—Voy a por la cámara. Este momento merece un par de imágenes.
Todos asintieron ante aquella propuesta. Andrew la siguió con su mirada hacia el ascensor. La observó detenerse delante de este y aguardar a que las puertas se abrieran mientras permanecía con la mirada en el suelo. Su pelo no le permitía verle el rostro en ese instante. Le gustaría saber qué pensaba. Inspiró y volvió su atención a su padre y a Edmund. Al menos, mientras hablaba con ellos sobre varios temas, no tenía la mente en la francesa.
Karen había decidido alejarse por unos minutos para dejar de pensar en Andrew y en los motivos que lo llevaron a estar a punto de casarse, como les había contado Ilona. Debería centrarse en los novios y en su trabajo allí y dejar a Andrew al margen desde ya mismo. No entendía a qué venía su curiosidad. Ni su juego de miradas cada dos por tres hacia él. Cogió la cámara y con ella en la mano regresó a los pocos minutos al restaurante.
—Un momento de atención, por favor. Me gustaría que los novios tuvieran un recuerdo de esta reunión familiar. Si son tan amables de juntarse un poco más. Andrew, tú colócate detrás de la pareja y pon una mano en el hombro de Ilona y la otra en la de Fraser.
Este asintió siguiendo las directrices de ella. No quería estropear la foto. Sonrió mirándola sin poder dejar de mirarla. Todo eran risas y gestos de complicidad entre la pareja, como pudo observar Karen.
Por un instante el objetivo de su cámara se centró únicamente en Andrew, del que disparó un par de fotografías, sin saber por qué lo hacía. Le sorprendió verlo sonreír, ya que hasta ese momento no lo había hecho. Y, sobre todo, que la contemplara de manera fija. Por un segundo la cámara tembló en su mano. Algo que no le había sucedido antes.
—Con un par de imágenes más bastará. Sonrían. —Ella comenzó a disparar la cámara en repetidas ocasiones—. Perfecto. Muchas gracias a todos.
—Creo que sería un buen momento para marcharse. Mañana tenéis que madrugar para ir hasta el castillo —comentó la madre de Ilona, mirando a la pareja.
—Sí, es mejor que vayamos pensando en hacerlo. Además, el hotel debe recoger y preparar el restaurante para el día siguiente —aseguró Roger—. Por cierto, Andrew, habla con ellas sobre el viaje hasta Eilean Donan.
Este asintió sin decir una sola palabra a su padre.
—Le he dicho a Karen que tenemos que estar en el castillo a las diez. Te encargas de llevarlas, ¿no? —le preguntó Ilona a su hermano conociendo la respuesta de ante mano porque era lo convenido con su padre, y porque así se lo había dicho a Karen y a Denise.
—Descuida, yo me hago cargo de ellas. Hablaremos cuando os marchéis todos. Tú descansa para salir bien en las fotos.
—Mañana solo es una prueba. Procura ir elegante, quiero que salgamos juntos en una con el castillo de fondo.
Andrew sonrió con un gesto burlón.
—Descuida. Me afeitaré. —Se pasó la mano por el rostro y puso los ojos como platos.
—Nos vemos mañana —dijo Fraser estrechando su mano con la de Andrew—. Hazme caso y enséñales a las francesas los tesoros de estas tierras —le guiñó un ojo con toda complicidad.
—Nos vemos. Si me disculpáis, voy a decirles que se queden un momento para hablar sobre lo de mañana. Ah, os avisaré si quieren parar a hacer unas fotos al lago Ness. Por si aparece el monstruo —ironizó Andrew con una amplia sonrisa.
—Genial. Es cierto. Tal vez quieran parar a hacer unas fotos —dijo Ilona con cara de sorpresa—. No había caído en ello.
—Tú solo preocúpate por estar guapa mañana. De las dos francesas me encargo yo.
—Te tomo la palabra —le aseguró Fraser apuntándolo con su dedo y con una sonrisa bastante elocuente.
—Sí. Anda, marchaos.
Andrew se despidió de sus padres y de los de Fraser, y luego permaneció a la espera de que Karen y Denise hicieran lo propio. Una vez a solas, se dirigió hacia ellas. No iba a demorarse demasiado tiempo en explicarles la situación para el día siguiente. Ilona ya se habría encargado de hacerlo. Él solo se limitaría a quedar a una hora para pasarlas a recoger por allí. Quería largarse a casa cuanto antes.
Karen y Denise lo miraban como si lo estuvieran estudiando. La primera llevaba la cámara en una mano, con la correa enrollada alrededor de su muñeca. No había subido a dejarla a la habitación. La otra sonreía con cara de expectación. ¿Qué coño les sucedía? Se preguntó él ante aquel par de sonrisas y miradas de curiosidad.
—Bueno, pues ya están hechas las principales presentaciones —les comentó sin saber qué más podía decir.
—Nos queda por conocer a la hermana de Fraser, que llegará en los próximos días desde Londres. Y a tu hermano y a su mujer, que viven en Glasgow, según Ilona —recordó Karen haciendo partícipe a Andrew de ello. ¿Qué sucedía entre su hermano mayor y él? Estaba claro que no se llevaban bien, por lo que había deducido tras escuchar a Ilona y ver que Andrew no lo mencionaba.
—Imagino que lo haréis el mismo día de la boda, o tal vez el día antes. Desconozco cuando llegan —le dijo sin darle la mayor importancia a ese hecho. No se lo había preguntado a sus padres o a Ilona. No tenía un especial interés en ello.
Tanto Karen como Denise entendieron que el tema de su hermano mayor parecía ser tabú para él. De manera que pasaron a hablar del tema por el que permanecían en el vestíbulo del hotel.
—Tu hermana nos ha comentado lo de la mañana. Te encargas tú de llevarnos al castillo —le dijo Karen quedándose a escasos dos pasos de él.
—Así es. Pasaré por aquí a recogeros temprano.
—Hemos quedado con ellos a las diez en la entrada del puente que conduce al castillo.
—Eso me ha dicho.
—¿A qué hora te pasarás por aquí? —preguntó Denise interviniendo en la conversación y dejando que Karen siguiera escrutando el rostro de él, sus gestos y demás.
—A las ocho. Para llegar antes de las diez.
—¿Tardaremos mucho?
—Depende del tráfico, pero lo normal es que sean casi dos horas. La carretera discurre entre montañas. Demasiadas curvas. Por cierto, pasaremos por el lago Ness y el castillo de Urquhart. Os lo comento por si os apetece parar a contemplar las vistas y sacar alguna foto —le dijo haciendo un gesto con su mano hacia la cámara—. Si queréis que nos detengamos allí tendremos que salir algo más temprano. O bien dejarlo para el regreso, que en principio no tendríamos prisa. —Se quedó contemplando a las dos mujeres a la espera de que le dijeran algo al respecto.
—Creo que sería mejor hacerlo al regreso, ¿no? —comentó Karen volviendo la mirada a Denise en busca de su opinión.
—Sería lo más lógico. No tenemos prisa para regresar al hotel.
—Pues ya la has escuchado —apuntó Karen señalando a Denise. Esta se limitó a asentir y a sonreír.
—Pero tú eres la fotógrafa… Y a lo mejor te apetece sacar fotos por la mañana temprano —señaló Denise—. Lo digo por la luz…
—No. Tranquila. Puedo esperar a la tarde.
—En ese caso, pasaré a recogeros a las ocho como os había dicho. Y nos dirigiremos a Eilean Donan.
—¿Te