Capítulo I
Adulterio
La definición más común de adulterio es la realización del acto sexual de una persona casada con otra que no es su pareja. Escribiendo en defensa de la mujer, el historiador griego Plutarco de Queronea, siglo primero de la era cristiana, dice en sus Obras Morales que “hay maridos tan injustos que exigen de sus mujeres una fidelidad que ellos mismos violan”.
1. Condena del adulterio
En la primera parte de la Biblia la legislación hebrea sobre el adulterio coincidía sustancialmente con la de los pueblos vecinos. Las penas aplicadas a los adúlteros eran muy severas. De ello da fe el texto de Levítico 20:10.
“Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muertos”.
El mismo castigo se repite en Deuteronomio 22:22.
“Si fuere sorprendido alguno acostado con una mujer casada con marido, ambos morirán, el hombre que se acostó con la mujer, y la mujer también; así quitarás el mal de Israel”.
En ninguno de los dos casos se específica la forma de muerte, pero atendiendo a Juan 8:4-5 se cree que se trataba de lapidación.
“le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?”
2. Adulterio del pueblo judío
Empleando un estilo directo, los profetas Jeremías y Ezequiel denuncian por boca de Jehová el adulterio cometido por el pueblo hebreo contra su Dios.
“Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto te has olvidado de mí, y me has echado tras tus espaldas, por eso, lleva tú también tu lujuria y tus fornicaciones.
Y me dijo Jehová: Hijo de hombre, ¿no juzgarás tú a Ahola y a Aholiba, y les denunciarás sus abominaciones?
Porque han adulterado, y hay sangre en sus manos, y han fornicado con sus ídolos; y aun a sus hijos que habían dado a luz para mí, hicieron pasar por el fuego quemándolos”
Ezequiel 23:34-35
La acusación de Jeremías se basa en que el pueblo hebreo “adulteró con la piedra y con el leño por la ligereza de su fornicación”, es decir, multiplicó sus prostituciones idolátricas. Consecuencia de ello fue que “contaminó la tierra”, Palestina, la heredad de Jehová (Levítico 20:24).
“Y sucedió que por juzgar ella cosa liviana su fornicación, la tierra fue contaminada, y adulteró con la piedra y con el leño.
¿Cómo te he de perdonar por esto? Sus hijos me dejaron, juraron por lo que no es Dios. Los sacié, y adulteraron, y en casa de rameras se juntaron en compañía”
Jeremías 3:9 y 5:7
3. Profetas adúlteros
Si el apóstata reino de Israel nada desmerecía con sus adulterios e infidelidades, los profetas que supuestamente debían guiar al rebaño no eran mejores que el pueblo. La denuncia contra ellos era severa y justa. Jehová vio los desatinos de los profetas de Samaria y las mentiras e iniquidad de los profetas de Jerusalén:
“En los profetas de Samaria he visto desatinos; profetizaban en nombre de Baal, e hicieron errar a mi pueblo de Israel.
Y en los profetas de Jerusalén he visto torpezas; cometían adulterios, y andaban en mentiras, y fortalecían las manos de los malos, para que ninguno se convirtiese de su maldad; me fueron todos ellos como Sodoma, y sus moradores como Gomorra”
Jeremías 23:13-14
4. Adulterio de David
Como hombre religioso, rey de naciones, guerrillero, político y diplomático, músico y poeta, filósofo, David ocupa un lugar de relieve en la primera parte de la Biblia, donde aparece como hombre superior a su tiempo y a sus contemporáneos. Sobre todo, si se le compara con su predecesor Saúl.
Sin embargo, la historia bíblica, siempre fiel a la verdad de los hechos, lo presenta sujeto a fuertes tentaciones carnales. Incurrió en varios casos de adulterio. El más nombrado en la Biblia fue el protagonizado con la hermosa Betsabé, casada con Uría, un general del ejército de David. La historia se resume en estos tres versículos:
“Y sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa.
Envió David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: Aquella es Betsabé hija de Eliam, mujer de Urías heteo.
Y envió David mensajeros, y la tomó; y vino a él, y el durmió con ella. Luego ella se purificó de su inmundicia, y se volvió a su casa”
2º de Samuel 11:2-4
5. La mujer de Oseas
Como símbolo de las relaciones entre Jehová e Israel Dios da al profeta Oseas una orden extraña: tomar por esposa a una mujer adúltera:
“Me dijo otra vez Jehová: Ve, ama a una mujer amada de su compañero, aunque adúltera, como el amor de Jehová para con los hijos de Israel, los cuales miran a dioses ajenos, y aman tortas de pasas”
Oseas 3:1
6. Cristo y el adulterio
Los cuatro Evangelios que tratan la vida de Jesús recogen declaraciones del Maestro en torno al adulterio.
Para Jesús, el adulterio tiene su origen en el corazón, en la voluntad humana:
“Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias”
Mateo 15:19
Al joven rico que acude pidiéndole consejo le recuerda los mandamientos de Éxodo 20:
“Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre”
Marcos 10:19
Antes ha dicho Jesús que el adulterio tiene su asiento en el corazón del hombre. Ahora va más lejos. Razona que el adulterio no es sólo el acto externo, sino el mismo deseo de dominio y posesión que abriga la mente del hombre:
“Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón”
Mateo 5:27-28
En un difícil pasaje del capítulo 19 en el Evangelio redactado por Mateo, que ha venido originando muchas controversias hasta el día de hoy, pensando, a lo que parece, en la indisolubilidad del matrimonio, Jesús lo considera adulterio entre personas divorciadas:
“Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera”
Mateo 19:9
Sin embargo, sostiene con una mujer de Samaria que había tenido cinco maridos una larga conversación que incluye revelaciones únicas, como la espiritualidad de Dios:
“Dios es espíritu”
Juan 4:7-42
“Y cuando estando en las afueras del templo escribas y fariseos arrastran hasta sus pies a una indefensa mujer acusada de adulterio, se produce en Él una reacción y un gesto. La reacción: “El que de vosotros está sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella”. El gesto: “ni yo te condeno; vete, y no peques más”
Juan 8:3-11
7.