JESÚS Y SU MISIÓN EN LA POSMODERNIDAD
John Harold Caicedo
Jesús y su misión en la posmodernidad
© 2020, John Harold Caicedo
©Primera edición 2020 Portable Publishing Group LLC, 30 N Gould St, Ste R, Sheridan, WY 82801, Estados Unidos de América.
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ISBN: 978-1-953540-35-5
Impreso en México – Printed in Mexico
CONTENIDO
JESÚS Y SU MISIÓN EN LA POSMODERNIDAD
Capítulo 1. Sígueme. El llamado a la misión
Capítulo 2. Un templo restaurado. El lugar de la misión
Capítulo 3. Nacer de nuevo en el siglo XXI. La forma para la misión
Capítulo 4. La prueba de amor. La actitud frente a la misión
Capítulo 5. Agua viva. La dificultad de la misión.
Capítulo 6. Jesús, levántate y anda. El poder de la misión
Capítulo 7. La vida y la muerte. El valor de la misión
Capítulo 8. Maná para el siglo XXI. Nutriendo la misión
Capítulo 9. Vete y sigue pecando. El futuro de la misión
Capítulo 10. Los iluminados del tiempo presente. Luz para la misión
Capítulo 11. La muerte de la verdad. La misión en tiempos postmodernos.
Introducción
El desmantelamiento paulatino de los pilares de la fe cristiana ha dejado a la generación del siglo XXI en medio de grandes interrogantes para los cuales tampoco se ofrece una respuesta. Es por eso que las respuestas personales han tomado preponderancia sobre las respuestas institucionales, pues estas últimas han perdido credibilidad en pleno auge del posmodernismo presente. A su vez estas respuestas personales están influenciadas por la misma incertidumbre que se ha apoderado del mundo presente, pues en medio de tantas opciones no parece que un único camino sea una posibilidad real.
Seguir a Jesús en el siglo XXI y entender su misión puede significar algo muy diferente a lo que el mundo del primer siglo concibió. Entender sus declaraciones puede convertirse hoy en día en algo más que un simple ejercicio hermenéutico. Puede resultar más bien en una multiplicidad de opciones con las cuales cada quien establece sus propias decisiones. Y si esto es difícil, es posible también que la misión de Jesús pueda ser interpretada de una manera diferente a como se expresó de manera original y que representaba además el propósito por el cual Jesús vino desde los cielos. “Los cambios que ocurren al presente en la misión cristiana no son ni incidentales ni reversibles, sino que son el resultado de un cambio fundamental de paradigmas, no solo en la misión y la teología sino en el pensamiento y la experiencia de todo el mundo.”1
Es fundamental entender que la cosmovisión cristiana elabora sus propios paradigmas a partir del evangelio como base fundamental y esto no es negociable. “Para el cristiano (…) cualquier cambio paradigmático se puede dar únicamente sobre la base del evangelio y por causa del evangelio, nunca en contra del evangelio.”2 De esta manera se establece un marco de referencia a partir del cual toda acción que tenga como propósito representar adecuadamente los paradigmas cristianos debe surgir a partir del contenido escritural como fundamento inamovible, o al menos no contradecirlo en sus principios básicos.
“Interpretar la Biblia es una tarea difícil. Nosotros traemos nuestro pasado, nuestras nociones preconcebidas, nuestra ya formada teología, nuestros puntos culturales ciegos, nuestra posición social, nuestro género, nuestras posturas políticas, y muchas otras influencias a nuestra interpretación de la Biblia.”3 Esta afirmación pone de manifiesto que la objetividad con la cual anhelamos acercarnos al mensaje de la Biblia en realidad ya tiene presupuestos establecidos en nuestra mente desde los cuales leemos e interpretamos lo que leemos. Esto afecta nuestra percepción por supuesto, pero al mismo tiempo nos obliga a ser abiertos en cuanto a las opiniones divergentes y las fuentes de las cuales provienen. “Esto no implica que el significado dependa de su lector. El significado permanece constante. Pero la lectura de los textos difiere y depende de muchos factores que rodean el proceso interpretativo.”4
La misión de Dios está establecida en la Escritura misma. “La Escritura viene a nosotros en forma de palabras humanas que ya están <<contextualizadas>> (en el sentido de que fueron dirigidas a un contexto histórico muy específico) y además están abiertas a distintas interpretaciones.”5 Desde el Antiguo Testamento encontramos a un Dios que llama y encomienda misiones específicas a los suyos. El plan de Dios es el plan de quienes le siguen. La misión es la misión de Dios y no simplemente una acción compasiva que puede realizarse bajo parámetros humanos. Esta reflexión pone de manifiesto la necesidad de una tarea que no se detiene. Puede variar la metodología, pero no los postulados que la hicieron real. Pueden variar las formas de acercamiento, pero el mensaje es entregado y confronta la disponibilidad de quienes lo reciben.
Para Samuel Escobar el llamado de Dios es a tener una participación activa dentro del proceso misiológico mundial, reconociendo el cambio constante que un mundo globalizado ofrece y los desafíos que se derivan de ese proceso de transformación mundial.6 Cuando un convertido traspasa los mares o las fronteras, su fe también cruza los límites y de alguna manera, cuando comparte sus experiencias espirituales, es un misionero que trae buenas nuevas. “El mensaje de Cristo no