CAPÍTULO 01: Abuso en la infancia
La familia de James Comey se había radicado por generaciones en Yonkers, Nueva York, por lo que no es de extrañar que él mismo naciera ahí en 1960. También su vocación viene de familia: su abuelo se desempeñó como jefe del Departamento de Policía de Yonkers.
Sin embargo, la familia de Comey decidió mudarse a Allendale, Nueva Jersey, cuando él era todavía un niño que cursaba el colegio. En su ciudad natal, Comey había sido un niño popular y acogido por muchos amigos, pero su situación cambió de manera drástica en su nuevo hogar: rápidamente se convirtió en una víctima del bullying.
Comey era un niño parlanchín y de apariencia frágil; además, su madre le cortaba el pelo como podía y lo vestía con ropa vieja que le quedaba demasiado grande, pues necesitaban ahorrar dinero de manera desesperada. Fue así que Comey se convirtió en un blanco fácil para los grandulones de la escuela. Sufría abusos y golpes constantes y lo estrellaban contra los casilleros.
Por fortuna, lejos de quebrantar su espíritu, este maltrato cotidiano resultó bastante formativo. Antes que nada, aprendió a “leer a la gente”, es decir, a interpretar sus intenciones por medio de su lenguaje corporal, aun antes de que actúen. Desde el lugar de la víctima, aprendió a reconocer las señales de agresión que pueden manifestar todo tipo de personas. El abuso también le dio un noble objetivo de vida: ayudar a otras personas indefensas.
REFLEXIONA
¿Qué hechos en tu vida te han convertido en la persona que eres hoy?
¿Qué lecciones de vida has extraído de tus vivencias más dolorosas?
ACCIONES
Es posible leer las intenciones de los demás si prestas atención a su manera de expresarse.
Puedes crear objetivos de vida noble a partir de tus experiencias dolorosas.
CAPÍTULO 02: Una influencia benéfica
Harry Howell fue la influencia benéfica que ayudó a Comey durante aquellos tiempos difíciles. Howell era dueño de una tienda local de comestibles, donde Comey pidió trabajo en un horario que no interviniera con sus estudios. La tienda de Howell era impecable, organizada y muy limpia, y Howell sentía un gran orgullo por ser su dueño.
Para mantener tan altos estándares, Howell tenía que ser un jefe duro y exigente, pero no por ello inflexible; sabía ser comprensivo y paciente, por lo que mostraba misericordia de acuerdo con las circunstancias. Comey vivió de cerca todas estas cualidades. Por ejemplo, un día volcó por accidente una pila de cajas de leche. Por suerte la tienda estaba cerrada, pero uno de los pasillos quedó inundado de leche.
Comey lo limpió tan rápido como pudo, aunque no podía dejar de sentirse tremendamente ansioso. Para su sorpresa, su jefe no lo regañó cuando se enteró del desastre, por más que Comey creyó que se pondría furioso. Howell no hizo más que preguntarle si había aprendido a hacer las cosas bien a raíz de su error. Comey afirmó que había aprendido su lección y que no repetiría el mismo error. Howell estuvo conforme con su respuesta y simplemente lo dejó solo para que siguiera limpiando.
Como Howell recurrió a la misericordia en lugar de a un castigo severo, su actitud inspiró a Comey a esforzarse mucho más por hacer las cosas bien. Esta fue una de sus primeras lecciones de vida sobre cómo ser un gran líder: se puede ser firme y exigente, pero solo dará resultados si se equilibra con la compasión y la misericordia.
REFLEXIONA
¿Qué personas han sido una influencia benéfica en tu vida?
¿Sueles ser paciente cuando los demás se equivocan?
ACCIONES
Si tienes un rol de líder, busca siempre ser firme pero bondadoso.
Ser misericordioso es más útil que ser severo para sacar lo mejor de los demás.
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