La manipulación del balón por parte del jugador de fútbol siempre es individual, y solo puede objetivarse con la existencia de un contacto entre el jugador, con cualquier parte del cuerpo permitida por el reglamento, y las distintas superficies del balón. De aquí se desprende que algunas acciones técnicas, como la carga o la entrada, reconocidas en muchas bibliografías sobre fútbol como acciones técnicas, ahora, con esta nueva propuesta, no puedan considerarse como tales y deban clasificarse en otro orden de familias que no sea la técnica. Este hecho se justifica porque en su ejecución no existe contacto con el balón y, por lo tanto, no pueden considerarse como acciones técnicas. Utilizando la entrada como ejemplo, esta es un desplazamiento sin balón con la finalidad de aproximarse al jugador con balón. Solo en el momento que exista contacto con el balón podremos decir de qué acción técnica se trata.
Por otro lado, existe una característica esencial que determina y condiciona el hecho de poder analizar cualquier acción. Esta característica obedece a la voluntariedad e intencionalidad necesarias que deben acompañar a toda ejecución técnica. Con ello se pretende justificar que toda acción que carezca de dicha intencionalidad será de difícil estudio más allá de considerarla como un error en su ejecución. Cuando un jugador golpea el balón desde el pasillo exterior de la zona de finalización con la clara intención de enviarlo a la cabeza de un compañero situado en zona de remate, y el balón se introduce en la portería sin que lo toque ningún otro jugador, nunca podrá tratarse de un remate, dado que nunca tuvo esa intencionalidad y, en todo caso, se podrá hablar de un error de ejecución en el pase, que circunstancialmente ha terminado en gol. Como se ve en este claro ejemplo, en la ejecución del jugador con balón no existe intencionalidad, lo cual hace imposible analizar dicha acción más allá de un error en la ejecución del pase.
Después de haber propuesto los términos de grado o nivel como los más acertados para referirse a la calidad con que se ejecuta cualquier destreza, ahora se puede decir también que el nivel técnico es el grado o calidad de solución manifestado por el jugador con balón en una situación con oposición.
Por último, esta propuesta terminológica no sería completa si no se hiciera referencia al concepto de área técnica, entendiéndose por esta la materia que se encarga del estudio para la mejora de la eficacia y eficiencia de las destrezas específicas y acciones técnicas y de aquello que las condiciona de una u otra manera.
El fin último perseguido en la ejecución de cualquiera de las acciones técnicas es sin duda su eficacia, entendida como la consecución en su totalidad de lo esperado o perseguido.
Los factores que influyen en la eficacia técnica son el resultado de la suma de la precisión, la potencia y la velocidad de ejecución; entendiendo por precisión la orientación necesaria que se transmite al objeto (trayectoria, sentido y dirección adecuada); por potencia, la relación de los factores de espacio y tiempo, y por ello siempre deberá ser la adecuada, y por velocidad de ejecución, la suma de la capacidad perceptiva (saber lo que sucede en tu espacio próximo y remoto), la capacidad cognitiva (conocimientos de las pautas del juego en equipo y de las consideraciones de las distintas acciones técnicas) y la capacidad de ejecución (mínimo de acciones con el mínimo de contactos).
La presencia de compañeros y adversarios en la ejecución de las acciones técnicas condiciona en mayor o menor grado la eficacia de la acción técnica del jugador con balón, dependiendo de algo más que de los factores coordinativos, adquiriendo gran relevancia en la eficacia de la acción los factores de percepción y decisión. Según la proximidad de la tarea a la situación de juego real, variará el porcentaje de implicación de los tres factores. Son situaciones que en su mayoría se dan en la competición (máximo exponente de la situación de juego real), por eso las denomino acciones técnicas contextualizadas. De estas se destacan las situaciones de juego de respuesta simple y aquellas de respuesta compleja. El criterio para diferenciarlas es el número de posibles respuestas óptimas. En las primeras, la respuesta solo puede ser una, no cabe otra posibilidad, mientras que en las situaciones de juego de respuesta compleja, esa complejidad radica en el hecho de la cantidad de posibles y distintas respuestas de los jugadores.
Precisamente, la situación real del 11:11 es la situación de máxima contextualización y, por lo tanto, con un número elevado de respuestas del jugador con balón y del resto de los jugadores sin balón. Esta realidad, unida a la necesidad que existe en el fútbol actual de tener que manifestarse con rapidez, debido a la presión y reducción de espacios a los que someten los equipos en fase defensiva, obliga a crear «algo» que permita aumentar la velocidad en el juego, permitiendo un juego más fluido y veloz que dificulte la reducción de los espacios y la presión del adversario.
Consciente de esta necesidad, el Centro de Investigación y Desarrollo de Alto Rendimiento en Fútbol (CIDARF) inició una larga investigación en esta línea, y propuso posibles soluciones que Álex Sans y César Frattarola, miembros de dicho centro, recogieron en su libro Los fundamentos del fútbol. En esa obra se proponen posibles respuestas óptimas que facilitan conseguir velocidad de juego al reducirse el tiempo empleado para pensar lo que hay que hacer en cada situación. La aplicación correcta de estos fundamentos presumiblemente pretendía aumentar el tiempo de las unidades de competición en su fase ofensiva y mejorar el juego de ataque. Los fundamentos recogidos en el libro reducen el número de posibles decisiones improductivas y facilitan otras que garantizan, con mayor o menor seguridad, la eficacia en la resolución de la situación de juego que se presenta.
4
La técnica
La técnica ha sido y continúa siendo el estudio de distintas disciplinas del conocimiento, y recibe diferentes definiciones según su campo de trabajo. En esta propuesta, el término de técnica adquiere una visión que va más allá de una simple definición. Por ese motivo se dan a conocer una serie de variables que ayudarán a entender el concepto y, en todo caso, a definirlo con mayor objetividad.
•La técnica adquiere el valor de «medio». La técnica es como una caja de herramientas al servicio del jugador para que este pueda escoger la más adecuada y usarla de manera correcta en cada una de las situaciones aisladas o contextualizadas que se le presenten. Dichas herramientas representan cada una de las destrezas o acciones técnicas.
•La eficacia final en la utilización de las acciones técnicas no depende exclusivamente del nivel de ejecución, sino que está condicionada por factores perceptivos y decisorios importantes y por otros factores físicos, psicológicos, ambientales…
•La forma y la manera de ejecutar una destreza o acción técnica concreta puede responder a unos modelos descriptivos básicos y generales, pero lo más importante es que deben estar sometidas a unas consideraciones (de las que se hablará más adelante) que determinarán su grado o nivel de ejecución.
•El conjunto de destrezas que contempla la técnica son aquellas en las que el jugador y el balón están relacionados con un contacto voluntario e intencionado.
A partir de todas estas variables, cualquier definición que no vaya en su contra puede ser válida. Una posible propuesta para definir el concepto de técnica aplicada al fútbol, y que recoge la gran mayoría de las variables, podría ser:
La técnica es uno de los medios con que cuenta el jugador de fútbol (en este caso, el jugador relacionado con el balón), y le facilita escoger y utilizar la herramienta más adecuada en cada situación, teniendo en cuenta todos los factores que pueden alterar la eficacia y eficiencia del fin deseado.