En suma, todo este asunto va mucho más allá. En realidad, los seres humanos, según indican varios hallazgos de la biología evolutiva, aparecimos hace aproximadamente 3 000 000 de años sobre la faz de la tierra y desde ese entonces surgimos como una especie cuyo fundamento fue el amor y el juego, tal y como lo demuestra el maestro Humberto Maturana. Es decir que la historia de la humanidad ha sido eminentemente amorosa y lúdica y no bélica y guerrera como la historia de las culturas matriarcales patriarcales nos ha hecho creer. Sí se acepta que las culturas matriarcales patriarcales surgieron durante los últimos 10.000 años en que se dio el neolítico y la revolución agrícola, entonces se debe concluir que la historia de las culturas matriarcales patriarcales cubre tan solo y a lo sumo el 1% de la historia de la humanidad.
Dado que los seres humanos somos seres vivos que hacemos nuestro vivir en el lenguaje, al preguntar por nuestro origen debemos preguntarnos por el origen del vivir en el lenguaje de los primates bípedos que nos antecedieron. Como seres vivos los seres humanos seguimos siendo seres emocionales y en tanto las emociones son dominios o modos de conducta que especifican lo que un ser vivo puede hacer o no hacer en ese instante, como señala Maturana, al preguntar por el origen del vivir en el lenguaje debemos preguntarnos por la emoción que les permitió a los primates bípedos que nos antecedieron comenzar a vivir en él. Dicha emoción fue la del amar. Continuemos siguiendo el razonamiento de Maturana.
¿Qué es lo que vemos cuando vemos un grupo de personas fluyendo en las coherencias operacionales que llamamos lenguaje? Lo que vemos es precisamente un acople de las conductas que consiste en que los participantes coordinan acciones consensualmente. El lenguaje es un fluir en el vivir en coordinaciones consensuales. Este es el mecanismo básico del lenguaje propuesto por Humberto Maturana, que subyace en el lenguaje oral, el lenguaje escrito y en cualquier tipo de lenguaje, sencillamente porque todos estos surgen del vivir en coordinaciones recursivas de acciones.
De hecho, podemos constatar que no es posible comunicar algo si no hay capacidad de coordinar acciones. La comunicación es un efecto de las coordinaciones consensuales recursivas. No hay modo de comunicar algo sino se ingresa en el fluir de las coordinaciones voluntarias de haceres respectivos a la situación específica que se vive. Uno no puede comunicar algo por teléfono sino ingresa a la realización de ciertas acciones con el teléfono que han sido aprendidas mediante coordinaciones con otros. Un ejemplo cotidiano de coordinaciones de acciones consensuales:
—¿Dónde están las llaves?
—Están en la cocina.
—¿En qué parte de la cocina?
—Sobre la nevera.
—Ya las vi. Gracias.De tal manera que la pregunta por el origen del vivir en el lenguaje conduce a la pregunta por la emoción que permitió que los primates bípedos que nos antecedieron comenzaran a vivir coordinando sus acciones por consenso en el vivir cotidiano hace 3 00 0000 de años. Como indica Maturana, el amar como emoción es un modo de conducta desde el cual uno, el otro, la otra y lo otro surgen como seres válidos y legítimos en convivencia con uno; o dicho en otras palabras el amar como emoción permite que uno se acepte, acepte a los demás y acepte a las circunstancias que emergen en su vivir, en convivencia con uno. Y como sin aceptación no hay forma de lograr coordinaciones, se concluye necesariamente que la emoción fundante de lo humano, es decir, del vivir en el lenguaje, fue la del amar.
Y todo esto trae implicaciones profundas para la comprensión de la condición humana. Por ejemplo, si se acepta que el trasfondo psíquico no es independiente del vivir cultural sino que es función de él y de las emociones que con él se cultivan, entonces se concluye que el trasfondo psíquico de una era caracterizada por el amar es amoroso, lo cual conduce a matizar lo que sostiene Freud (1920) en uno de sus textos más representativos Más allá del principio del placer donde afirma que el trasfondo inconsciente del psiquismo humano es agresivo o tanático. Desde el presente planteamiento dicha afirmación no aplica a todas las culturas sino a las culturas matriarcales patriarcales.
Al espacio psíquico de lo humano se refiere el primer capítulo del presente libro en el que sigo la reflexión intitulada “Las eras psíquicas de la humanidad” de autoría compartida por Maturana y Dávila (2008), publicada en su obra Habitar Humano en seis ensayos sobre biología cultural. Posteriormente, en el segundo capítulo, comparto una reflexión sobre las epistemologías dominantes y las epistemologías procesales, como formas de comprender y de explicar que se estabilizan y decantan del vivir cultural matriarcal patriarcal y del matrístico respectivamente. Luego, en el tercer capítulo, expongo una breve pero significativa reflexión sobre la ética como po-ética del vivir, es decir, como canon composicional del propio vivir centrada en la conservación de la validez y legitimidad unidireccional de sí mismo y de los demás, como horizonte hacia el cual puede dirigirse un proceso de transformación cultural de la sociedad colombiana en particular y de toda comunidad que tenga el mismo deseo.
El cambio que nuestra nación necesita consiste en que la ética deje de ser un discurso que es conveniente enunciar y se convierta en una forma concreta de relacionarse consigo mismo y con los demás. En el cuarto capítulo hago una reflexión sobre la pedagogía del amar como clave de un proceso profundo de transformación cultural. Por ultimo comparto un sistema referencial de convivencia que implemento en mis cursos desde el 2012 y que sirve para conservar la armonía entre los distintos géneros y generaciones de estudiantes que llegan a mis cursos. Con él no pretendo agotar, ni más faltaba, el tema de la convivencia centrada en la conservación de la ética, la equidad, la inclusión, el bienestar, la alegría y la armonía, sino compartir un recurso que puede facilitar un proceso de reflexión y de acción constante que no puede ser evitado para quienes queramos salirnos de los cánones de una cultura matriarcal patriarcal y comenzar a configurar nuevos modos de vivir y convivir que generen nuevos espacios psíquicos, congruentes con el bienestar propio, del medio ambiente y de los demás.
El principio de la transformación cultural profunda al que invita este libro consiste en que si una generación de padres de familia y docentes, aprenden a educar a sus hijos y estudiantes desde la pedagogía del amar, el vivir cultural de esa generación de niños y jóvenes educados bajo esas lógicas amorosas tomará un curso diferente al que hasta el momento ha tomado el vivir cultural de las distintas generaciones de colombianos que no han logrado desprenderse del vivir centrado en el control, el dominio, la imposición y la violencia; tomará un curso ético, hacia el compartir, hacia la colaboración, hacia el respeto sin condición, en la cotidianidad del vivir.
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