Sentada ante su viejo escritorio, Livia extrajo la computadora y quedó iluminada por el tenue brillo de la pantalla. Escribió Megan McDonald en el motor de búsqueda y encontró miles de resultados. Abrió artículos de 2016, cuando Megan y Nicole desaparecieron. Las historias cubrían exhaustivamente los antecedentes de Megan. El mundo conocía su brillante futuro. Los periodistas parecían regodearse en el hecho de que una chica tan característicamente estadounidense hubiera sido secuestrada. Era fascinante cómo una joven tan inteligente había engañado a su secuestrador y escapado de la siniestra cabaña que todo el país había llegado a conocer tan bien a través de fotos y giras en los programas matutinos de entrevistas, cuyos anfitriones habían llegado en bandadas al pequeño pueblo de Emerson Bay. Livia encontró un video completamente ridículo que mostraba a Dana Campbell saliendo de la cabaña con falda y tacones altos.
El país se enamoró de Megan McDonald, la chica que volvió a casa, y la convirtió en una estrella. Había sido la joya más brillante del bachillerato de Emerson Bay y después del secuestro fue la niña mimada del país. Nicole Cutty, como parte de la misma historia, fue noticia solamente al principio. La noticia de que el coche de Nicole había sido encontrado en la calle de la fiesta de la cual las dos muchachas habían desaparecido fue opacada por la reaparición de Megan. La heroica huida y la vuelta a casa de Megan eclipsaron todo lo demás. Incluso el hecho de que Nicole seguía desaparecida.
Sentada en el dormitorio de su adolescencia, Livia tomó conciencia de todo lo que había cambiado en el último año y todo lo que seguía igual. Su habitación. La preferencia de sus padres por las casas húmedas y calurosas. Y su propia sensación de culpa porque, cuando su hermana la había necesitado, ella le había dado la espalda.
Livia escribió el nombre de Casey Delevan en el motor de búsqueda, esperando tener más suerte que esa mañana. Delevan era un obrero de la construcción de veinticinco años cuya desaparición había sido informada a la policía por su casero en noviembre de 2016. Distanciado de su madre y sin que se supiera nada del padre, no tenía familiares que lo buscaran ni se enteraran de su desaparición. El artículo decía que la madre vivía en un pueblo de las afueras de Atlanta llamado Burlington. Livia miró el mapa. Estaba a unas ocho horas, primero por la autopista interestatal I-95 y luego por la I-20.
El viaje le pareció fácil de hacer y constituía un buen punto de partida.
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