Los signos del tiempo. Juan Pablo Remolina Schneider. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Juan Pablo Remolina Schneider
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789587845341
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Ilustración 8. Eureka

       Ilustración 9. Estado crítico

       Ilustración 10. Sin título

       Ilustración 11. ¿Hay Congreso? No lo habrá

       Ilustración 12. Meteorología

       Ilustración 13. El problema de La Guajira

       Ilustración 14. El Gabinete de Concentración

       Ilustración 15. El zarpazo de Los Leopardos

       Ilustración 16. Un sufragante liberal neutral

       Ilustración 17. Los Reyes Magos

       Ilustración 18. El acuerdo conservador

       Ilustración 19. El arzobispo adhiere a Valencia

       Ilustración 20. Sin título

       Ilustración 21. Isocronismo del péndulo

       Ilustración 22. El pueblo de Colombia ve bien claro

       Ilustración 23. La hora del triunfo

       Ilustración 24. Realidad y poesía

       Ilustración 25. El generalibus Vásquez Cobo

       Ilustración 26. Los designios del Dios

       Ilustración 27. Sic transit gloria mundi

       Ilustración 28a. La historia de Procopio. Primera parte de la serie

       Ilustración 28b. La historia de Procopio. Continuación de la serie

       Ilustración 28c. La historia de Procopio. Continuación de la serie

       Ilustración 29. La derrota del Partido Conservador

       Ilustración 30. En la casa de los muertos

       Ilustración 31. Portada de El Tiempo

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      Bien distinta era la juventud de comienzos del siglo XX en Colombia. Apenas adolescentes se asumían hombres hechos y derechos, prestos para la guerra, listos a morir por sus partidos políticos. Ese hubiera sido el destino de Ricardo Rendón y de quienes tenían sus mismos años, de no haberse conjurado en Colombia la guerra civil que tantas vidas jóvenes sacrificó a lo largo del siglo XIX.

      La generación de Rendón pudo verter todas sus energías al arte, al estudio y a su consagración, gracias a la paz con la que se encontró Colombia desde el Gobierno de Rafael Reyes hasta su consolidación con el advenimiento del Gobierno republicano de Carlos E. Restrepo (1910-1914) y la consolidación del espíritu republicano en los posteriores gobiernos hasta llegar a la caída del conservatismo, en 1930. De haber continuado Colombia en la orgía guerrera del siglo XIX, no hubiera sido posible Rendón o ninguno de los dispositivos culturales y humanos que le permitieron emerger en el mundo artístico de su época.

      A esa causa republicana que se abrió espacio en medio de los odios de partido se debieron las revistas Panida y Universidad y toda la gente allí reunida: León de Greiff, Germán Arciniegas, entre otros. Se debió también El Tiempo y la consolidación de El Espectador, y junto a estos la emergencia de un amplio número de periódicos y revistas que fueron configurando un ambiente propicio para la fabricación de artistas y de una nueva clase política. El espectro de los dispositivos para la ampliación de la opinión pública se disparó, y la colombiana fue convirtiéndose en la sociedad polifónica que no pudo serlo en el siglo XIX.

      Los artistas de la década de 1910 que se trasladaron de Medellín a Bogotá impregnaron a la capital del frenesí del capitalismo de posguerra que emergía a toda prisa como queriendo recuperar el tiempo perdido. Por ello, se ve a Rendón como diseñador de célebres campañas de propaganda comercial: la de los cigarrillos (Pielroja y Pierrot) y bebidas azucaradas. Fue en esa Colombia variopinta y vocinglera en la que se movió el primer Ricardo Rendón.

      Su arte cayó como anillo al dedo a la estrategia paciente y sin pausa, altiva y muy política que los epígonos del republicanismo convertido en liberal después de 1921 diseñaron para ir derribando, poco a poco, el vetusto edificio de la Hegemonía Conservadora. Todos los medios en los cuales se desplegó tenían entre ceja y ceja, entre ojos, carcomer las sólidas ruinas del viejo caserón.

      Juan Pablo Remolina S. recrea para el mundo de hoy el mundo de Rendón. Nos participa de las evocaciones que sobre él han hecho sus propios contemporáneos: un Rendón cercano de todos los intelectuales, artistas y políticos incongruentes con el establecimiento de entonces, que frecuentaban los mismos lugares; siempre callado, metido en sus trajes negros, pero presente, meditabundo y contemplativo, rumiando y procesando para producir luego la síntesis del pensamiento de toda la sociedad que lo rodeaba. Todos se acostumbraron a su forma de ser y creían suficiente los contenidos de los trazos de su dibujo para hacerse a la idea que de él resultaron teniendo, pero nadie pudo llegar en vida a lo profundo de su corazón y de sus sentimientos y emociones. Tan solo sus empleadores lo sabían bohemio, conocían de las necesidades por las que pasaba con su familia, querían ayudarlo en la compra de vivienda, y él mismo era consciente de que su organismo, aunque joven, necesitaba restablecerse.

      Del último Rendón, del Ricardo Rendón en el último año de su vida, trata el libro que Juan Pablo Remolina pone en nuestras manos. De la nueva Colombia que él ayudó a construir y que a lo mejor esperaba que cambiara velozmente. De su trabajo se reconoce con admiración su papel como demoledor y gran artífice de la caída de la hegemonía, pero poco sabíamos del artista que acompaña los meses últimos del Gobierno de Miguel Abadía Méndez y la celebración del derrumbe conservador: el Rendón que va del triunfo liberal en febrero de 1930 al Rendón que se quita la vida en octubre de 1931, en su mejor momento artístico y en el peor momento de su vida. Contaba 37 años, y el advenimiento del liberalismo que significaba el arribo de sus grandes amistades al poder le hubiera abierto las puertas de un futuro promisorio.

      Remolina no deja de lado el suicidio, le interesa. Y para ello acude a Émile Durkheim, un clásico al respecto, que asocia crisis económica con suicidio. Es que resulta que, en su última etapa, cuando ya Abadía nada significaba, Rendón sigue paso a paso la crisis financiera mundial y su reflejo directo en Colombia. Caída la hegemonía, es posible que el diestro dibujante esperara más: un repentino cambio de todo.

      De todas maneras, Rendón fue producto de la Hegemonía Conservadora; prácticamente fue ella su partera y su éxito a ella se debió. Superado el largo periodo conservador por el elenco de la nueva clase política en el poder, ¿podrían seguir sus caricaturas abriendo las ediciones de El Tiempo? Ciertamente hubiera tenido que esperar un poco mientras el país enloquecía de nuevo, como en efecto ocurrió después de la República Liberal (1930-1946), fecha para la cual tendría 53 años y su pluma, sin duda, habría derrumbado la nueva hegemonía conservadora, la que va de 1946 a 1953, ¡quién sabe!

      En el registro de su caricatura posterior a la victoria liberal se advierte a un Abadía Méndez preso de múltiples emociones. Las elecciones se habían efectuado muy temprano: 9 de febrero, y el país tuvo que esperar hasta el 7 de agosto de 1930 para la transmisión del mando a los liberales. Mientras tanto, múltiples crisis se sumaron a la gran crisis económica con un presidente al que ya nada le importaba. Se le veía perezoso, distante, ajeno, díscolo, resquebrajado, cavando su propia tumba, pues era prácticamente eso: un muerto en vida. El presidente electo, impaciente y preocupado, le propone un congreso extraordinario, y la displicencia del vencido