En aquel momento tan crucial de la conversación, el camarero llevó el vino, lo que desvió inmediatamente la atención de Vivian. Era uno de los vinos Clover.
—Bien —dijo ella, estudiando la etiqueta de la botella, con su color rojizo y letras doradas—. Es conservador, bastante elegante… pero aburrido hasta la muerte, si no te importa que te lo diga.
—Entonces, ¿cómo te gustan los hombres, Vivian?
Los ojos de Vivian dejaron la botella y lo miraron abiertamente. Luego, empezaron a brillar, llenos de diversión.
—Los latin lovers osados son más de mi estilo, Lleyton, especialmente los que llevan coleta… Y tampoco me importa que lleven pendientes. Me agrada que sepan cocinar, me encanta que sean buenos bailarines porque adoro bailar y que vistan de un modo muy llamativo. ¡No veas lo mucho que te puedes divertir con ellos!
—Supongo que estabas hablando del vino, Vivian.
—Puede ser —dijo ella, sonriendo—. Lo siento… era una oportunidad demasiado buena como para dejarla pasar. Sin embargo, no descartes automáticamente a los hombres de sangre latina, Lleyton, como los que más me gustan. Por cierto, se me han ocurrido algunas ideas para las nuevas etiquetas. ¿Quieres verlas?
Lleyton asintió y ella rebuscó en el bolso. Unos minutos más tarde, él levantó la cabeza y dijo:
—Tal vez acabes de redimirte, Vivian Florey.
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