Las siguientes palabras de Jesús fueron dichas por y para nosotros, los que estamos cansados de la religión y, sin duda, cansados también de nuestros propios esfuerzos por encontrarle alguna alternativa: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana” (Mateo. 11: 28-30).
Observa que Jesús no plantea una religión diferente ni mejor. Antes bien, él nos invita a él mismo como una alternativa a las formas extenuantes de la religión. Este es un tema prominente en su enseñanza. Un tema que examinaremos en mayor detalle más adelante. Por ahora, bástenos con preguntar: si Jesús es de alguna manera Dios con una piel encima, Dios mismo que viene a nosotros en persona, ¿cuáles pueden ser las implicaciones radicales? ¿No se altera completamente y por esa razón la dirección de las búsquedas espirituales humanas? Nuestros intentos por alcanzar a Dios desenmascaran la religión, y la cuesta empinada es agotadora. Sin embargo, si Jesús es Dios que viene a nosotros y se vuelve uno de nosotros, la religión se vuelve redundante.
La religión apela a reglas que fuerzan nuestros pasos, a la culpa que nos mantiene en formación, a los rituales que traen a la memoria nuestros fracasos e incapacidad para satisfacer dichas reglas. De esa manera, le añade más carga a los que ya llevan a cuestas el fardo pesado de la vida. Jesús, por el contrario, nos ofrece el descanso que estamos buscando.
Puesto que estas palabras de Jesús capturan la invitación que nos hace a todos y todas, me gustaría volver a citarlas, pero esta vez tal como aparecen en una versión diferente titulada The Message [El mensaje], de Eugene H. Peterson. Aquí tienes la oportunidad para ir más allá de la lectura y saborear las palabras que van al centro de nuestros anhelos humanos más profundos. Lee esas palabras de Jesús lenta y concienzudamente para ver si toca alguna fibra profunda en ti:
¿Están cansados? ¿Totalmente agotados? ¿La religión los ha dejado exhaustos? Vengan a mí. Escápense conmigo y recobrarán la vida que han perdido. Les voy a mostrar cómo se toma un descanso real. Caminen y trabajen conmigo: miren cómo lo hago. Aprendan de los ritmos sueltos de la gracia. Yo no voy a descargar sobre ustedes nada que sea oneroso ni que les cause estorbo. Manténganse en mi compañía y aprenderán a vivir con libertad, con una carga ligera. (Mateo 11: 28-30)
Yo quiero el “descanso” que Jesús ofrece aquí. Quiero aprender “los ritmos sueltos de la gracia”.
Aunque Jesús nos ofrece descanso, observa que dice “carguen con mi yugo”. No dice “recuéstense en mi sofá”. Sí, nos ofrece descanso, pero es un descanso activo, constructivo, creativo. Los yugos son herramientas para el trabajo agrícola que se ponen en el cuello de los animales para que jalen una carreta o los implementos para el arado. Un yugo es, por lo tanto, un símbolo de un trabajo con propósito, de una labor que se hace en cooperación. Digo “en cooperación” porque un yugo une a dos animales que trabajan uno al lado del otro en un esfuerzo rítmico, en equipo. Es posible que Jesús quiera que nos lo imaginemos a nuestro lado en el yugo, o quizás él apunta al hecho de que crecemos mucho mejor espiritualmente cuando avanzamos en relaciones de hermandad con los demás. De cualquier manera, nos promete que va a haber un trabajo involucrado si es que queremos aprender de él, pero que va a ser una labor creativa, con sentido y en colaboración, esto es, un trabajo que es más un alivio que una responsabilidad, algo así como debió haber sido la vida en el jardín del Edén (Génesis 2: 15).
Me entusiasma verme como parte de ese movimiento creciente de personas que están descubriendo este descanso de las demandas legalistas de la religión. Puesto que la espiritualidad de Jesús trasciende cualquier institución o tradición religiosas, mucha gente en todo el mundo, proveniente de los más diversos trasfondos religiosos o, incluso, sin ningún historial religioso en absoluto, se está juntando para aprender de esa figura única y singular de la historia; y ahora, la invitación a unirte al diálogo se extiende también a ti.
Introducción
Granada de fragmentación sagrada
¡1... 2... 5!
—Monty Python
Hay, básicamente, dos clases de personas en este mundo. Están los que les gusta Monty Python1 y los que no pueden concebir que se haga tanta bulla con todo eso. Yo estoy en el primer grupo y considero que la película de Monty Python sobre el Santo Grial, Los caballeros de la mesa cuadrada, es la más divertida que haya visto. (Si también amas a Monty Python, estoy seguro de que justo ahora acabamos de experimentar una conexión profunda. Gracias por atraerme con esos lazos. Si no es así, estoy seguro que me estarás lanzando la mirada “de-qué-diablos-estás-hablando” que los que no son fanáticos de Monty Python reservan para los que sí lo somos… pero ¡en fin! Te pido un poco de paciencia).
Una de mis escenas favoritas en la película del Santo Grial es cuando el rey Arturo y sus caballeros usan “la granada sagrada” para volar en pedazos al desagradable conejo de enormes dientes (no tan aterrador como Frank, el demoníaco conejo de Donnie Darko,2 otra de mis películas favoritas; pero ya me estoy yendo por las ramas).
Curiosamente, creo que la expresión “granada sagrada” puede aplicarse a la Biblia, un documento designado para hacer saltar desde adentro, “en átomos volando”, a la religión. Las enseñanzas de Jesús serían como el detonador. Así que, cada vez que tomen una Biblia, sepan que lo que tienen en sus manos es un artefacto explosivo.
Desde luego, no estoy hablando de una explosión física ni de un libro que avale el terrorismo religioso. Me refiero a que es un libro que contiene un mensaje con el suficiente poder para desmantelar el control que la religión tiene sobre nuestro mundo. Soy consciente de que esta perspectiva puede contradecir todo lo que has creído sobre la Biblia y que me corresponde ofrecer alguna explicación seria al respecto. Por lo tanto, es mejor que lo haga.
La Biblia es mucho más que el sacro libro religioso para dos religiones importantes: el judaísmo y el cristianismo. La Biblia es, más bien, una biblioteca de documentos antiguos que apuntan a una sorprendente espiritualidad no religiosa que culmina con el mensaje y la misión subversivos de Jesús. Aunque muchas instituciones religiosas la asumen como su Escritura fundacional, las páginas de la Biblia revelan una agenda irreligiosa diseñada para hacer explotar la religión desde adentro. Estoy convencido de que la Biblia esconde las claves que nos permiten abrirnos el camino de salida de los sistemas esclavizantes de adicción religiosa y que, al mismo tiempo, nos invitan a establecer una conexión directa con lo divino.
Sin embargo, ¿no es la Biblia, acaso, un libro lleno de reglas, regulaciones, rituales y rutinas, esto es, el material del que está hecha la religión? A decir verdad, muchos textos de la Biblia, especialmente los del Antiguo Testamento (la parte que fue escrita antes de Jesús), contienen leyes y rituales, sistemas e instituciones. No obstante, esas ideas religiosas no constituyen el punto de partida ni tampoco son su punto de llegada. La Biblia empieza ofreciéndonos un cuadro del mundo ideal, un mundo sin religión, un jardín donde Dios y la gente vivían en desnuda intimidad. Esa fue la intención original de Dios para la humanidad. En la Biblia, no es sino después que la gente le vuelve la espalda a ese ideal de confianza mutua e intimidad que Dios empieza a darles reglas y a señalarles rutinas, tradiciones y enseñanzas; pero ese no es el final del cuento. Las reglas y los rituales de la Biblia