentirse princesas; siempre llevo mis coronas, mis pañuelos, mis faldas… y eso funciona genial. Con los chicos suelo llevar bombas de humo, pues les llaman mucho la atención ver cómo se abre el humo, los colores que forma, etc.”.
Si el niño es muy nervioso quizás lo mejor es dejarle que explore el estudio o le acompañe explicándoselo, o quizás se sienta más relajado si plantea una sesión en exteriores. Cuando acaba de despertarse después de una siesta en el coche, déjele su tiempo para que abandone su estado de sueño y le conozca. Además hable con el niño, pregúntele por sus temas o canciones favoritas y tenga a mano su tableta u ordenador para reproducir alguno de ellos. Un niño relajado, cómodo y confiado supone un 50% del éxito de su proyecto fotográfico.
CONSEJO
Fred Rogers: «El juego es realmente el trabajo de la infancia»
El juego es una pieza clave en el aprendizaje y la interacción social de los niños. El juego les permite entretenerse, así como descubrir y aprender de su entorno. Los pequeños no entienden muchas cosas del mundo de los adultos: ¿para qué les llevan con un desconocido que se esconde detrás de un aparato negro y les marea la cabeza con fogonazos de luz? La primera tarea del fotógrafo es conseguir que los pequeños no lleguen a esa percepción. Los niños se sienten atraídos por el juego y está en sus manos saber aprovechar esa tendencia natural para que colaboren con usted sin esfuerzo y pasando un buen rato.
Olvide su cámara, siéntese con su protagonista en el suelo con algún juguete o muñeco y plantéele un juego que consista en una tarea sencilla. Puede pedirle que mueva la cabeza del muñeco para contestar a las preguntas que usted le formule, o que haga andar o parar al muñeco cuando se lo indique, o que pulse el botón del resorte para hacer salir a un muñeco de una caja. Procure que los movimientos que le solicite sean fáciles de entender y vincular a una palabra; no los asocie a una señal visual porque entonces el niño fijará demasiado la mirada en su mano. Por último intente que la secuencia posible de movimientos facilite una pose adecuada del pequeño.
Motívele a reír; el niño reaccionará de manera muy diferente si ve que usted se ríe por los fallos de sincronización de los movimientos del pequeño, en vez de agobiarlo con una perorata cada vez que no se mueve justo cuando usted le indica. La risa, al igual que el juego, desencadena toda una serie de reacciones fisiológicas, cognitivas y emocionales que facilitan el aprendizaje, la sociabilidad, la liberación del estrés acumulado y permiten que el niño sea más abierto a nuevas personas y experiencias. Planee, memorice y practique algunos recursos para provocar la risa en un niño: desde muecas y sonidos de animales para los más pequeños, a chistes o parodias de personajes para los mayores. Incluso algo tan simple como hacer que el niño lo perciba a usted como que juega al escondite detrás de la cámara puede convertirse en una fuente de carcajadas en el pequeño.
En el almacén de Manuel González se encuentran ositos y animales de peluche, mariposas, margaritas y otras flores, con los que puede distraer a los niños para que aparezcan más naturales y menos pendientes de la cámara. En este caso le propuso a la niña un juego sencillo con la margarita En esta fotografía, como es habitual en él, utiliza la estrategia acción/reacción: la mamá está al lado de la cría y la incita a mirar a la margarita o bien a arrancarle una hojita, consiguiendo esta instantánea, tan natural y fresca, al disparar cuando tenía la mirada concentrada en la acción sobre la flor. Hasta los 3 años, los niños tienen que concentrar toda su atención para