Espiritualidad sin religión. Lourdes Celina Vázquez Parada. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Lourdes Celina Vázquez Parada
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9786075477015
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morales se deslindan de la religión de manera formal en temas puntuales, pero no se localizan distancias entre los posicionamientos de los estudiantes cuando reflexionan sobre su marco ético.

      La relación ética-religión

      Las características de la verdad del cristianismo, que inicia su construcción con Constantino, tuvo consecuencias desastrosas para la relación ética-religión:

      Aquella verdad religiosa no era inocua ni gratuita, sino una Verdad que hizo de las Iglesias cristianas, de la raza blanca, de la raza europea, y también del varón, los seres privilegiados de la Tierra. Aquella Verdad, que aun siendo software al fin y al cabo, era una poderosísima arma de dominación, que sometió imperios, entronizó razas, destruyó culturas y religiones, justificó esclavitudes, degradó a la mujer (Vigil, 2018: 89).

      Desde esta lógica, la comunicación de los elementos morales pasó a ser un proceso colonizador de la moral de las comunidades y sujetos que recibieron el mensaje cristiano. La ética, como reflexión sobre la moral, fue obviada ante la seguridad de las respuestas cerradas. Se llegó a implementar un sistema objetivista de la verdad moral que permitía erróneamente considerar la existencia de una y única verdad. Con ello aparecen las respuestas universalistas tradicionales que sostienen el valor de las normas morales en un horizonte trascendente —algunas veces con Dios a la cabeza como dador de sentido de la existencia (Tugendhat, 2010: 65)—. Así, el criterio de verdad fue el de la adecuación entre las cosas y lo que se piensa, se dice, y se hace con ellas. Este criterio se expresó en la fórmula adecuatio rei et intellectus, acuñada por los medievales. La modernidad, con Kant a la cabeza, se encargó de señalar las insuficiencias de esta cuestión, para mostrar la necesidad de la construcción válida de un fundamento de la acción humana, que permitiera la búsqueda de una estructura formal que diera cobijo a la universalidad de las normas, desde la racionalidad y el reconocimiento del reino de fines, sin necesidad de entidades trascendentes y de mediaciones institucionales como las religiones. Si bien la modernidad no pierde el carácter universalista de la ética por la extensión del concepto de deber, abre la puerta al reconocimiento de la pluralidad en términos epistemológicos.

      En oposición a lo anterior, la ética del sistema religioso cristiano, tal como se comprendió en la época del paradigma helénico hasta el de la cristiandad tradicionalista, derivó en un alejamiento de la humanización del ser humano, y en los casos menos conflictivos, en una humanización bajo el modelo religioso. La tarea de acompañar en el crecimiento y el desarrollo humano fue asumido como una acción de adecuación a una visión de mundo, que no permitía rupturas a riesgo de condenas caracterizadas por el “excesivo celo teórico, por el acento intelectual, doctrinario, teológico, dialéctico, polemizador, buscador de criptoherejías” (Vigil, 2018: 93).

      En estas cuatro formas de mirar el tema religioso, el análisis de la relación ética-religión está ausente en la mayoría de los casos, por lo que los trabajos realizados en México son muestra de la existencia de un campo emergente en la investigación, pero muy potente en términos de los elementos y problemáticas a estudiar. Estos acercamientos no pueden realizarse sin conocer desde “dentro” los posicionamientos religiosos, lo que implica consideraciones de orden teológico y filosófico a las que en ocasiones se suele descalificar por considerarlas fuera del ámbito de

      las ciencias sociales, y como posiciones herederas de posturas doctrinarias. Este error lleva a dejar vacíos en los procesos de análisis e interpretación, que se cubrirían en un estudio que, recurriendo a la interdisciplinariedad, pueda valorar los aportes de la teología y la filosofía, sin dejar de lado la necesaria vigilancia epistemológica.

      Mapas para entender la dinámica distancia-relación entre ética y religión

      Vigil ofrece —en su análisis sobre la verdad y la conversión epistemológica— el concepto mapas para situar el asunto de la verdad. Aplicado este concepto al análisis de la relación ética-religión observado en los sujetos de estudio, y siguiendo la postura de Boaventura de Sousa, es posible reconocer las ausencias y, por tanto, las presencias referidas a su conocimiento de este componente de los sistemas religiosos, que va más allá del culto, y que cobra mayor fuerza por referirse a un aspecto subjetivo difícilmente objetivable. La detección de las ausencias nos permite, además de ubicar los vacíos de conocimientos no presentes o ausentes, las intenciones ausentes. Las ausencias son “los límites de la representación en las ciencias sociales convencionales” (De Sousa Santos, 2009: 92), y el reconocimiento de estos límites permite crear mapas que representan lo visto, lo ausente y lo deseado; y al mismo tiempo orientan la acción reflexiva de los sujetos.

      Los mapas para entender los vínculos entre ética y religión están orientados por dos ejes: el eje distancia y eje relación. Estos ejes se construyeron a partir del trabajo de investigación, con la finalidad

      de dar cuenta de la forma como los sujetos de estudio comprenden este tema. Se llama distancia a la expresión argumentativa que describe una contraposición —explícita o no— a la doctrina oficial de la Iglesia en términos morales. La distancia no es ausencia, sino presencia difusa o débil. La expresión de la distancia se plantea como un elemento compuesto de tres partes claramente identificables y una presente en algunos casos. Las partes comunes