La consecuencia es que la capacidad de aprovechar la grasa como fuente de energía ha mejorado en Sara. A partir de cierto nivel de esfuerzo, su cuerpo utiliza más energía procedente de la grasa que antes. La dependencia del almacenamiento interno de energía del músculo ha disminuido. Lo que en definitiva significa que, durante un entrenamiento, Sara extrae más energía de sus reservas de grasa que de los almacenamientos musculares. El nivel de consumo de grasa no está relacionado con las señales de cansancio, sino que esta sensación depende ahora de otros factores; entre otros, de que el procesamiento de la grasa no pueda realizarse sin la participación del oxígeno y, por ello, la degradación carece de esos caminos alternativos sin oxígeno que provocan sustancias dañinas de degradación, como la glucosa mediante la creación de ácido láctico. La grasa también puede tomar otros caminos, pero ninguno de ellos sin la participación del oxígeno. El aumento de la combustión de grasa como resultado de un aumento de la energía durante el esfuerzo físico se lleva a cabo a base de oxígeno, sin otros productos de degradación que dióxido de carbono y agua.
El aumento de la capacidad de quemar grasa hace que Sara pueda rendir más tiempo antes de que sus músculos comiencen a dar señales de cansancio. Cada mes de entrenamiento supone que Sara puede correr a mayor velocidad sin sobrepasar el límite de oxígeno que sus músculos necesitan y pueden asimilar. En este estado, los carbohidratos y la grasa representan casi el 100% de su combustible, y estos funcionan todo el tiempo con una degradación a base de oxígeno hasta terminar como dióxido de carbono y agua en las células musculares. La hemoglobina que transporta el oxígeno hasta las células musculares también coopera y se hace cargo del dióxido de carbono, que es el producto final del proceso de degradación. El dióxido de carbono es un gas que en el agua y la sangre se transforma entre otras cosas, en ácido carbónico. A través de la sangre, el dióxido de carbono llega a los pulmones, desde donde será exhalado y devuelto a la atmósfera, lugar del que una vez fue asimilado por los vegetales, que con la luz del Sol transformaron el dióxido de carbono en los carbohidratos ricos en energía que ahora permiten funcionar a Sara.
El dióxido de carbono que Sara exhala puede ser asimilado otra vez por las plantas. Con la ayuda de la luz solar, las plantas transforman dióxido de carbono en grandes moléculas llenas de energía. La energía que moviliza a Sara es, por tanto, energía solar que un día atraparon las plantas que ha comido Sara de forma directa o que han comido otros animales que ella ha consumido a su vez. Cuando Sara exhala dióxido de carbono, este se hace accesible a las plantas, que, a su vez, se convertirán en alimento para Sara el próximo año o el siguiente.
A medida que Sara corra más a menudo y más rápido, mayor cantidad de dióxido de carbono exhalará. Pero ella no necesita preocuparse por esto, mientras más corra, más alimentos deberá comer y más vegetales deberán crecer para asimilar el dióxido de carbono. El dióxido de carbono que ella exhala será parte de un ciclo; ella seguirá siendo parte del equilibrio del dióxido de carbono en la naturaleza.
Durante el día, Sara pasa la mayor parte del tiempo sentada ante un ordenador y se mueve solo cuando va a hacer fotocopias o a la cafetería a la hora del almuerzo. Por las tardes y noches, suele ir a conferencias, al teatro, al cine o a conciertos. La mayoría de su tiempo disponible durante sus fines de semana lo consume en estudiar, trabajar y hacer vida social. En pocas palabras, Sara debe concentrar toda su actividad física en una hora cada día, contando solo los cinco días laborables de la semana. Sus amigos la admiran por lo mucho que entrena. Sin embargo, ella está estresada por no disponer de más tiempo para correr y debe luchar para lograr acostarse a tiempo y así poder levantarse una hora antes cada mañana. A pesar de los libros que le gustaría leer o los amigos con quienes quisiera charlar.
A veces, piensa cómo sería vivir en la edad de piedra. Seguramente, no habría tenido que entrenar tanto. En lugar de ello, habría caminado horas y horas recogiendo setas y arándanos y se habría encaramado a un nogal en busca de nueces, además de recolectar leña para el invierno. Habría recogido las trampas que ella y su familia habían colocado el día anterior. Quizá, habría trepado a los árboles en busca de huevos en los nidos de los pájaros. Un buen día, ella habría vuelto cargada para luego emprender la preparación del cuero o fabricar la cerámica, coser y cocinar. Habría cargado agua desde el riachuelo al campamento. Habría estado todo el día activa físicamente, pero a un ritmo lento. Todas estas diferentes labores habrían propiciado que utilizara todos sus músculos y entrenase tanto la resistencia como la agilidad.
Sara ha llegado a las afueras de la compacta estructura de la ciudad y ve cómo se expanden los campos. Dentro de poco, brotará el trigo, la avena, cuyos inhiestos tallos podrán recoger el dióxido de carbono que ella exhala. Cuando deja atrás los últimos edificios, se siente como una persona de la edad de piedra, en armonía con la naturaleza.
A pesar de que la mañana está nublada, ella transpira más y más. Dentro de poco emprenderá la vuelta a casa. Anhela la ducha y el desayuno. Antes de ducharse, Sara toma un vaso de zumo de naranja que ella misma ha preparado. Aunque uno de los objetivos de su entrenamiento es quemar grasa y usarla como combustible, Sara también ha gastado bastante energía del almacén interno de los músculos de las piernas. Cuando, mediante la ingesta de zumo, le proporciona a la sangre carbohidratos fáciles de asimilar, una porción de ellos será transportada en forma de glucosa a las células musculares de las piernas. Estas células musculares pueden así almacenar la glucosa y recargar el socavado almacén interno de energía. La recarga es más efectiva después de realizar un gran consumo de las reservas, y la recuperación después del ejercicio es más exitosa por el suministro inmediato de carbohidratos después del entrenamiento. Además, el aumento de la circulación sanguínea después de correr produce un flujo sanguíneo óptimo hacia los capilares de los músculos desde donde los carbohidratos del zumo alimentarán a las hambrientas células musculares.
Dado que al parecer el cansancio tiene relación con el almacenamiento de energía en los músculos, el tiempo necesario para recuperase de la fatiga se acorta cuando se restaura la energía muscular.
Como Sara quiere ofrecer todas las posibilidades de recuperación a las reservas de energía de los músculos de sus piernas, después de la ducha se prepara un desayuno rico en carbohidratos.
Durante la carrera ha sido inevitable que se hayan degradado una parte de las proteínas en las fibras musculares. Administrar el exceso de trabajo físico y el desgaste de los tejidos musculares forma parte de la estrategia de entrenamiento de Sara. Cuando los músculos se rompen a causa del sobreesfuerzo, se envían señales de que estos músculos deben prepararse mejor para ese tipo de entrenamiento y esfuerzo. Cuando el músculo tiene tiempo de recomponerse, se fortalece y está mejor preparado para emprender el próximo entrenamiento, durante el cual este proceso se repetirá. Optimizando el equilibrio entre el ritmo del esfuerzo y el del descanso, Sara podrá notar con el tiempo cómo los músculos de sus piernas tienen mayor resistencia.
Los músculos están construidos con proteínas. Sara lo tiene en cuenta, así que, para conseguir una rápida recuperación y un sólido fortalecimiento de los músculos, se prepara un desayuno rico también en proteínas; pan con queso y jamón, nueces y almendras picadas, avena –que también es rica en proteínas– o cereales, huevo frito hervido, leche o yogur.
Gracias al vaso de zumo fresco de naranja, junto con la pulpa y la fibra de la fruta, su cuerpo obtuvo algo con que mantenerse. El lento proceso de detener las señales del hambre había comenzado ya antes de que ella se sentase a la mesa. El proceso de sentirse satisfecha ha requerido mucho más tiempo del que tomó consumir la cantidad de calorías que necesitaba, aunque este proceso estaba ya produciéndose durante la ducha, gracias al zumo de naranja. Cuando Sara se siente a la mesa ya habrá comenzado a paliar el hambre; disfrutará de sentirse satisfecha mientras lee el periódico con toda tranquilidad, y antes de comer más de lo debido. Quizá sea el mejor momento para disfrutar, o quizá lo fuera cuando sintió el chorro de agua sobre