Finanzas descentralizadas para inquietos. Miguel Caballero. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Miguel Caballero
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Изобразительное искусство, фотография
Год издания: 0
isbn: 9788468554587
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en la economía sea muy inferior al material ya existente. No es una coincidencia que durante miles de años el valor reserva por excelencia haya sido el oro. El oro ha demostrado durante miles de años que, aunque invirtamos el doble que el año anterior en extraerlo, vamos a sacar siempre alrededor del 1 % - 1,5 % del total existente. Esto permite que la gente pueda confiar en este material como valor reserva, ya que la historia demuestra que no es posible que su valor caiga por un aumento inesperado de la oferta total.

      2ª característica: medio de cambio

      Este aspecto determina cómo de aceptado está en una sociedad ese tipo de dinero. Cuanto más aceptado esté, más podré comerciar con él.

      El nivel de aceptación de una forma de dinero tiene una relación directa con el grado de especialización y, por tanto, complejidad económica y comercial de una sociedad. Si yo puedo confiar en que el oro es una buena forma de dinero y que está altamente aceptada, puedo estar tranquilo con que siempre podré satisfacer mis necesidades con ese dinero. En consecuencia, será menos arriesgado especializarme en una actividad concreta: si yo no puedo confiar en una moneda o esta es poco aceptada, es difícil que me especialice en zapatos y me haga zapatero, porque el tiempo invertido en dominar esta actividad será tiempo que no habré invertido en aprender otras prácticas necesarias para sobrevivir (criar animales, cultivar vegetales, coser ropa…).

      3ª característica: unidad de cuenta

      Este rasgo de una forma de dinero determina si es capaz de dar una orientación del valor de las cosas. Por ejemplo, hoy en día podemos entender el valor de algo en función de su precio: los euros, dólares u otras monedas nos permiten calcular fácilmente el valor de los productos o servicios.

      Esta característica va ligada a una baja volatilidad y, además, al nivel de desarrollo económico de una sociedad, ya que permite a los emprendedores calcular beneficios y pérdidas. Es decir, saber si la actividad ha sido rentable o no, algo complicado si se usa como dinero un activo muy volátil.

      Una vez entendemos qué es lo que hace que un material sea vendible, podemos también entender cuándo una moneda es «sólida» o «débil».

      Una moneda es sólida cuando cumple correctamente los tres aspectos que determinan su vendibilidad. De estos, el más importante es su capacidad de guardar valor en el tiempo, es decir, su capacidad de actuar como valor reserva. Esto es debido a que los otros aspectos suelen nacer como consecuencia de que ese material sea un buen valor reserva (antes debe haber un proceso evolutivo). Inicialmente, el oro no se aceptaba en todas partes; fue demostrando su capacidad para guardar valor, lo que generó confianza entre la población para aceptarlo como método de cambio y, una vez adoptado, el valor de las cosas empezó a calcularse respecto al oro.

      Una sociedad con una moneda sólida es aquella en que la población comprende que lo que ahorra hoy tendrá más valor en un futuro y hay incentivos para ahorrar e invertir en proyectos estables a largo plazo. Esto crea el escenario perfecto para el florecimiento de economías estables basadas en el ahorro y en las inversiones prudentes, y no en la deuda y las malas inversiones. Esto tiene consecuencias a nivel psicológico, ya que estas sociedades empiezan a adoptar comportamientos propios de personas con una baja preferencia temporal (valoran más el futuro que el presente), lo que se ve reflejado no solo en el consumo, sino en las relaciones o incluso en el arte.

      Por otro lado, una moneda débil es aquella que es incapaz de guardar valor en el tiempo, lo que genera inestabilidad y bloquea el progreso económico y social. En algunos casos, estas monedas también son grandes impulsoras de una economía basada en el gasto y en la deuda. Esto es bastante lógico ya que, si una moneda pierde valor cada año, el mejor momento para gastar es hoy mismo. En definitiva, son monedas que van ligadas a la inestabilidad; es impensable vivir en una sociedad estable y que progresa cuando su forma de dinero pierde un 50 % de su valor de un año para otro.

      Y con esto no estoy poniendo ejemplos hipotéticos. Sin ir más lejos, en peso argentino tuvo un nivel de inflación del 53 % durante 2019. En otras palabras, el gobierno empobreció a su población sin que los ciudadanos pudieran evitarlo. Esto sucede con todas las monedas débiles, monedas poco escasas y con un stock-to-flow muy baja.

      2. Evolución del dinero

      A lo largo de la historia ha habido muchas formas de dinero, algo normal ya que, como hemos visto, este es necesario para desarrollar grandes sociedades. Como la calidad de una forma monetaria depende de lo bien que cumpla ciertas características, es lógico que haya una competición sana entre diferentes formas de dinero. Con el tiempo, aquellas más vendibles se imponen sobre otras que aportan menos valor al ciudadano.

      Por poner algunos ejemplos, ha habido sociedades que han utilizado conchas, sal, piel o vidrio, aunque con el tiempo fue el oro lo que se acabó imponiendo en la mayor parte del mundo como forma de dinero más aceptada. Simplemente era más sólido, conservaba mejor el valor.

      Una moneda débil, que genere inestabilidad y en la que no se pueda confiar a largo plazo porque es susceptible de perder su valor fácilmente, acaba desapareciendo. Una moneda que constantemente pierde valor, acaba valiendo nada.

      Este elemento es muy crítico dentro de una sociedad porque puede conllevar momentos de expropiación y empobrecimiento masivo de una población. Durante el imperialismo, los europeos se dirigieron a África cargados de vidrio, porque allí este material se utilizaba como dinero. Sin ninguna dificultad pudieron controlar a la población africana y sus sistemas de producción. Básicamente, los africanos vendían su riqueza real obtenida con tiempo y esfuerzo (recurso limitado) a cambio de un material que para los europeos era exageradamente fácil de conseguir (recurso ilimitado). En definitiva, debido a que la población africana utilizaba una forma débil de dinero, les expropiaron todas las tierras y propiedades a cambio de un material que no valía nada.

      Como hemos visto, un material es una buena forma de dinero cuando es altamente vendible. Claramente, el oro no fue vendible desde el primer momento, sino que pasó por muchos años de evolución. Primero convenció a la gente por su escasez, ya que permitía conservar valor en el tiempo de forma segura. Más tarde se empezó a utilizar como medio de cambio, ya que la gente confiaba en el valor de ese material. Finalmente, las cosas se podían valorar en relación con el oro. Es a partir de este momento cuando se impuso de forma clara sobre las otras formas de moneda y se posicionó como el dinero por excelencia.

      Al utilizar oro, las sociedades vivieron muchos años consecutivos de estabilidad. Básicamente, el oro se impuso de forma natural por su vendibilidad.

      El oro es un buen material para conservar valor, no se puede falsificar, es resistente, difícil de destruir y mantiene una stock-to-flow ratio alta gracias a su escasez y su dificultad de extracción. Una vez los tres aspectos principales se cumplen, se empiezan a valorar otros aspectos como la divisibilidad, la portabilidad, la facilidad de transferirlo y guardarlo o la facilidad para detectar falsificaciones.

      En un mundo donde el oro ya se posicionó como material principal para conservar valor, surgieron períodos de estabilidad y expansión comercial que dieron lugar, en parte, al nacimiento de grandes imperios. Un ejemplo es el romano.

      El gobierno creó una moneda basada en oro que era más vendible que el oro en sí mismo. Era más fácil de reconocer, transportar, facilitaba el intercambio… La gente confiaba más, estaba estandarizada y hacía más fácil el comercio. Esta —creada por Julio César— fue la primera moneda sólida de la historia. Se llamaba áureo y constaba de ocho gramos de oro por unidad.

      Figura 1. Primera moneda sólida de la historia: el áureo de Julio César

      El caso del Imperio romano nos ayuda entender la importancia de una moneda sólida en una sociedad y los perjuicios que conlleva que haya alguna entidad con el poder de manipularla