Mundo VICA1
Ha sido con Be-Up, colaborando con Pilar Jericó y Marta Romo, donde he descubierto el concepto VICA. Ya no se trata de decir que vivimos en un mundo lleno de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad, se trata de convertir este descriptor en una auténtica herramienta de trabajo. Son conocidas las experiencias de empresas como Netflix, Google o Zara, que apuestan por adaptar sus modelos de trabajo, organización, evaluación, contratación, incluso de convivencia, a este entorno VICA como opción organizativa. Yo lo he vivido en empresas como Amadeus, Vodafone, Santander, Axa, Mutua Madrileña, etc. El concepto de volatilidad llega a impactar de lleno en la línea de flotación de las organizaciones, que se plantean hasta su propia razón de ser como empresas.
¿Qué ha pasado en el mundo de la escuela? De repente, el viento cambió. Si uno repasa los principales congresos educativos, publicaciones, revistas, tertulias o foros, percibe que se ha producido una auténtica involución.
Escuela pre-VICA
Las respuestas permanentes no tienen sentido en un mundo volátil, simplemente te acabas convirtiendo en un dinosaurio. No tiene sentido que las organizaciones hagan una adaptación al mundo VICA. La volatilidad hace que toda adaptación tenga fecha de caducidad inmediata. Solo tiene sentido generar una mentalidad de adaptación constante. No se trata de adaptarse a la volatilidad, se trata de convertirse en volátiles.
Como los niños no saben gestionar la incertidumbre, la frustración, las expectativas, entonces, dice la asamblea de expertos, eduquemos en las certezas.
Debido al abuso de las pantallas que se está produciendo, especialmente en el ámbito adulto, y también en el de los alumnos, el mundo educativo y sus gurús han decidido que la única respuesta ante este mundo complejo es construir una Arcadia feliz en la escuela, donde el niño encuentre el refugio en un mundo simple, estable, cálido, amable. Y educar en la complejidad, ¿para cuándo?
En los últimos años no he oído ni a un solo ponente que hable de la necesidad de una escuela de la complejidad, para educar al niño en la complejidad con la que, queramos o no, se va a encontrar al salir de la campana protectora de la escuela.
No nos damos cuenta de que el concepto de ambigüedad pide a gritos que pasemos de transmitir contenidos fijos a dotarlos de competencias de creatividad, pensamiento crítico, inteligencia existencial, cooperación, cocreación y resolución de problemas.
Así como reconozco que la respuesta de la escuela al mundo millennial fue asombrosa, rápida, eficaz, pienso que no existe una escuela VICA, a pesar de que vivimos en un mundo VICA. No existe una escuela Z, a pesar de que nuestros alumnos son de la generación Z.
Este libro intenta proponer que vayamos un paso más allá. Necesitamos una escuela VICA que prepare a la generación Z para vivir en un mundo VICA. El problema es que no lo podemos hacer con soluciones pre-VICA. La solución ya no está en algo tan simple como cambiar la metodología del aula. La clave está en un nuevo liderazgo VICA que construya una cultura organizativa VICA.
Esto es lo que convertirá a nuestros alumnos en competentes para una vida marcada por la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad.
Estamos en bucle
Cada semana visito decenas de aulas, haciendo coaching, impartiendo formación. Nuestro equipo Learning Flow asesora a más de 2000 profesores cada año. Me encuentro a docentes portando a sus espaldas piedras con toneladas de peso. El clima no los detiene, ni los cambios generacionales; el escaso apoyo de las familias, tampoco; la falta de medios no les importa. Ellos suben, paso a paso, por el caminito hacia la cumbre de la montaña. Pero cuando llegan arriba, la piedra vuelve a caer al abismo y deshace el caminito hasta situarse de nuevo en la casilla de salida.
Sí, hablo de Sísifo. Si lo prefieres, te cuento el cuento de la rueca de Penélope, la maestra que teje y teje y a la mañana siguiente apenas ha avanzado la historia. Si eres un lector millennial, quizá entiendas mejor la mitología de Westworld, personajes que viven y mueren por la causa, pero cada día despiertan sin recordar nada, dispuestos a escribir en su tabula rasa una historia sin escribir.
En educación estamos en bucle. Educadores forzudos, con horas de entrenamiento al que llaman formación, a dieta de esteroides para protegerse de los asteroides que amenazan al ecosistema del aula.
Si contabilizas los cursos y congresos educativos que hoy se anuncian en Twitter, encontrarás dónde está el ojo del bucle. Hemos convertido en axioma algo que no es más que una hipótesis: si cambiamos la metodología del aula, cambiamos la educación. Creemos que la palanca que moverá el mundo de la educación está en el aula, más exactamente en el cambio de la metodología. Yo creo que no.
Sísifo fue condenado al bucle del esfuerzo inútil porque se atrevió a denunciar a Zeus. Entonces Zeus encargó a Tánatos que liquidase a Sísifo; todo muy mafioso, sí. Pero Sísifo se las apañó para no morir. Conmutó su pena a cambio de ser condenado a pasar la vida subiendo y volviendo a subir toneladas de piedra a lo alto de la montaña. ¿Por qué la escuela está en bucle? Porque la vieja escuela no quiere morir y prefiere ser condenada a esa historia de confort que, por otra parte, no deja de ser épicamente mitológica.
Es un mito ilusorio pensar que cambiando la metodología del aula vas a cambiar algo en tu colegio. La metodología es un árbol, si cuidas un árbol estarás haciendo una gran labor, pero insuficiente. Necesitamos cambiar el bosque y para cambiar el bosque necesitamos cambiar todo: el clima del bosque y los movimientos de todo el ecosistema, de forma que se modifiquen y se generen por sí mismos. Esta es la salida del laberinto que nos puede dar alas para escapar de ese bucle inútil sin quemarnos por el sol del estrés innovador. Llamemos “árbol” a la metodología, y llamemos “bosque” al liderazgo o a la cultura organizativa de todo el centro educativo.
Liderazgo VICA
Muchos expertos han puesto nombre al niño que acaba de nacer. Llaman VICA a este mundo postindustrial, postpostmoderno, posthistórico, postcapitalista, posverdad, postsocial, líquido, ultramoderno. Estas son todas las categorías de filósofos y sociólogos, que últimamente se han unido en extraña pareja de hecho. Son los expertos en liderazgo, que necesitan identificar patrones reales, que tienen una incidencia real en sus clientes reales, en el diseño real, en las estrategias de formación, en la identificación de sus directivos, en los modelos de marketing, que se juegan sus cuartos, los que han bautizado a este nuevo mundo como VICA. Son las siglas que significan que vivimos en un mundo cuya heráldica se define por estos cuatro emblemas:
• La volatilidad: las cosas han dejado de ser fijas, sólidas y permanentes.
• La incertidumbre: ya no tenemos la capacidad de predecir qué va a pasar en cinco años y, menos aún, de preparar las respuestas de un examen del que no sabemos ni sabremos las preguntas.
• La complejidad: cada minuto se suben 300 minutos de vídeo a YouTube, se realizan 3,5 millones de búsquedas en Google, se descargan 350 000 apps y se publican 450 000 tuits.
• La ambigüedad: donde las fronteras entre el bien y el mal, la verdad y mentira, la justicia, lo inteligente, lo auténtico ya no son nítidas.
En este mundo VICA, la escuela puede dedicarse a perder el tiempo intentando detener la ola o puede subirse a la ola y aprender a surfear para llegar a donde quiere llegar, no a donde el mundo diga que debe llegar. El problema es que Sísifo se niega a morir y prefiere vivir en bucle. Es una historia heroica pero inútil.
Este libro quiere narrar un viaje con cuatro etapas fundamentales:
1. Cambio de paradigma: sin este cambio de mindset o “chip mental”, todo lo que hagamos acabará en un bucle como el de Sísifo.
2. Cambio en los líderes: necesitamos personas